sábado, enero 31, 2009
martes, enero 27, 2009
Hay vida después del fondo...
Kirchner ya es un bonaerense. Es un bonaerense por adopción que, como dicen las amas, son los hijos del corazón. Kirchner es un hombre que ama el conflicto, que apunta al conflicto, que devuelve el conflicto a la sociedad, porque es el presidente de las discusiones colectivas, de esas que el mismo Perón cerró en el pacto social, y que hasta el 2004, 2005 no existían. Kirchner es el que obligó a las empresas a dejar sin laburo a tantos tipos de recursos humanos, para que tengan que poner ahí un pícaro asesor (un ex sindicalista) que conoce la muñeca gorda de los gordos, de los clasistas o de los que vengan a discutir el aumento. Kirchner es el hombre que permite que haya aumentos. Este blog apoya cualquier cosa que haga a esta altura Kirchner para sobrevivir, para regenerar el proyecto, incluso una retirada que deje el poder para que en 3 años sean otros los que administren la crisis. Los cambios de época suceden –es posible -en engranajes silenciosos que activan “cambios naturales”, es decir, aquello que no sabemos cuándo empezamos a hacer. No hay sobresaltos tan fuertes, no se pasa del agua al hielo en un segundo. ¿Cuándo los políticos dejaron de ser personas cultas?- se preguntará el que aún tiene esa fe laica, el que tiene un imaginario residual en la política de los 80, el que nació a la política en la era Reagan, silbando la autodeterminación de los pueblos, y hoy lee La Nación (que no es El gran diario argentino, pero es Un gran diario argentino). Pero no son los años 80, tanto como la proyección que construyeron ellos mismos de ellos mismos, ¿no? Como si las épocas construyeran en una selección fina de gestos su evocación futura: la década del 80 reconcentrada en el “señores jueces… nunca más”, o en las “felices pascuas”. No exactamente lo que fueron esos años, sino cómo quieren ser contados. Hoy, para contar los años 90 hay un cierto pensamiento que habla de convulsiones, desgarros identitarios, vacíos existenciales, y demás cosas vividas –evidentemente- bajo el latido de una máscara: porque estamos hablando de relativos años de paz social, ¿o no? ¿O me equivoco? Bueno, el menemismo, a esta altura, construyó su cortina de humo poniendo en superficie su interior. Quiero decir: el exceso exótico del menemismo fue una manera de encubrir el exceso exótico del menemismo, ponernos a hablar de lo que pasaba, ¿era eso? ¿Por qué algunos insisten en escribir la historia como si la agencia todavía fuese clandestina? Y eso que la palabra “exótico” tiene una gran parte de hipocresía o racismo. Menem fue el primer gobierno real después de la dictadura: el que entregó el balance de verdad. Dejamos de hablar de esos años cuando hablamos de esos años porque vivimos en la maleza que dejaron germinar en nosotros... yo no quiero eso ahora, yo quiero que hablemos de la época ya, de un kirchnerismo que nació para hacer todo-en-serio. Hacer la década del 90 en serio, materializar los sueños republicanos en serio, ajustar las cuentas y los juicios, y la sangre, en serio… se iba a reconstruir el capitalismo en serio. Y quizás lo serio es lo real. Entre las muchas conexiones que existen entre el menemismo y el kirchnerismo, pienso, se podría argumentar que en ambos dicta una intuición periférica… Vienen de un partido nacido para invadir la ciudad. Quizás eso sólo queda del viejo peronismo: todo político peronista es un tipo que pone las patas en la fuente de la historia. Después se seca y anda en ojotas por alfombras bellas. No quiero reivindicar porque sí al kirchnerismo, ni imaginar su epílogo. Los errores se fueron anotando en un tumulto de palabras: el kirchnerismo no construyó kirchneristas, y hasta quizás haya servido para fortalecer el partido que se dijo que venía a destruir, al revés exacto que Menem. Como en el amor: ¿sólo un posible final nos revela su intensidad? Solá está solo porque se lo dejó solo. Quizás ya Kirchner se perdió en su propio “bosque de símbolos”, pero Buzzi, Macri, Scioli, Llambías, Cobos, Carrió, etc., ¿están a la altura de Kirchner, a la altura en que Kirchner torpemente puso las cosas? No, no, no. Este es el peor momento para ser kirchnerista y este es el mejor momento para ser kirchnerista. Este es el peor momento del gobierno porque es el mejor momento del gobierno. Che pibe, vení votá. Yo quiero que vuelva a ser presidente. Aunque no haya kirchnerismo. Prefiero: Kirchner sin kirchnerismo, que kirchnerismo sin Kirchner.
domingo, enero 25, 2009
Parque Roca
Informe.
Guitarreada: en una especie de utopía republicana la división de poderes debe velarse no solamente para su amada independencia, sino también para que en materia de derechos y garantías no existan vacíos. Ignoro las resonancias constitucionalistas, teóricas o las vaguedades que una afirmación así puede despertar... pero desde hace varios años la justicia porteña (y no solamente la que ejerce el polémico juez Gallardo) viene actuando alrededor de los vacíos y las intemperies que deja el ejecutivo porteño (Ibarra, Telerman y Macri, sucesivamente) y cuya defensa general, en todos los casos cuando los fallos lastiman, se ciñe a la "violación" del ámbito ejecutivo de parte del judicial. No pretendo igualar mi "juicio" sobre esos gobiernos porteños, sí marcar una lógica continua en todos.
Trabajé en el estado porteño en momentos en que una sentencia sobre un amparo presentado por una familia de cartoneros (promovido entre otras cosas por la violación a la ley 992) pretendió obligar a que el gobierno porteño pague un subsidio a cada cartonero que trabajaba en la ciudad por cada uno de los hijos menores de edad. El efecto resonante y "escandaloso": miles de cartoneros y de familias pobres (en su mayoría del conurbano) se desplazaron a los CGP's para ser registrados y beneficiarse de lo que la sentencia dictó. En dos meses en el CGP de Lugano (el 8) registramos a mas de 3 mil cartoneros que llegaban (en algunos casos en micros) desde Lanús y Lomas de Zamora principalmente. El gobierno de Ibarra apeló, basado en términos generales en lo mismo que detallé mas arriba, y la Cámara suscribió a los argumentos del ejecutivo. Punto final. Todo lo cual hizo que los meses de trabajo, y, sobre todo, las ilusiones de miles de familias pobres de poder cobrar el subsidio para los pibes (en virtud de que no trabajen, ni abandonen la escuela, o que vuelvan a ella) se hicieron añicos. El trastorno administrativo que un fallo así generó es natural porque los tiempos políticos mas finos, o los tiempos burocráticos, etc., son los que maneja el ejecutivo. La justicia -aún en su afán de ser justa- entendieron todos que no puede precipitar o fijar direcciones en las políticas públicas, ni establecer en qué gasta la plata un gobierno, aunque sí velar porque cumpla ese gobierno la ley (en ese caso una ley que el mismo gobierno impulsó). Fue peor el retroceso. Porque como dijo Emilio De Ípola: en política a veces es peor tener que retroceder, que no hacer nada. Sin embargo no fueron retrocesos de las acciones de un gobierno, digamos, fueron retrocesos al interior del aparato estatal, motivados por pugnas internas, materializados en dos poderes. El costo social de la desilusión de esas familias es inmedible.
