miércoles, mayo 26, 2010

Telón de fondo

Afinar una idea: no puede estar mal reabrir el Colón. Creo que el error de Macri fue concentrar todo en el Colón. Por una cuestión básica: la repercusión positiva de su reapertura está demasiado enganchada a un determinado ¿público? Quiero decir: se notó en esta fiesta de parte del gobierno porteño la falta de una descentralización del festejo, de llevarlo a las plazas y a los barrios, le faltó hacer lo que hubiera hecho Ibarra, hasta De la Rúa incluso. El Estado macrista se hace presente con la rudeza de su invisibilidad: retrocede su gasto y su expansión social, aunque haya sido aquella expansión progresista de programitas con olor a Banco Mundial. Por eso, y no para reforzar el aspecto binario ("murga en los barrios" y la aristocracia del "viejo régimen" en el Colón) lo que estos festejos ponen en juego políticamente (y para quien con todo derecho pretende asegurarse alguna renta en el Bicentenario) es el estilo de gestión cultural de la democracia que es irreversiblemente progresista y popular, para bien o para mal. Recitales gratuitos, acceso libre, un día sin mercado, "cerca de mis ídolos". No había tiempo para otra cosa, y la opción fue una opción que en la mente del ex (?) sushi tuvo su palabra talismán: "excelencia". Si bien la política estatal tiene que actuar para la democratización del Teatro Colón Macri y los suyos son una máquina de destruir las condiciones objetivas para que todo lo bueno ocurra. Macri no es la derecha inteligente que le corre el culo a la jeringa, y que imita el juego hacia la izquierda que hace Pepe Mujica con la derecha. Es decir, una derecha que se lava y multiplica sus posibilidades culturales y políticas, que ama el pragmatismo, y cuyo acuerdo con la derecha nobiliaria es tácito, es un guiño ("estamos nosotros o ellos"). Mientras Kirchner se esfuerza por ideologizar lo más que se pueda al peronismo, el negocio de Macri es cantar "yo quiero estar liviano". Un pragmatismo así, incluso, hubiera seducido a muchos peronistas. Porque... ¿qué fue Ibarra? Yo me quedo con este lejano recuerdo: en un programa perdido de cable los primeros días de enero de 2002 Ibarra era entrevistado para explicarles "a los vecinos" el operativo de limpieza efectivo después de los destrozos de las jornadas del 19 y 20. "Ya el 20 a la noche teníamos cuadrillas trabajando..."

Un lujo: la municipalidad limpia los estragos de la Historia. La nación es provisoria, lo municipal es permanente. Una herencia casi intocada de la Colonia.

16 comentarios:

Diego dijo...

Cuidado, que ahí Ibarra estuvo muy bien. El error es el otro (un error histórico de toda otra gente con la que Ibarra dejó de comulgar hace muchos años), me refiero al error de creer que se hace Historia con mayúsculas moviendo la estética municipal. Los gauchos, los gringos de la pampa ni se enteraron de esas "históricas jornadas", que fueron históricas porque después vino Duhalde y de montó a lo que ya se había venido armando y bueno, vamos. Pero la Historia no la hacen unos chicos tirando piedras, contra esa estética de centro de estudiantes estoy, que termina teniendo poder porque dialoga con una tradición que es autónoma del pueblo, de mi tía jubilada y de los gringos de la pampa, eso es. Estas dialécticas del poder.

Saludos

Martín dijo...

Dudo, dudo mucho Diego, de que la percepción de aquella jornada pueda reducirse a una rebelión de los estudiantes de Sociales. Todos hicimos esto con el 19 y 20: mojarlos y reducirlos a la mínima expresión de clase de la que seamos capaces, o sea, también le echamos la culpa a la clase media. No quiero decir que la percepción que teníamos en aquel tiempo pudiera mantenerse intacta a lo largo del tiempo, pero el país hacía agua por los cuatro puntos cardinales: la Federación Agraria tiraba leche en la ruta, ¿lo recordás? En una época en que esa Federación era CTA pura y dura. La distancia entre esa "estética" y tu tía no siempre fue la misma, en tal caso. Porque... ¿estuvo mal que caiga De la Rúa? ¿Ahora tenemos que pensar que eso fue un golpe de estado, más o menos en la misma perspectiva de los golpes tradicionales?

