Carta Abierta a Horacio Verbitsky
Por Rodolfo Galimberti
Solicitada publicada en el diario Crónica el 14/08/1987Por esas meras "coincidencias" de la diagramación de los diarios aparecen una al lado de la otra, en la edición del 31-7-87, una columna suya sobre la situación de Nelson Mandela, líder del Congreso Nacional Africano, preso en Sudáfrica; una solicitada de supuestos integrantes del Peronismo Revolucionario que se integrarían al FRAL y gran titular que pretende adjudicar a Mario Firmenich la absurda proposición de una ley de AMNISTIA bautizada “Videla-Firmenich”, cuando es público y notorio que venimos batallando políticamente en forma incansable contra la falaz e infame teoría de los dos demonios y que, además, sostenemos en documentos públicos: “Nuestra Propuesta Política de Autocrítica y Reconciliación Nacional dentro del Pacto para la Transición Democrática” (14 de junio, 1987). Buenos es recordar además que Mario Firmenich está detenido, pesando sobre él una condena a 30 años de prisión en primera instancia, que tiene un régimen de visitas restringido y que Página/12 no se toma el trabajo de consultarlo antes de publicar la “noticia”.
Esta amalgama, donde se mezcla la “carne podrida” con sus opiniones políticas, nos inspira algunas reflexiones: En el contexto de la lucha del Congreso Nacional Africano, Oliver Tambo (quien se ha entrevistado personalmente con Mario Firmenich en el marco de reuniones de No Alineados y con quien nuestra agrupación mantiene permanentes y fraternales relaciones) no niega haber pertenecido al CNA, no niega haber hecho la lucha armada sino que se enorgullece de ello y la sigue propugnando porque siguen vigentes en Sudáfrica las condiciones que la hacen necesaria. Es en este contexto de coherencia sin defecciones ni ocultamientos que se da una complementación entre la honestidad y la consecuencia de Oliver Tambo y la heroica intransigencia de Mandela, que como Ud. dice, “…nunca pidió perdón a nadie por la lucha de su pueblo ni solicitó a Dios que se apiadara de quienes lo persiguieron atormentando a sus ancianos, mujeres y niños…”.
“Mandela se negó a cualquier trato que implicara alguna forma de traición a quienes habían caído en defensa de los ideales compartidos”. Aunque sabemos que las analogías nunca son buenas, en su amalgama y el contexto de persecución penal en que nos tienen inmersos esta democracia (por la que luchamos en todos los terrenos y que el alfonsinismo bastardea a diario, bastardeo del que Ud. se beneficia y por eso apologiza) que nos obliga a esta forma “semiclandestina” de polémica. La diferencia entre la situación del CNA y la situación de los revolucionarios en la Argentina está en que la masacre ha posibilitado aquí la falsificación de la historia reciente imponiendo un estilo en la cultura política actual que condena premeditadamente a las nuevas generaciones al desconocimiento. Porque no se trata solamente de vencer sino de convencer, si no sabemos de dónde venimos, difícilmente sepamos hacia dónde vamos, más aún, si desconocemos la historia, estaremos condenados a repetirla, cosa que Ud. finge que le preocupa, por lo menos así lo indicaría el título “Reflexiones para evitar otra derrota” del extenso artículo que publica en el Nº2 de la revista “Fin de Siglo”. Pero sin evitar esto Sr. Verbitsky es necesario decir la verdad, TODA la verdad, pero Ud. que es un periodista brillante y un escritor talentoso se ha encargado de cumplir en la labor de desinformación la tarea más perversa, porque es el responsable de la exégesis parcial, esa verdadera operación de mircrocirugía destinada a colocar todo el origen de la violencia que asoló a nuestra patria, en el seno del Movimiento Peronista. Ese escamoteo de la realidad completa la labor de exterminio de la Dictadura, que es la de ocultar, mentir, confundir acerca de la verdadera naturaleza de la lucha que se libró en la Argentina en los años ’70. Así, para citar solamente algunos ehemplos, a Rodolfo Walsh se lo presenta como un intelectual desaparecido, a Héctor G. Oesterheld como un historietista, a Paco Urondo como un poeta progresista, a Sergio Leonardo Gass como un joven estudiante, consumándose de esta forma la complicidad con el Proceso en la doble desaparición de los nombrados, primero como personas físicas y luego ocultando su compromiso heroico como combatientes montoneros; como bien lo denunció el documento de la JP del año ’85: “Ni radicales ni golpistas: peronistas”; firmado entre otros por Patricia Bullrich. Usted Sr. Verbitsky. Que ha decidido terminar la guerra en un campo distinto al que pertenecía cuando la comenzó, también era activo militante montonero, Ud. se incorporó a los montoneros del Aramburazo habiendo leído que Mario Firmenich le pedía a Dios que se apiadara del alma de Aramburu, quien había sido responsable del fusilamiento del Gral. Valle y de la masacre de José León Suárez, quien había atormentado a ancianos, mujeres y niños del pueblo peronista con la política del terror desatada con el decreto 4161 y había consumado la desaparición de los restos de la abanderada de los humildes, compañera Eva Perón, hechos que todos estos en los que hay que buscar el verdadero origen de la violencia de la que fueron partícipes muchos de quienes hoy se codean con Ud. en los despachos oficiales.