Hablo de lo que aprendí de esos años, y de por qué la justicia, cuando se trata de amparos o causas de fuertes consecuencias sociales, debe actuar como la mas fría posibilidad de que exista, sí, una última palabra. En ese momento esa sentencia (del juez Gallardo) conectaba con la dinámica de organizaciones sociales (muchas afines al propio juez, lo que no es ningún pecado) y mas allá de viejas rencillas e internas que también se colaban, eso colocaba a la justicia en un borde peligroso: el de brindar a un problema político una salida judicial. Es la política y no la justicia lo estúpido, ya que había agotado sus recursos para resolver "el drama de los cartoneros". El límite, parece estar, para una parte de la justicia porteña, en esos lugares donde la acción u omisión de la gestión es de vida o muerte... Y de eso se trata, de una justicia que actúa sobre la lenta condena que pesa sobre los mas pobres en esta ciudad, como si fuese la inercia activa de una leve declinación de las políticas que, gradualmente, va agotando sus recursos sociales. Como es este caso, el de quienes tienen derecho a una vivienda digna, y viven en un campamento de refugiados diseñado para seis meses de hospedaje, llevan dos años, y se ha triplicado como mínimo la población residente. Y se trata de un derecho cuyo rango constitucional (el de la vivienda) parece tallado "en la mas alta y fría de las tablas", porque todo indica que en países como el nuestro, la constitución fue escrita por ángeles que grabaron sus sueños en las piedras, cerca del cielo, cuya letra sigue rodeada del aura celestial, para que finalmente y simplemente sean hombres de carne y hueso los que expresan la verdá-de-la-milanesa, o sea, el sucio rol de despertar de esos sueños a una realidad donde las palabras son hembras y los hechos son machos. Bien. No es solo el delito, ni la financiación de la política, lo que separa a la política de la ley, como les gusta pensar a muchos. La justicia debe interiorizar los tiempos políticos y estatales, para no poner finalmente los sueños de mucha gente de rehén. La justicia no puede ser la soñadora de la sociedad en voz alta. Pero sí puede ser una herramienta de lucha para aquellos que aún luchan. Y este es el caso. Y Macri (como Ibarra y Telerman) se basa en argumentos republicanos formales para violar sistemáticamente la ley. Esta vez la justicia es justa por las dos cosas: porque se apega a la ley, y porque es racionalmente política en el cumplimiento de ella.
Mientras tanto, las casas definitivas que corresponden a la gente incendiada que vive en el asentamiento de Parque Roca las construye la Fundación Madres de Plaza de Mayo, con fondos del Plan Federal, mediados (con lentitud y chicanas) por el gobierno porteño (IVC), utilizando mano de obra calificada del mismo vecindario, en un obrador en Castañares y Gral. Paz, todavía dentro de la ciudad en la que todos tienen derecho a vivir.
Guitarreada: en una especie de utopía republicana la división de poderes debe velarse no solamente para su amada independencia, sino también para que en materia de derechos y garantías no existan vacíos. Ignoro las resonancias constitucionalistas, teóricas o las vaguedades que una afirmación así puede despertar... pero desde hace varios años la justicia porteña (y no solamente la que ejerce el polémico juez Gallardo) viene actuando alrededor de los vacíos y las intemperies que deja el ejecutivo porteño (Ibarra, Telerman y Macri, sucesivamente) y cuya defensa general, en todos los casos cuando los fallos lastiman, se ciñe a la "violación" del ámbito ejecutivo de parte del judicial. No pretendo igualar mi "juicio" sobre esos gobiernos porteños, sí marcar una lógica continua en todos.
Trabajé en el estado porteño en momentos en que una sentencia sobre un amparo presentado por una familia de cartoneros (promovido entre otras cosas por la violación a la ley 992) pretendió obligar a que el gobierno porteño pague un subsidio a cada cartonero que trabajaba en la ciudad por cada uno de los hijos menores de edad. El efecto resonante y "escandaloso": miles de cartoneros y de familias pobres (en su mayoría del conurbano) se desplazaron a los CGP's para ser registrados y beneficiarse de lo que la sentencia dictó. En dos meses en el CGP de Lugano (el 8) registramos a mas de 3 mil cartoneros que llegaban (en algunos casos en micros) desde Lanús y Lomas de Zamora principalmente. El gobierno de Ibarra apeló, basado en términos generales en lo mismo que detallé mas arriba, y la Cámara suscribió a los argumentos del ejecutivo. Punto final. Todo lo cual hizo que los meses de trabajo, y, sobre todo, las ilusiones de miles de familias pobres de poder cobrar el subsidio para los pibes (en virtud de que no trabajen, ni abandonen la escuela, o que vuelvan a ella) se hicieron añicos. El trastorno administrativo que un fallo así generó es natural porque los tiempos políticos mas finos, o los tiempos burocráticos, etc., son los que maneja el ejecutivo. La justicia -aún en su afán de ser justa- entendieron todos que no puede precipitar o fijar direcciones en las políticas públicas, ni establecer en qué gasta la plata un gobierno, aunque sí velar porque cumpla ese gobierno la ley (en ese caso una ley que el mismo gobierno impulsó). Fue peor el retroceso. Porque como dijo Emilio De Ípola: en política a veces es peor tener que retroceder, que no hacer nada. Sin embargo no fueron retrocesos de las acciones de un gobierno, digamos, fueron retrocesos al interior del aparato estatal, motivados por pugnas internas, materializados en dos poderes. El costo social de la desilusión de esas familias es inmedible.