Diego dijo...

No, no, ningún golpe de Estado. De hecho estábamos todos en nuestras casas (los que no salimos a cacerolear ni a nada) conformes con que De la Rúa se tome el helicóptero.
Lo que estoy pensando en estos días es el engranaje entre estos movimientos y el rol que juega la estética. Por eso mencioné a los gringos de la pampa intentando nombrar a lo más profundo que tiene esta nación cuando tu post hablaba de que Ibarra había mandado a limpiar el centro de la Capital del país. Pensé en aquel que se despertó el día 20 con el gallo. A ese se suponía que la escena de la Plaza de Mayo también lo incluyó, y yo me pregunté por qué. ¿Cómo es que funciona ese mecanismo de inclusión? Entonces, arriesgué a decir que hay una autonomía estética montada que creció a la par de las ilusiones socialistas del siglo XX (de las que Ibarra se bajó hace muchos años) y en las que ya nadie cree, pero que tienen su lugar ganado para cualquiera que quiera reclamar derechos, por más que no se crea más en la dialéctica maxista ni en filosofías totalizantes. La autonomía de lo estético quedó por su cuenta arraigada en lo político, ahí está. La escena se monta sin que nadie la controle. Por otro lado (por abajo de la mesa), Duhalde tejía las alianzas del poder que tal vez no eran presentables en una primerísima escena de la nueva película y que por eso mismo era necesaria esa salida abrupta y desprolija de los días 19 y 20 bajo la estética de la protesta; de haber sido posible algo más prolijo con Duhalde a la cabeza hubiese ganado las elecciones cuando las perdió con De la Rúa.
Logré escribir eso, después sigo.

Martín dijo...

En post más antiguo había escrito TODO lo que pienso sobre el 19 y 20 y Duhalde:

Duhalde perdió en 1999 por muchas razones, pero por una sobre todo quizás: porque dudó un poquito acerca de la continuidad del 1 a 1. Hay que dar una vueltita de tuerca mas: ¿hasta dónde el 19 y 20 no es la ruptura originaria de gente y política que permite de manera cabal construir esa escena institucional que pide Tomás?, ¿hasta dónde el 19 y 20 no es restauración del orden democrático y todos esos hechos "delirantes" no encadenan la verdadera alianza de clases que fue el duhaldismo?, ¿por qué no es posible ver que lo que se reclamó en esos días es el lugar que piensa Tomás para la política?, ¿por qué creer que tanta gente de verdad estaba dispuesta a tanto, a convertir el fin de año en una semana de mayo, que en cada cacerolero había un asambleísta? Quiero decir (y porque sólo se nota que pasa el tiempo cuando uno es capaz de hacer este tipo de lecturas) que se puede ver en esos días un reclamo por la representación, se puede ver que el "estallido" asumió protagonismos múltiples y "policlasistas" pero en favor de una restauración de las prioridades de una sociedad ya sólo democrática, que rompía su lazo de continuidad del proceso militar. Esa "horrible clase media cacerolera" no se sacaba de encima a un gobierno peronista, sino a un gobierno cuyas figuras habían sido sus estrellas, es decir: ponía la política afuera, condición para que en parte ocurra la "profesionalización" que pide Tomás. La mano invisible de esos días eran los movimientos tumultuosos del peronismo que volvía a gobernar el país empujado por la clase media, esa es la escena montada, esa articulación de los hechos: la clase media que lleva a Duhalde a gobernar, esa normalidad mínima alcanzada por dos entes que no se correspondían (podríamos decir que ni Menem era tan impopular en los sectores medios). En esa asimetría, en esa distancia entre una "clase media" y un presidente peronista fruto de la "pura institución" de la otra clase, la clase política, se cocinó una continuidad, y a la vez, una especie de distancia decisiva e infranqueable de la política. Nada mas burocrático que el gobierno de Duhalde. Lo que pasa es que las asambleas fueron como el árbol de esos hechos, una versión que trastorna lecturas de lo que se movía por debajo. Hasta el kirchnerismo nació con la virtud de leer una herencia progresista de ese tiempo y hoy se dibuja en la efeméride 19/20 una suerte de caos original del "ánimo destituyente", como si las cacerolas del campo fuesen la conciencia para sí de la clase cacerolera nacida en 2001. Quizás el fracaso del kirchnerismo, y de todo proyecto político, sea el intento de volver a juntar lo que 2001 separó para siempre: la política y la gente.