Ahora no sólo se ha “olvidado” de que fue montonero, no sólo recrimina lo que antes aceptó a sabiendas, es decir, la fe religiosa de algunos miembros de su dirección, sino que además, sino que además incurre en el falseamiento deliberado y en el ocultamiento: Mario Firmenich jamás pidió perdón a nadie por la lucha que libró, esa es Sr. Verbitsky su caprichosa interpretación de la “Oración por la paz” publicada el 6-4-87 ante la llegada del Santo Padre, la cual expresa sencillamente un sentimiento religioso doblemente respetable porque es el de la mayoría de nuestro pueblo, en especial de sus sectores más humildes, y que en la que se dice: “Señor, algunos de nosotros, militantes políticos de Montoneros que en determinadas circunstancias empuñamos lealmente las armas para resistir a la opresión, no estamos exe4ntos de culpas, como miembros de la Nación Argentina nos caben las generales de la ley. Por eso, como el hijo arrepentido de tu parábola, te decimos: “Padre, pequé gravemente contra el cielo y contra ti, no merezco ser llamado hijo tuyo” (Lucas 15:21)”. Esto es independiente de la responsabilidad política.
Mario Firmenich ha asumido en todos los foros del mundo, ya sean políticos o diplomáticos, ya sea en las trincheras como en los vericuetos de la clandestinidad, ya sea en las cárceles o ante los estrados judiciales que él fue el máximo jefe de los Montoneros, que lo sigue siendo en la actualidad y que ha participado en la resistencia contra las dictaduras de Onganía y Lanusse, contra la desviación lopezrreguista y contra el Proceso. Los jefes revolucionarios, como Mandela y Firmenich no solamente tienen el coraje de enfrentar en las peores condiciones a los enemigos de sus ideales, sino que también lo tienen para autocriticarse ante su pueblo de sus error3es para intentar superarlos. Mario Firmenich jamás le pidió perdón a la oligarquía, ni a la CIA, ni al Mossad. Por algo el diario “La Nación”, de la familia Mitre, la misma que recompensó al asesino del último “Jefe Montonero” del siglo pasado, López Jordán, encabeza la campaña contra él, y por algo el general yanqui Vernon Walters, se ha lamentado públicamente de que no lo hayan asesinado.