Hablo de lo que aprendí de esos años, y de por qué la justicia, cuando se trata de amparos o causas de fuertes consecuencias sociales, debe actuar como la mas fría posibilidad de que exista, sí, una última palabra. En ese momento esa sentencia (del juez Gallardo) conectaba con la dinámica de organizaciones sociales (muchas afines al propio juez, lo que no es ningún pecado) y mas allá de viejas rencillas e internas que también se colaban, eso colocaba a la justicia en un borde peligroso: el de brindar a un problema político una salida judicial. Es la política y no la justicia lo estúpido, ya que había agotado sus recursos para resolver "el drama de los cartoneros". El límite, parece estar, para una parte de la justicia porteña, en esos lugares donde la acción u omisión de la gestión es de vida o muerte... Y de eso se trata, de una justicia que actúa sobre la lenta condena que pesa sobre los mas pobres en esta ciudad, como si fuese la inercia activa de una leve declinación de las políticas que, gradualmente, va agotando sus recursos sociales. Como es este caso, el de quienes tienen derecho a una vivienda digna, y viven en un campamento de refugiados diseñado para seis meses de hospedaje, llevan dos años, y se ha triplicado como mínimo la población residente. Y se trata de un derecho cuyo rango constitucional (el de la vivienda) parece tallado "en la mas alta y fría de las tablas", porque todo indica que en países como el nuestro, la constitución fue escrita por ángeles que grabaron sus sueños en las piedras, cerca del cielo, cuya letra sigue rodeada del aura celestial, para que finalmente y simplemente sean hombres de carne y hueso los que expresan la verdá-de-la-milanesa, o sea, el sucio rol de despertar de esos sueños a una realidad donde las palabras son hembras y los hechos son machos. Bien. No es solo el delito, ni la financiación de la política, lo que separa a la política de la ley, como les gusta pensar a muchos. La justicia debe interiorizar los tiempos políticos y estatales, para no poner finalmente los sueños de mucha gente de rehén. La justicia no puede ser la soñadora de la sociedad en voz alta. Pero sí puede ser una herramienta de lucha para aquellos que aún luchan. Y este es el caso. Y Macri (como Ibarra y Telerman) se basa en argumentos republicanos formales para violar sistemáticamente la ley. Esta vez la justicia es justa por las dos cosas: porque se apega a la ley, y porque es racionalmente política en el cumplimiento de ella.
Mientras tanto, las casas definitivas que corresponden a la gente incendiada que vive en el asentamiento de Parque Roca las construye la Fundación Madres de Plaza de Mayo, con fondos del Plan Federal, mediados (con lentitud y chicanas) por el gobierno porteño (IVC), utilizando mano de obra calificada del mismo vecindario, en un obrador en Castañares y Gral. Paz, todavía dentro de la ciudad en la que todos tienen derecho a vivir.
viernes, enero 23, 2009
jueves, enero 22, 2009
Mucho cuidado con el uso de las comillas
Propongo un ejercicio empírico, antes de iniciar esta lectura, para poder ganar la confianza de la mirada que por aquí pasa y que no sea leído “entre comillas”. La tarea consiste en buscar cualquier artículo de la prensa oficial paraguaya con infinita libertad de fecha que trate acerca de los movimientos de los sin techo y sin tierra. Encontrará comillas, indefectiblemente. Eso en el caso que no encuentre explícitamente como prefijo la palabra “supuestos”. Supuestos sin tierra, supuestos sin techo.
miércoles, enero 21, 2009
Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos...
Me gustó esto de Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y colonizaron el Oeste; soportaron el látigo y labraron la dura tierra. Por nosotros combatieron y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn.
lunes, enero 19, 2009
sábado, enero 17, 2009
Lo que nos ocupa es la conciencia, esa abuela que regula el mundo.
Hay que revisar de manera urgente la relación entre Derechos Humanos y guerra.
La masacre de Gaza coloca a las acciones armadas de Hamas (con un potencial bélico notablemente menor) en una situación que no es –parece- la originaria. ¿Impulsan una guerra o ejercen la defensa de un pueblo agredido? ¿O son las dos cosas a la vez?
Si se acepta la versión de que la ofensiva militar israelí es una respuesta a permanentes ataques de misiles recibidos por Israel, entonces, a esa ofensiva solo puede oponerse mundialmente un pedido de piedad, sobre los “daños colaterales”. Hasta ahí, mas allá de la indignación, todo parece sencillo de ser pensado, incluso para quienes no somos expertos en los detalles de ese lugar central del mundo de hoy. Los "daños colaterales" son en verdad, uno podría pensar, la esencia misma del ataque militar. Lo secundario es lo primario. Digamos que es imposible pensar la violencia sin el plus, sin su efecto desmedido. Daños colaterales puede sonar a excesos, es decir, a la admisión de errores de cálculo o pasión de los sujetos de carne y hueso que llevan adelante un ataque, una batalla, una guerra, y que serían factibles de ser corregidos. Como si la esencia de lo militar fuese científica. Una ciencia de la fatalidad encargada de que lo inevitable (¡la guerra!) no elimine colateralmente vidas inocentes.
Pero esos "efectos secundarios", no sólo son principales, sino que producen un escenario político nuevo, sobre el que cada tanto se vuelve, y que exponen en la superficie una realidad de dominación u opresión aparente. Digamos que la muerte de los niños ayuda a pensar en términos desproporcionados. En este conflicto Israel funciona como Estado. Y en la conciencia universal los Estados deben ser notablemente mas rigurosos en los derechos que respetan. Los DDHH surgen como política portadora de una conciencia de la humanidad acerca de lo que los Estados deben respetar. Quiero decir: vivimos en un mundo sensiblemente dominado por la percepción de que esa desproporción dice algo. Dice algo acerca de las "responsabilidades de los mas fuertes".
Ya dijimos alguna vez algo alrededor de la tortura. Decíamos que muchas “guerras” puedieron prescindir de muchas cosas menos de la tortura como arma. Y lo decíamos en relación al tipo de conflicto armado que sucedió en la Argentina hasta 1983, pero extendíamos eso a pensar la guerra de EEUU desatada -por lo menos visiblemente- desde septiembre de 2001 contra el terrorismo.
¿Cómo se combate a un enemigo invisible? Operando de manera total donde se hace visible. Y eso con la capacidad absoluta que tiene EEUU para que un sujeto atrapado sea vaciado de toda la información que tiene y permita reconstruir la trama terrorista que se combate. No es el dilema de torturar a alguien que sabe dónde está la bomba que va a explotar en una hora. No, se trata de que ese sujeto ayude a hacer visible al enemigo. Es una guerra continua, integral, contra las células dormidas, digamos.