Martín dijo...

Hoy diría en el cierre: "quizás donde fracasa todo proyecto político sea en el intento de volver a juntar lo que 2001 separó para siempre: la política y la gente". Porque los días de Bicentenario me reconciliaron un poco más con todo. El post era este (http://revolucion-tinta-limon.blogspot.com/2009/12/leyendo-tomas.html) en relación a un texto tremendo de Tomás en Arte Política.

Fede Vázquez dijo...

Yo siempre fui un poco más pro 19y20. En este sentido que se toca con lo de estos días: la gente en la calle cambia las cosas. Obvio que las cosas también cambian en otros lados y que no se puede (por suerte) vivir de happening social todo el tiempo. Pero por muchas cuestiones Argentina es un lugar -y ojo que no quedan muchos- dónde la gente en la calle define, pone límites y altera escenarios. Lo que diego entiende como "autonomía estética" es algo un poquito más denso. El que se levanta con el gallo y mira solitariamente el horizonte de su pampa no puede si no ser un espectador de la fuerza social de millones de tipos concentrados en 10 cuadras en la capital. Sea para tirar un gobierno o para festejar el bicentenario. Ese desbalanceo es contradictorio, hizo un país embudo, y a la vez permitió la emergencia popular del peronismo.

Diego dijo...

Fede:

Ojo que lo de autonomía estética y que esté relacionado con la política es algo muy denso. Todavía no sé si lo voy a terminar de atar. Fijate que en la carrera de Filosofía la materia llamada "Estética" está al final de todo.
Pero bueno, tratemos de ir al asunto. El que se enfrenta cada mañana al horizonte pampeano con el cantar del gallo en el oído parece solo pero son muchos, es el gaucho que tal vez, en el siglo XXI, hasta tiene un tractor, pero existen y pueden llegar a armar su propia politización así como pasó con la 125, que fue tan sorprendente como los cacerolazos de la clase media odiada por Martín. En aquellas jornadas de la 125 ahora me parece –viendo a la luz de esta interpretación –que tal vez el gobierno no leyó su poder como una construcción artificial (uso apropósito esta palabra sabiendo que existen sinónimos más legitimantes). O sea, con la 125 al gobierno se le levantó gente que el 19 y 20 de diciembre de 2001 había sido conformada con una representación muy indirecta. Todos los porteños y los conurbanos estábamos más conformes. ¿No habrá creído el gobierno, tal como la prosa del post de Martín lo deja entrever, que en aquellas jornadas y luego con Duhalde se había superado una etapa Histórica así con mayúsculas? Con esto quiero decir que sí, esos chicos tira piedras son hijos de aquella autonomía estética de la militancia de izquierda pintada de rojo. Son parte de la tradición, así como el asado y el poncho aunque ya los pulóveres lleguen hechos en Taiwán al rincón más recóndito de la patria. Pero el gaucho sigue usando el poncho que es más incómodo y abriga menos, la tradición tira. Lo mismo pasa para la política: Los chicos tirapiedras y grafiteros siguen apareciendo al compás de Chipi Castillo pero para que el peronismo agarre el mando se le consultó a la UIA, a los barones del conurbano y a los gordos de la CGT. El status quo cerró filas detrás del que en esas noches era el gran partido de la oposición con claras posibilidades de llevar a cabo un gobierno de emergencia.
Los que viven en Avellaneda o en San Martín están un poco más cerca y seguro que a las 5 de la mañana no escuchan ningún gallo, pero creo que tienen más de gaucho que de Luís Barrionuevo o de Paolo Rocca.

Saludos

Martín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Martín dijo...

Yo pienso que cuando se usa la palabra "denso", "densidad" es cuando uno se para frente a algo que es poco claro, extraño. No estoy entendiendo la idea de "Estética", a la vez, Diego, no sé cuánto más podés estirar tu bronca con los chicos de Chipi, de cuántas cosas los podés hacer responsables. Todos nosotros somos esos chicos, aunque seamos los amigos que ahora los bardean. Pero me molesta un poco eso al pasar ("la clase media odiada por Martín") básicamente porque no la odio. Algo de amor había acá: http://www.noticiasdelsur.com/2009/11/laclo-laclo-laclo-la-puta-que-te-pario/, aunque me estoy pudriendo de mi auto cita. Ya van dos.