Por otra parte, Ud. se ha “olvidado” de que la dictadura de Videla y Martínez de Hoz mantuvo como rehenes a la esposa de Mario Firmenich y a uno de sus hijos durante seis años, y no obstante ese chantaje permanente Mario Firmenich también se negó a cualquier trato que implicara alguna forma de traición a quienes habían “caído en la defensa de ideales compartidos”. Los cargos que Ud. pretende levantar contra Mario Firmenich son infames y calumniosos, máxime cuando Ud. no tiene autoridad moral para decir nada, porque no sólo no asume su propia historia, sino que tampoco tiene el coraje de hacerse ninguna autocrítica. Yo disentí públicamente con los montoneros en el año ’79 –cosa que Ud. oculta prolijamente en el artículo que en defensa de Juan Gelman publicó en “El Periodista”, ocultamiento que no le agradezco- lo hice, y asumí los riesgos, todos los riesgos, porque los revolucionarios asumimos la polémica frente a las masas sin preocuparnos por las consecuencias “legales” o el “blanqueo”, sobre esa base moral, es que podemos volver a sentarnos en torno a la misma mesa, como ha ocurrido desde Irlanda a El Salvador y desde Nicaragua a Colombia. En cambio, Ud. pertenece a la raza de los que “no se arrepienten de nada”, pero se borran de todo. Claro, si Ud. tuviera otra conducta, quizás se vería impedido de pasearse por los pasillos del Ministerio de Defensa, o posar de periodista vedette. Si Ud. tuviera la conducta de Oliver Tambo, tendría la valentía de reconocer que Mario Firmenich tiene la conducta de Mandela en el contexto de la actual situación argentina, ¿o Ud. pretende que Firmenich plantee hoy la lucha armada? En cambio Ud. ha escrito en “El Periodista” que “Videla, Massera, Galtieri, López Rega y Firmenich pagando condena, son el emblema insuperable de la Nueva Era”. ¿De qué “Nueva Era” nos habla?, ¿de la misma que Ud. critica en otros textos? (el Plan Austral, el pago de la deuda, la Obediencia Debida, etc…). Ud. propagandiza la teoría de los dos demonios de manera explícita, teoría condenada por quienes deberían ser sus maestros (los socialdemócratas europeos) en la solicitada que menciona el caso de Mario Firmenich entre otros, aparecida en el diario “Clarín” en fecha 19-12-86 en la que se destaca el concepto: “…estamos preocupados ante el intento de poner en un mismo plano la responsabilidad de aquellos que han ejercido el terrorismo de Estado y el accionar de opositores populares durante el mismo dramático período de la vida argentina”. Concepto que Ud. se cuidó prolijamente de mutilar en el reportaje que el hiciera a Didier Motchane, Secretario Nacional del PS francés (“El Periodista”, 10-12-86).
Usted que se fue de Montoneros silbando bajito, debería aprender de memoria la frase de Osvaldo Bayer en la polémica con Alvaro Abós: “A los repudios viscerales los reservo para los verdaderos enemigos de la humanidad…” (revista Crisis, noviembre 1986). Usted, sabe que puede seguir cubriéndonos de agravios, porque desde el exilio, o desde la prisión, nuestra defensa es débil, mientras que a Ud. lo defiende la policía radical. Sobre todos nuestros actos se puede opinar, porque todo lo que hemos hecho, lo hemos fechado y firmado, a diferencia de Ud. y muchos otros que pululan por los meandros de la democracia alfonsinista; durante años nos han calumniado impunemente pero les vamos a contestar con toda la verdad, veremos si Ud. y otros héroes módicos de esta nueva década infame pueden tolerarla. Ud. Sr. Verbitsky se atiene a las reglas de la juridicidad alfonsinista, de esta juridicidad que sirve para mantener presos a Firmenich y Obregón Cano, y para perseguir a Bidegain, Perdía, Vaca Narvaja y tantos otros impedidos de regresar al país, como su amigo Juan Gelman, juridicidad que condena a seis años a los presos peronistas del Austral (González, Langieri y Ortiz) y libera a sus amigos de la Coordinadora que vacían bancos y financieras, pero que no sirve para juzgarlo a Ud. y a otros como Ud.
Si Ud. repudiase a esta justicia, podría acusarnos de “delación”, pero Ud., pretendido impoluto, inspector de revoluciones –como lo calificaría Don Rodolfo Puiggrós- que escribe autocríticas en tercera persona (ver artículo citado de “Fin de siglo”); Ud., que acepta que esta justicia nos juzgue a nosotros y lo considera un símbolo de la “Nueva Era”, ¿por qué no se somete Ud. mismo al esclarecimiento de esa justicia? Nosotros en cambio no ocultamos nuestra desconfianza y crítica a esta “justicia” que, como dijo el juez J. M. Ramos Padilla, “…consagra la impunidad…es sólo para ladrones de gallinas…y les sirve a los delincuentes de guante blanco…” (“Clarín” 17-7-87).
Para finalizar, Don Horacio, como dice Martín Fierro: “…No hay mal que dure cien años…ni tiento que no se corte”, y como dijo Marx (Groucho): “…Nunca patees a un hombre caído…piensa que puede levantarse”. Hasta que la historia nos permita volver a cruzarnos por las calles de Buenos Aires.
Rodolfo GalimbertiBuenos Aires, 14 de agosto de 1987