Uno frente a Guantánamo, y también frente al “exceso” israelí, que son dos tipos de operaciones que ya cargan con la condena internacional, debe imaginar que no solamente se trata de advertir la capacidad absoluta del parque industrial militar (cuya inmensidad abona mucho a la teoría de que la guerra es el motor de la economía, etc.) y de los niveles de intervención mundial de la CÍA, enajenados de toda forma de control multilateral mínimo… también se trata de ver en “esos métodos” los únicos que aseguran la victoria. Como si el mundo pidiera que "libren mejor" esa guerra justa, negando la realidad de que no hay mejores ni otras formas de librarlo. El terrorismo engendra la violación de los Derechos Humanos, en parte, porque promueve la disolución del Estado que los viola. Una fatalidad.
EEUU e Israel no van a “perfeccionarse” para poder separar la paja del trigo. ¡El medio es el mensaje! Pero hablamos de dos cosas: de bombardeos sobre civiles y de tortura. O sea, del fin de dos “inocencias” que hacen a la modernidad: la inocencia de los niños, o sea, de quienes no son parte en el conflicto como mínimo, y la inocencia “hasta que se demuestre lo contrario”, sobre la que se monta cualquier aparato jurídico moderno cuando se juzga a alguien. Se mata a niños, se tortura a acusados de delitos. No hay garantías. Y frente a esta realidad es tentador preguntarse “¿y cómo actúan del otro lado?” (Insisto: admitiendo el carácter binario que el mundo intenta devolverse a sangre y fuego). ¿Cómo sería Hamas con el mismo poder que Israel? ¿Cuánto respetaría la vida de los niños israelíes?
Israel ayuda en la desproporción de lo que dice ser una “respuesta” a invertir el orden en donde Hamas se ubica como débil y heroica resistencia (amén de quienes sean capaces de hacer una autopsia sobre las ideas teocráticas del grupo). La fuerza descomunal lleva a pensar pragmáticamente que todos aquellos que bregan por procesos, digamos, de liberación, deberían tender al abandono total de las armas, de la lucha armada, del terreno militar, y migrar hacia la aceptación de las que dicen ser las reglas de juego occidentales, basadas en la democracia, la justicia y la libertad. Pero de nuevo: parece que no se trata de “opciones metodológicas”, desde ninguna de las perspectivas en pugna. Uno podría decir: ¿quiere eso Israel? Y no obstante subsiste la idea de que ambas posiciones, tanto la victoria interna de Hamas como el reposicionamiento político del gobierno de Israel en un clima preelectoral, se basan en exactamente lo que están haciendo en este momento. Es decir: en enfrentarse. La guerra no es la continuidad de la política, es una simple función de la política, según parece.
Intento decir que los Derechos Humanos son un discurso, sobre todo, contra la violencia. Contra la guerra. A mi entender, suponen la contingencia de hechos frente a algo que es trascendente, aunque suene peligroso, o casi genetista, que es la condición humana. Traduzco para mí que se trata de pensar que todo hombre tiene dos cosas: su particularidad histórica, política, y su universalidad. Esta traducción torpe que hago, me lleva a pensar que en realidad la mayor disputa política se da a través del concepto de DDHH, a través del cual se puede no sólo ampliar su significación (extenderla a aspectos “sociales”), sino que también debería ser la bandera decisiva bajo la que se ejercen las luchas de liberación.
Pero no se puede hacer las dos cosas a la vez. No se puede defender al niño palestino muerto, y bajo la superficie de ese emblema calentar la sangre guerrera de los vivos. Porque es como darle una suerte de utilidad política a estas vidas. Y si son inocentes, también lo son en ese sentido. ¿O son la sangre necesaria para la continuidad de la guerra? ¿Qué significa un niño muerto en estas condiciones? Algunas cosas, incluso la tendencia de las condenas a la ofensiva israelí, ayudan a pensar en términos de que la única salida política es la derrota definitiva de Hamas. Parece ser eso, así como están las cosas, lo único que permite pensar en que no habrá mas niños muertos. ¿De dónde es capaz de surgir un límite real a la capacidad militar de Israel que, a esta altura, no arrasa con todo porque no quiere?
La sangre inocente se afirma en la realidad dura de que el pueblo palestino es el escenario de la guerra. Ya ni siquiera es parte de la guerra. Es un escenario de carne humana donde se lucha y, profundamente, se libra una batalla de sentido. Israel es el Estado.
La masacre de Gaza coloca a las acciones armadas de Hamas (con un potencial bélico notablemente menor) en una situación que no es –parece- la originaria. ¿Impulsan una guerra o ejercen la defensa de un pueblo agredido? ¿O son las dos cosas a la vez?
Si se acepta la versión de que la ofensiva militar israelí es una respuesta a permanentes ataques de misiles recibidos por Israel, entonces, a esa ofensiva solo puede oponerse mundialmente un pedido de piedad, sobre los “daños colaterales”. Hasta ahí, mas allá de la indignación, todo parece sencillo de ser pensado, incluso para quienes no somos expertos en los detalles de ese lugar central del mundo de hoy. Los "daños colaterales" son en verdad, uno podría pensar, la esencia misma del ataque militar. Lo secundario es lo primario. Digamos que es imposible pensar la violencia sin el plus, sin su efecto desmedido. Daños colaterales puede sonar a excesos, es decir, a la admisión de errores de cálculo o pasión de los sujetos de carne y hueso que llevan adelante un ataque, una batalla, una guerra, y que serían factibles de ser corregidos. Como si la esencia de lo militar fuese científica. Una ciencia de la fatalidad encargada de que lo inevitable (¡la guerra!) no elimine colateralmente vidas inocentes.
Pero esos "efectos secundarios", no sólo son principales, sino que producen un escenario político nuevo, sobre el que cada tanto se vuelve, y que exponen en la superficie una realidad de dominación u opresión aparente. Digamos que la muerte de los niños ayuda a pensar en términos desproporcionados. En este conflicto Israel funciona como Estado. Y en la conciencia universal los Estados deben ser notablemente mas rigurosos en los derechos que respetan. Los DDHH surgen como política portadora de una conciencia de la humanidad acerca de lo que los Estados deben respetar. Quiero decir: vivimos en un mundo sensiblemente dominado por la percepción de que esa desproporción dice algo. Dice algo acerca de las "responsabilidades de los mas fuertes".
Ya dijimos alguna vez algo alrededor de la tortura. Decíamos que muchas “guerras” puedieron prescindir de muchas cosas menos de la tortura como arma. Y lo decíamos en relación al tipo de conflicto armado que sucedió en la Argentina hasta 1983, pero extendíamos eso a pensar la guerra de EEUU desatada -por lo menos visiblemente- desde septiembre de 2001 contra el terrorismo.