Comparto con Fede eso de no rechazar tan de plano el 19 y 20. Creo que vamos a tener que retomarlo. Porque esa fue la escena de ruptura con los años 90, con la convertibilidad.

Podemos hacer nuestra carrera literaria o académica alrededor de esos días, lo que no podemos es dejar de decir algo que pasó: el sobresalto. Algo que pasó para que después pasen otras cosas. Se alteró el orden: un presidente se fue y actuaron mecanismos institucionales que evitaron -INCLUSO- que las elecciones sumen caos y descontrol. Yo no llamo a eso golpe de estado, ni argentinazo, pero esa revuelta desembocó en la trama de año y pico con un gobierno recuperando -con vaivenes- una legitimidad, y haciéndolo a caballo de un leve repunte fruto de la devaluación. Pensemos eso, Diego, pensemos cómo se articula duhaldismo y clase media. Pero no me acuses de odios que no tengo, o que no quiero tener. Cuando digo "horrible clase..." en las comillas hay un objeto.

En fin.

Diego dijo...

Martín, si yo escribí esa frase que me dolió a mí más que a vos fue guiándome por la cita de un texto tuyo que figura aquí arriba y que me era insoslayable, entendeme, por favor. Se trata de esta cita precisamente: "Esa "horrible clase media cacerolera" no se sacaba de encima a un gobierno peronista, sino a un gobierno cuyas figuras habían sido sus estrellas". Definir a la clase media como horrible puede llegar a entenderse a la salida de un teórico de la facultad, con una birra en el medio de la mesa, pero justamente que la que sea horrible sea la que salió a ganar las calles con sus cacerolas, eso realmente me descoloca. La que se politizó sin libreto merece una calle: Avenida caceroleros, ¿es mucho, no? En 20 años, vemos, yo por ahora no lo descarto del todo; lo veo más plausible que adosarle el adjetivo "horrible".
Está claro que todos nosotros, que pertenecemos a la clase media urbana, tenemos diferencias con lo que sería su sujeto standar, pero bueno, de todos modos yo entiendo que la clase media tiene que ser el objetivo de cualquier sociedad que pretenda progresar. Qué se yo.

Sanjado el malentendido, me resta decir que creo que la clase media nunca detestó a Duhalde. Menem y Kirchner en sus puntos más álgidos les caen peor que Duhalde con Chiche en ese perfil bajo de puertas adentro.

Saludos

MIGUEL ESTROGOF dijo...

Diego, es cansador tu ejercicio esceptico de ubicar alla lejos de vos el termometro social. Hay que hacer mucho esfuerzo por salirse todo el tiempo de lo que te rodea e impostar analisis pretendidamente "objetivos.
Y digo esfuerzo, porque hablas de una realidad que permanentemente te corre el arco y no podes abarcar.
Que para vos la Argentina profunda este representada en un tipo (un gringo de la pampa humeda) que tiene un tractor (con lo que cuestan los tractores), es la demostracion de lo contaminante de ese esfuerzo. De tanto "si pero a los gringos de la pampa que se despiertan con el gallo no les mueve un pelo" te volves conservador e inmovil. Y despues viene el autoconvencimiento, uno de los peores tics para analizar la realidad.
Probablemente el tipo que hace seguridad en la farmacia de la esquina de tu casa, ese que se camina 10 cuadras hasta la 197 para tomarse el colectivo (xq el colmenar no entra en su barrio), que lo llevara hasta la estacion de tren, y de ahi al subte hasta llegar a la esquina de tu casa; tambien escuche al gallo y no tenga tractor y tenga mas que ver con eso que decis: la argentina profunda.
Quiero decir, tu esfuerzo te va corriendo la brujula de lugar y entonces la agujita deja de marcar el norte.
Entre tanta maraña de conceptos, entre tanta maraña "estetica" te fuiste al carajo y tus ejemplos para argumentar tus dichos naufragan en el esteticismo berreta de Molina Campos. Yo que vos bajaria un par de cambios y deconstruiria toda esa ingenuidad que escribiste sobre los ponchos, el gallo y los gauchos.
A partir de ahi, podemos empezar a preguntarnos si hubieran sido posibles el 19 y el 20 sin el 17, 18 y 19 en el segundo cordon del conurbano. Entonces ahi podriamos empezar a pensar que diciembre del 2001 y , sobre todo, lo que viene pasando despues, fue algo mas que una escaramuza estudiantil.
Ningun gobierno se cae por escaramuzas estudiantiles, ningun gobierno se cae por escaramuzas de "gringos, gauchos de poncho y tractor de la argentina profunda".
La Argentina profunda, hoy en el siglo XXI, no la define la distancia en km con la rosada; la Argentina profunda se mide mejor calculando los porcentajes de tierra y asfalto del lugar. Eso que marcas como profundo, tiene a sus hijos estudiando y viviendo en los mismos lugares que vos; si queres pispear la argentina profunda, sali de la pampa humeda y pispealo un poco mas al que hace la seguridad de la farmacia de tu esquina.
Despues de todo eso, si, hacete el banana y contanos que cosas estas "pensando en estos dias".