¿Cómo se combate a un enemigo invisible? Operando de manera total donde se hace visible. Y eso con la capacidad absoluta que tiene EEUU para que un sujeto atrapado sea vaciado de toda la información que tiene y permita reconstruir la trama terrorista que se combate. No es el dilema de torturar a alguien que sabe dónde está la bomba que va a explotar en una hora. No, se trata de que ese sujeto ayude a hacer visible al enemigo. Es una guerra continua, integral, contra las células dormidas, digamos.
Uno frente a Guantánamo, y también frente al “exceso” israelí, que son dos tipos de operaciones que ya cargan con la condena internacional, debe imaginar que no solamente se trata de advertir la capacidad absoluta del parque industrial militar (cuya inmensidad abona mucho a la teoría de que la guerra es el motor de la economía, etc.) y de los niveles de intervención mundial de la CÍA, enajenados de toda forma de control multilateral mínimo… también se trata de ver en “esos métodos” los únicos que aseguran la victoria. Como si el mundo pidiera que "libren mejor" esa guerra justa, negando la realidad de que no hay mejores ni otras formas de librarlo. El terrorismo engendra la violación de los Derechos Humanos, en parte, porque promueve la disolución del Estado que los viola. Una fatalidad.
EEUU e Israel no van a “perfeccionarse” para poder separar la paja del trigo. ¡El medio es el mensaje! Pero hablamos de dos cosas: de bombardeos sobre civiles y de tortura. O sea, del fin de dos “inocencias” que hacen a la modernidad: la inocencia de los niños, o sea, de quienes no son parte en el conflicto como mínimo, y la inocencia “hasta que se demuestre lo contrario”, sobre la que se monta cualquier aparato jurídico moderno cuando se juzga a alguien. Se mata a niños, se tortura a acusados de delitos. No hay garantías. Y frente a esta realidad es tentador preguntarse “¿y cómo actúan del otro lado?” (Insisto: admitiendo el carácter binario que el mundo intenta devolverse a sangre y fuego). ¿Cómo sería Hamas con el mismo poder que Israel? ¿Cuánto respetaría la vida de los niños israelíes?
Israel ayuda en la desproporción de lo que dice ser una “respuesta” a invertir el orden en donde Hamas se ubica como débil y heroica resistencia (amén de quienes sean capaces de hacer una autopsia sobre las ideas teocráticas del grupo). La fuerza descomunal lleva a pensar pragmáticamente que todos aquellos que bregan por procesos, digamos, de liberación, deberían tender al abandono total de las armas, de la lucha armada, del terreno militar, y migrar hacia la aceptación de las que dicen ser las reglas de juego occidentales, basadas en la democracia, la justicia y la libertad. Pero de nuevo: parece que no se trata de “opciones metodológicas”, desde ninguna de las perspectivas en pugna. Uno podría decir: ¿quiere eso Israel? Y no obstante subsiste la idea de que ambas posiciones, tanto la victoria interna de Hamas como el reposicionamiento político del gobierno de Israel en un clima preelectoral, se basan en exactamente lo que están haciendo en este momento. Es decir: en enfrentarse. La guerra no es la continuidad de la política, es una simple función de la política, según parece.
Intento decir que los Derechos Humanos son un discurso, sobre todo, contra la violencia. Contra la guerra. A mi entender, suponen la contingencia de hechos frente a algo que es trascendente, aunque suene peligroso, o casi genetista, que es la condición humana. Traduzco para mí que se trata de pensar que todo hombre tiene dos cosas: su particularidad histórica, política, y su universalidad. Esta traducción torpe que hago, me lleva a pensar que en realidad la mayor disputa política se da a través del concepto de DDHH, a través del cual se puede no sólo ampliar su significación (extenderla a aspectos “sociales”), sino que también debería ser la bandera decisiva bajo la que se ejercen las luchas de liberación.
Pero no se puede hacer las dos cosas a la vez. No se puede defender al niño palestino muerto, y bajo la superficie de ese emblema calentar la sangre guerrera de los vivos. Porque es como darle una suerte de utilidad política a estas vidas. Y si son inocentes, también lo son en ese sentido. ¿O son la sangre necesaria para la continuidad de la guerra? ¿Qué significa un niño muerto en estas condiciones? Algunas cosas, incluso la tendencia de las condenas a la ofensiva israelí, ayudan a pensar en términos de que la única salida política es la derrota definitiva de Hamas. Parece ser eso, así como están las cosas, lo único que permite pensar en que no habrá mas niños muertos. ¿De dónde es capaz de surgir un límite real a la capacidad militar de Israel que, a esta altura, no arrasa con todo porque no quiere?
La sangre inocente se afirma en la realidad dura de que el pueblo palestino es el escenario de la guerra. Ya ni siquiera es parte de la guerra. Es un escenario de carne humana donde se lucha y, profundamente, se libra una batalla de sentido. Israel es el Estado.
Paraguay
La reserva de agua dulce
Carne pura del mas puro dios, Mariscal.
Ya perdiste la fundición de Ibicuy, la que nació para la obra
pública, pero qué mejor obra
pública que la guerra,
obra sobre el temperamento del pueblo
de manera que lo que empieza como entrega
con pavas y campanas
sigue con el infante…
Mientras cae Bergés, mientras cae Brugues,
o Vicente Barrios casado con tu hermana Inocencia,
o el obispo Palacios,
mártires de una moneda que a tus espaldas
también se talla, pero Paraguay
tiene acuñado al Sargento González, “un
paraguayo quien luchó sólo, contra
diez soldados brasileños; pero al fin
reducido por persuasión. Y cuando
le preguntaron por qué luchó ante
ventaja tan desigual, y sin esperanza, respondió:
‘Lucho porque soy valiente,
como todos los paraguayos’”.
¿Y alguien recuerda a Wenceslao Robles,
muerto por borracho, fusilado por su debilidad
humana al coñac?
Fue rechazado en Corrientes, fracasó.
¿Quién ha visto la aguada pintada sin firma de Wenceslao Robles?
Carne pura del mas puro dios, Mariscal.
Ya perdiste la fundición de Ibicuy, la que nació para la obra
pública, pero qué mejor obra
pública que la guerra,
obra sobre el temperamento del pueblo
de manera que lo que empieza como entrega
con pavas y campanas
sigue con el infante…
Mientras cae Bergés, mientras cae Brugues,
o Vicente Barrios casado con tu hermana Inocencia,
o el obispo Palacios,
mártires de una moneda que a tus espaldas
también se talla, pero Paraguay
tiene acuñado al Sargento González, “un
paraguayo quien luchó sólo, contra
diez soldados brasileños; pero al fin
reducido por persuasión. Y cuando
le preguntaron por qué luchó ante
ventaja tan desigual, y sin esperanza, respondió:
‘Lucho porque soy valiente,
como todos los paraguayos’”.
¿Y alguien recuerda a Wenceslao Robles,
muerto por borracho, fusilado por su debilidad
humana al coñac?
Fue rechazado en Corrientes, fracasó.
¿Quién ha visto la aguada pintada sin firma de Wenceslao Robles?
lunes, enero 12, 2009
Enero, enero... La fiebre de verano porteño.
¿No hay vacaciones políticas? ¿No hay mas vacaciones políticas en enero? ¿Ni siquiera en enero? Lilita ya dijo que ella se queda en Buenos Aires... A ver, miremos TN: ¿cuántos programas políticos tiene? Código político, A dos voces, Desde el llano (mi favorito), Otro tema, Palabras mas, ¿alguno mas? ¿Argentina para armar? Si bien tendría que estar en Utilísima... sí, es una sobremesa política del fin de semana en el country, picando el asado frío, a la que se quedaron los sensibles. Pero... ¿todos los programas siguen? ¿No se corta un poquito en el verano? ¿No hay receso?
No... hay ansiedad. Porque algunos tristes, y muchos felices (se palpita en los diarios), están viendo cómo empieza el año que promete ser el principio en las urnas del fin del kirchnerato. Es decir, del ciclo que comienza el 25 de mayo de 2003 con la mejor presidencia de la democracia. Enero es el mes crítico, al rojo vivo, desde el 2001 por lo menos. O desde antes, desde aquellos cortes de luz en el final menemista (creo que fueron ahí). Los que no se pueden rajar pueden ir a la asamblea de su barrio si tienen suerte y toca un verano caliente, destituyente. Yo, por lo pronto, mientras me quedo con Lilita en Buenos Aires, y me doy una panzada de programas políticos que no cesan, confieso que si fuese asesor de un político de primera le diría una sola cosa: que nunca confío en los políticos que cuando termina el bloque y van a la pausa, y la cámara se va a alejando, y entre anuncios dispersos previos al corte persiste la imagen del periodista y el invitado... digo: no confío del político que se queda mudo, quieto, esperando que le avisen para pararse. No. Creo en el tipo que sigue hablando, y gesticulando, enojado... Como si ahí reafirmara que lo que dice es lo que piensa, y como si fuese capaz de decirle a Nelson, a Joaquín, a quien sea, que lo que dice es verdad, que es así, y que lo dice en privado, en público, en donde sea.
Otro tema: ya que la onda mundial (y fuimos visionarios) viene por el lado de discutir diversas desregulaciones, estoy pensando en que se debe regular, legislar, alrededor de esa tendencia a que todo político tiene derecho a crear su propio cuchitril, quiero decir: su encuentro progresista, su unión federal, su frejuli, su frecilina reciclada, o lo que sea... Habría que delimitar cuántos partidos tiene en total la Argentina, y, quizás compulsivamente, crear las condiciones para que cada político se afilie a uno. La política es interna. ¿Cuáles son las condiciones para que exista un partido? Que lo discuta el parlamento. Para eso existen los poderes. Para quitarle el derecho a la gente a pensar el orden.
Enero, enero... me enferma.
sábado, enero 10, 2009
jueves, enero 08, 2009
¿Cómo se planta una palmera en el desierto?
En las charlas de café cuando toca la bolilla "política internacional" hay varias tendencias: la de quienes ven en esto una “limpieza étnica” (¡un genocidio israelí!), la de quienes piensan algo como “¿qué querés después de mas de diez mil bombas que les tiraron los palestinos como para no decir Basta?”, la de los que te guiñan un ojo y te sugieren que en verdad Israel financió al Hamas, y la de quienes intentan pensar. Y lo hacen a miles de kilómetros de distancia sobre algo que verdaderamente es... complejo.
Pero de todas, una de las tendencias que prevalece con mas frecuencia, es la de suponer siempre que la política internacional está dominada por la alta conspiración, cosa que, paradójicamente, lejos de hacer mas difícil, complicado y específico el análisis, lo hace mas burdo y llano, simple y frío: esta es una movida de los judíos para condicionar a Obama.
Ayer crucé el final de la marcha en repudio a la BRUTAL MASACRE QUE ESTÁ OCURRIENDO, y advertí que en una esquina se había apoltronado la tropa del PO, y escuchaban la voz forzuda de Altamira (uno de esos políticos por los que uno siente irremediablemente afecto) reprochando la ausencia de Ripoll, o sugiriendo la tibia presencia solitaria de Mario Cafiero, etc., es decir, pasando lista de todos los acusados de especulación y usura con el "voto judío" de esta ciudad.
Medio Oriente es una experiencia intransferible, particularísima, dolorosa para cualquiera que siente el dolor que se produce en cualquier lugar de la tierra. Ayer vi al rabino Bergman en el programa de Longobardi hablar de esa guerra con precisión y cinismo, con cierta piedad (porque está claro que hay un fuerte y un débil, una relación asimétrica de fuerzas que no puede menos que sugerir un principio de piedad), pero que en tanto sugería el respaldo efectivo del gobierno a “funcionarios” (estaba hablando de D’Elía) que se expresaron contra un supuesto genocidio no hacía mas que reducir al extremo su, digamos, posición frente a los hechos. Y a la vez hablaba de la cancillería (como si fuera una parte enajenada del gobierno, claro, es que está llena de “gente de carrera”, es un lugar de estado y no de gobierno) cuya expresión oficial, a través de un comunicado, se hizo en justos términos, repudiando a las “dos violencias”.
La mundialización de la guerra en Medio Oriente, en aquellos que creen o sueñan (o anhelan) que allí se desarrolla una especie de vanguardia o retaguardia de la guerra mundial, oscurece el sentido de lo que sí quizás es posible reclamarse desde acá, pisando un país decididamente occidental y judeocristiano: la presión por el respeto a los Derechos Humanos en las condiciones irreversibles en las que unos avanzarán sobre otros. El “empate simbólico” que la presencia de dos religiones en pugna tiñe a un conflicto de mil matices no puede ocultar la decisión histórica, el rumbo victorioso imperialista en el que las cartas se han jugado. Vivimos en países universalistas, o sea, donde triunfó el fuerte sobre el débil.
La fórmula insípida de la no violencia diría así: el débil para hacerse fuerte debe renunciar al terreno en el que es débil (la fuerza militar) y afincarse en el terreno moral de los vencidos.