Martín dijo...

Diego: yo ya te dije que la palabra horrible la puse entre comillas, y entrecomillar es algo que no es precisamente suscribir linealmente al enunciado, así que dejate de romper los huevis con eso. Punto. No, no creo que sea horrible.

Desde una visión esquemática, compartimentada, veo que la clase media es un punto de llegada y/o de deseo para clases más humildes.

Hay una clase media que es fruto de movilidades, fruto de esfuerzos colectivos, familiares, individuales, abuelos pobres que parieron hijos profesionales y nietos más ociosos. En tal caso nos considero hijos de un gran esfuerzo. Un éxito. Mis abuelos, mis padres menos, pero todos eran más pobres que yo. Así que a quien tiene su departamentito en Caballito, Palermo o Colegiales, a quien es profesional, comerciantes o vende humo, no lo considero un rentista hijo de puta; y hasta en tiempos de paz uno puede comprender los desplazamientos tales como el apoyo a la 125, algo que este 25 de mayo no subvierte. Lo que sí, te tiro una imagen ideal: me gusta más imaginar a ese tipo afiliado a la UCR que caceroleando.

Al margen, creo que sí Duhalde es mas "impresentable" que K o Menem, y no para mí, no para nuestro análisis justicialista, sino para gente que en tal caso, a lo sumo, la podría unir a Duhalde un secreto espanto. Pero el espanto con Menem, en los términos de tus gruesas generalizaciones, es el sentimiento frente a alguien a quien se le sacó todo el jugo. Como dice Alejandro de La Barbarie: Menem representó demasiado.

O sea, quizás, para la clase media de un tibio radicheta que en los 90 tenía su calco defendiendo la escuela pública, Duhalde conjuga eso que para el radicalismo duro fue casi un gobierno de coalición: el pacto Alfonsín-Duhalde. Y, sí, Duhalde fue paz (toda la que pudo) y administración en años que -insito- había democracia aunque era mejor no votar.

Pero para una mayoría votante más consumista, para un "voto-cuota", K y Menem son figuras más centrales, más próximas a un equipo de audio, celular o plasma. Están más adentro de un álbum de fotos de Brasil o Cancún. ¿Se entiende? Aunque ahora K y Menem -con todo lo que irremediablemente los separa, salvo en análisis así- puedan ser vistos como aventuras capitalistas con todos los desbordes típicos de la periferia condenada en que vivimos.

Kirchner fue lo contrario a Menem. Y Kirchner fue más que Duhalde. Y abandoná tu pelea con los chicos de Sociales. Es como arrastrar la bronca de una vieja reunión de consorcio. Todos venimos de ahí, y yo miro con cariño esos años idos, de los que aprendí mucho.

Diego dijo...