¿Por qué sostener fantasías guerreras, pañuelos palestinos que cubren rostros de intifadas? Quizás porque en algún imaginario es posible fijar que en realidad vivimos dominados por las formas en que EEUU ha declarado su guerra al mundo, desde 1945, para su total dominación, y que en la desnuda debilidad de ese pueblo la guerra no ha terminado. Las transformaciones mundiales y la propia dinámica financiera mundial, complejizan no sólo el carácter nacional de esa idea de “contienda”, sino que mella en contra de creer indefectiblemente que ese conflicto lleva a algún lado, rearma un sistema de relato mundial en el que en algún lugar de la tierra viven pueblos puros y guerreros rebelados al mandato occidental al que silenciosa y exitosamente se integró India, China, Rusia, etc. (¿Los mejores países han acallado sus guerras, sus convulsiones internas naturales al proceso globalizador? Lo que configura todo lo popular y esencial que tenía la concepción menemista de la historia: no era el fin de la historia, era el fin de la guerra social de la historia, y convertirse en el mas amigo del país mas poderoso. También esa lógica campechana empujó a Malvinas, cuando mas que a una guerra se creyó ir a la consumación de un reclamo formal, y finalmente todo se iba a dirimir en la casa blanca, deudora de entrenamientos sucios en Centroamérica.)
Quiero decir: no podemos desde la Argentina defender la guerra justa de un pueblo. Fantasías montoneras de ayer y hoy. El discurso debería ir por defender a un pueblo de la guerra, sí, bien leongieca la cosa.
Un bellísimo poema del poeta palestino Samih Al Qassim:
Así
Como se planta una palmera en el desierto.
Como mi madre deja un beso sobre mi frente arrugada.
Como mi padre se cubre con mi capa
y revisa con mi hermano la lección de lectura
Como la espiga brota de la tierra.
Como sonríe a los enamorados una estrella.
Como un soplo que borra la fatiga del rostro del obrero.
Como se alza una fábrica entre las nubes.
Como cantan algunos amigos un refrán.
Como sonríe el extranjero al extranjero.
Como retorna el pájaro a su amado nido.
Como un niño que lleva sus cuadernos.
Como el desierto cuando recibe la lluvia.
Así late en mi pecho mi condición de árabe.
Como se planta una palmera en el desierto.
Como mi madre deja un beso sobre mi frente arrugada.
Como mi padre se cubre con mi capa
y revisa con mi hermano la lección de lectura
Como la espiga brota de la tierra.
Como sonríe a los enamorados una estrella.
Como un soplo que borra la fatiga del rostro del obrero.
Como se alza una fábrica entre las nubes.
Como cantan algunos amigos un refrán.
Como sonríe el extranjero al extranjero.
Como retorna el pájaro a su amado nido.
Como un niño que lleva sus cuadernos.
Como el desierto cuando recibe la lluvia.
Así late en mi pecho mi condición de árabe.
domingo, enero 04, 2009
¿Por qué las guerras no se televisan mas? (Salvo esa pantalla verde por la que avanzan figuras fosforescentes...)
(Volviendo de las vacas me topé con esto del Escriba. Duhalde, Duhalde... un significante roñoso dificilísimo... ¿se puede ser dos o varias cosas a la vez? La mejor versión de sí es que fue un gran presidente. Y todo lo demás también. No importa ahora la fraseología pejotista canchera que supone que todo aquello que no hace pactos con el diablo es blanco, republicanero, idealista... Ese no es -por lo menos- el temperamento cotidiano del Gran Escriba, quien suele apuntar con puntería, valga la. Duhalde inventó algo que ya estaba inventado: que gobernar la provincia de Buenos Aires era tener mucho, todo, el poder. Claro que no se trata de toda la provincia. No se trata de los kilómetros bellísimos alfombrados de girasoles que pueden rodear a Cristiano Muerto, en lujosas tierras casi sin hombres. No. Se trata del conurbano, esa franja de Gaza, a la que Kirchner le adhirió una premisa mejor: gobernar el país es, sobre todo, mas que nada, obsesivamente, gobernar el conurbano bonaerense. De ahí que nadie esté mas solo que Scioli. Y que nadie tenga, en el espejismo mediático y en algo mas que eso, mas poder que Scioli. Lo que pasa es que la presidencia de la Nación Argentina tiene su sede territorial inmediata en el conurbano bonaerense, y Kirchner transformó a la gobernación en un débil ejecutivo de la presidencia (Presidencia concentrada - intendentes arrabaleros). Duhalde consolidó con aura mazorquera esa tendencia irrefrenable. Yo no creo, no afirmaría, que Duhalde construyó el conurbano, o eso que llamamos con desdén, o sea, los muchos municipios que forman y ayudan a formar el área metropolitana. Duhalde construyó el equilibrio, o un orden posible, horrible, cuando era previsible observar que las políticas nacionales que llevaba a cabo un presidente -del que curiosamente supo ser vice- iban a impactar en el alma y el cuerpo de esos millones de bonaerenses de manera brutal. Para el cuerpo tuvo un plan de operaciones del que se sabe tanto como ahora, porque perdura, y para el alma tuvo algunas curitas y polos sociales que predicaban por ahí los restos del evangelio según San Mateo. En tal caso... Duhalde es el huevo y la gallina. Sobrados pergaminos roñosos para ahora hablar de "lo social". ¿Por qué el entusiasmo kirchnerista debe ocultar el origen duhaldista de la gesta? Duhalde ha hecho metástasis en la política argentina, y hasta algunos de los que sonríen en la foto a la "izquierda de Kirchner" son amigos de Duhalde. Ahora bien: nada de lo dicho ayuda a desentrañar de qué estamos hablando cuando hablamos de Duhalde. Hablamos sobre una marea de interpretaciones que, a juzgar por las acciones concretas de su viejo gobierno de un año y pico, muchas veces son injustas. Pero estamos hablando o pensando, creo yo, frente a un misterio, el misterio de uno de los hombres mas importantes de la política argentina, uno de esos tipos -cuyo juego- escapa también al vizcachismo bloguero que ejecuta su artillería on line. Lo cierto es que es probable que lo único que podamos pensar es que hay una "baldosa floja" en lo social como para que ese hombre, meticuloso y frío, vuelva a cargar las tintas ahí. Cosa que ya todo el mundo venía pensando. Pero que esa baldosa floja lo sea de una manera tan evidente, que permita que Duhalde no sólo hable, sino que asomen rastros de renovada legitimidad en ello, pone en blanco sobre negro que el final es en donde partir, o, que la única oportunidad histórica del kirchnerismo se está perdiendo, y esa oportunidad de alguna manera tenía que ver con los pobres, con la pobreza, con ciertas esperanzas de impronta redentora. Si Duhalde vuelve a posar afligido por el dolor del cartonero... ¡mamita! ¿Pero viste que Duhalde tiene algo medio en el tono, medio en la mirada, que te hace pensar cuando habla de pobreza en algo: que la conoce? Es un tipo de las entrañas de ahí. Pérsico siempre va a parecer un tipo de la periferia duhaldista. ¿Y eso es deliberadamente elogioso? ¿Eso tiene que ser así? ¿Duhalde y el conurbano pobre es como Cavallo y la convertibilidad (tiene una "intimidad" con la cosa...)? Duhalde fue un gran fusible de la convertibilidad, fue quien pensó ordenadamente su salida, construyendo pequeñas batallas orgánicas (¿recuerdan el Congreso de Lanús?), y quien resistió el embate de la caída del poder adquisitivo en el salario real. Cometió ese sacrificio necesario, en condiciones que ahora parecen notablemente favorables cuando no lo eran. ¿Pero cuál es el límite de ese elogio? La duda sobre Duhalde es una cosa que pasa por el temor, y no hablo del temor al pejotismo, o cosas así, hablo de un temor que podría formularse así: ¿dónde termina el trayecto de este tipo?, ¿cuál es su función en la política argentina? Ahora que es tan clara la de Alfonsín, Menem, etc. Bueno, masomenos por ahí va la cosa que me despertó ese gran post del verano.)