Martín,

trato de que eso que llamás mi pelea con los chicos de Sociales termine siendo más que eso. Trato de sublimar una experiencia personal de la que me hago cargo en algo que termine siendo una visión de la realidad histórico-social, aunque para alguna gente suena a mucho. A la vez trato de entender el rol que cumplen en la sociedad, que es lo mismo que desobjetivarlos, no entenderlos como estrictamente necesarios sino como una construcción social que pudo haber sido de otra manera. ¿Se entiende mi propósito? ¿Y se entiende que en análisis como el del post bajo el que estamos que vos escribiste, así como en el análisis que hace este muchacho Miguel Estrogof, que no sé quién será, la participación de estas personas en la historia está supuesta como necesaria y objetiva, no como una construcción social de esta sociedad que los tenía ahí al costado esperando determinadas señales, que no digo que estén bien ni mal, solamente que no eran objetivas y que por lo tanto merecen ser descriptas y foucaultianamente puestas en su arqueología?

Martín dijo...

Yo te diría que lo que vos ves como sujeto del 19 y 20 es algo que ocupa un lugar en la superficie. Yo, como vos, como muchos, estuvimos ahí. Y esos chicos tirando piedras eran mucho más que chicos de Sociales, incluso, porque si no no me dan los números. Y las imágenes están ahí. El problema está en la fuerza inmediata para actuar sobre la representación de esos días, algo que la izquierda siempre es más hábil que el centro (no que la derecha) pero porque en el centro se teje el poder. Hay otros hilos de esos días, que explican que Duhalde haya llegado e, incluso, que Kirchner esté ahí.

Diego dijo...

Pero fijate qué interesante que la cultura asamblearia, que fácilmente fue aparateada por los que tenían cancha en esas prácticas era de aquellos otros que siendo minoría no dejaban de poner el "espíritu" al asunto. Un espíritu que por más Santa Fe y Callao sobre el que se estaba caceroleando, una semana después la asamblea ya estaba cooptada, por ende el resultado fue el rápido vaciamiento de la participación ciudadana y el oscurecimiento del norte.
Esas personas que querían sus dólares por sobre todas las cosas y después un país del primer mundo con futuro para sus hijos, aceptaron bailar dos días en la murga de Chipi porque en su agenda de vida nunca figuró bailar en ningún lado y bueno, ahí se vieron apretados y por eso sus cuerpos fueron parte de esa construcción que tiene forma diseñada hace más de un siglo pero que le falta fondo, contenido, gente, hace muchas décadas, y que en una circunstancia ocasional estas personas se cruzaron en su camino porque necesitaron de la política en un primer plano y hubiesen deseado nunca tener que estar tan arriba en el decorado de la torta.

Saludos

Martín dijo...

Bueno, ahí estamos. Sin embargo... ¡qué servicio prestó ese izquierdismo al aplacamiento social! Fueron parte involuntaria del plan de paz social. Quiero decir: nadie era tan cínico, ni el trotskismo ni Duhalde, ni nadie, sólo que así se acomodaron los melones. Mi sensación es que el que fue a la asamblea fue más o menos como el que se enganchó viendo un choreo, dijo 'qué barbaridad', y se quedó un rato parloteando hasta que uno sacó un plano y dijo: 'fuera la cana, yo tengo un plan de seguridad para que lo hagamos entre todos', y al lado se le pusieron unos que 'hacían de gente normal' pero levantaron la mano de golpe, y el vecino dijo: ¡rajemos!. Aaaaaaaalgo así. Aunque, de nuevo: ¿por qué no pensar mejor sobre aquellos días? Me lo digo a mí mismo: ¿qué nos avergüenza? Yo no era trotskista, no milité en asambleas, me pasé el 2002 cuidando el culo de la carrera de Sociología frente a esa horda trosca, cosa que terminó -por suerte- en Rubinich adentro de esa carrera, pero tampoco es que me separaba un muro de hierro con esos chicos de Chipi. ¿Qué era? ¿Un hico de González? Ponele eso: entonces éramos de la pastoral de Dri: Juan B. Justo y Corrientes. Ojo: ahora es fácil. Pero eran años como en la escena de The Wall después que hace concha todo. Había que ordenar. A cada uno le tocaba un pedacito. Y sí, algunos seguían "brotados", otros le encontraron la vuelta a "hacerse los locos". Porque esto sí lo aprendí en Socio: los troscos tenían ese discurso 'hagamos mierda todo' pero tenían los ojos clavados en cátedras, direcciones, etc. O sea, era medio "levantémonos y andá" lo de ellos.