(Volviendo de las vacas me topé con esto del Escriba. Duhalde, Duhalde... un significante roñoso dificilísimo... ¿se puede ser dos o varias cosas a la vez? La mejor versión de sí es que fue un gran presidente. Y todo lo demás también. No importa ahora la fraseología pejotista canchera que supone que todo aquello que no hace pactos con el diablo es blanco, republicanero, idealista... Ese no es -por lo menos- el temperamento cotidiano del Gran Escriba, quien suele apuntar con puntería, valga la. Duhalde inventó algo que ya estaba inventado: que gobernar la provincia de Buenos Aires era tener mucho, todo, el poder. Claro que no se trata de toda la provincia. No se trata de los kilómetros bellísimos alfombrados de girasoles que pueden rodear a Cristiano Muerto, en lujosas tierras casi sin hombres. No. Se trata del conurbano, esa franja de Gaza, a la que Kirchner le adhirió una premisa mejor: gobernar el país es, sobre todo, mas que nada, obsesivamente, gobernar el conurbano bonaerense. De ahí que nadie esté mas solo que Scioli. Y que nadie tenga, en el espejismo mediático y en algo mas que eso, mas poder que Scioli. Lo que pasa es que la presidencia de la Nación Argentina tiene su sede territorial inmediata en el conurbano bonaerense, y Kirchner transformó a la gobernación en un débil ejecutivo de la presidencia (Presidencia concentrada - intendentes arrabaleros). Duhalde consolidó con aura mazorquera esa tendencia irrefrenable. Yo no creo, no afirmaría, que Duhalde construyó el conurbano, o eso que llamamos con desdén, o sea, los muchos municipios que forman y ayudan a formar el área metropolitana. Duhalde construyó el equilibrio, o un orden posible, horrible, cuando era previsible observar que las políticas nacionales que llevaba a cabo un presidente -del que curiosamente supo ser vice- iban a impactar en el alma y el cuerpo de esos millones de bonaerenses de manera brutal. Para el cuerpo tuvo un plan de operaciones del que se sabe tanto como ahora, porque perdura, y para el alma tuvo algunas curitas y polos sociales que predicaban por ahí los restos del evangelio según San Mateo. En tal caso... Duhalde es el huevo y la gallina. Sobrados pergaminos roñosos para ahora hablar de "lo social". ¿Por qué el entusiasmo kirchnerista debe ocultar el origen duhaldista de la gesta? Duhalde ha hecho metástasis en la política argentina, y hasta algunos de los que sonríen en la foto a la "izquierda de Kirchner" son amigos de Duhalde. Ahora bien: nada de lo dicho ayuda a desentrañar de qué estamos hablando cuando hablamos de Duhalde. Hablamos sobre una marea de interpretaciones que, a juzgar por las acciones concretas de su viejo gobierno de un año y pico, muchas veces son injustas. Pero estamos hablando o pensando, creo yo, frente a un misterio, el misterio de uno de los hombres mas importantes de la política argentina, uno de esos tipos -cuyo juego- escapa también al vizcachismo bloguero que ejecuta su artillería on line. Lo cierto es que es probable que lo único que podamos pensar es que hay una "baldosa floja" en lo social como para que ese hombre, meticuloso y frío, vuelva a cargar las tintas ahí. Cosa que ya todo el mundo venía pensando. Pero que esa baldosa floja lo sea de una manera tan evidente, que permita que Duhalde no sólo hable, sino que asomen rastros de renovada legitimidad en ello, pone en blanco sobre negro que el final es en donde partir, o, que la única oportunidad histórica del kirchnerismo se está perdiendo, y esa oportunidad de alguna manera tenía que ver con los pobres, con la pobreza, con ciertas esperanzas de impronta redentora. Si Duhalde vuelve a posar afligido por el dolor del cartonero... ¡mamita! ¿Pero viste que Duhalde tiene algo medio en el tono, medio en la mirada, que te hace pensar cuando habla de pobreza en algo: que la conoce? Es un tipo de las entrañas de ahí. Pérsico siempre va a parecer un tipo de la periferia duhaldista. ¿Y eso es deliberadamente elogioso? ¿Eso tiene que ser así? ¿Duhalde y el conurbano pobre es como Cavallo y la convertibilidad (tiene una "intimidad" con la cosa...)? Duhalde fue un gran fusible de la convertibilidad, fue quien pensó ordenadamente su salida, construyendo pequeñas batallas orgánicas (¿recuerdan el Congreso de Lanús?), y quien resistió el embate de la caída del poder adquisitivo en el salario real. Cometió ese sacrificio necesario, en condiciones que ahora parecen notablemente favorables cuando no lo eran. ¿Pero cuál es el límite de ese elogio? La duda sobre Duhalde es una cosa que pasa por el temor, y no hablo del temor al pejotismo, o cosas así, hablo de un temor que podría formularse así: ¿dónde termina el trayecto de este tipo?, ¿cuál es su función en la política argentina? Ahora que es tan clara la de Alfonsín, Menem, etc. Bueno, masomenos por ahí va la cosa que me despertó ese gran post del verano.)
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