martes, mayo 17, 2016
domingo, mayo 01, 2016
29 A en revista Crisis
¿De qué sirvió el 29A? De defensa. Miles de personas en la opción cuerpo a cuerpo, gremio a gremio, tema a tema, que impone el gobierno: tarifazo, transporte, despidos, pago de “Ganancias”, suspensiones, y así. Temas nuevos, temas viejos, pero temas ya del nuevo gobierno. Fue una marcha nacida y criada en el macrismo y liderada por cuatro centrales obreras con trayectorias últimas distintas. En la marcha: cada gremio en su canto, cada central en su representación. Los cantitos anti Macri tenían emisores más claros y blancos (CTA, NE), pero no contagiaban, no hacían el hit de la tarde: cada columna en su canto de Luz y Fuerza, de Peajes, de Plásticos, Lecheros, Camioneros. Si la marcha más contundente hasta hoy fue gremial, nos habla del progreso verde del campo opositor, muestra que una de las mayores líneas de defensa, de *empoderamiento* o *ciudadanía* ya existe: es la “aristocracia obrera”. De Schmid a Dellacarbonara. Después de Cristina y su “vuelta” con narrativa nueva la historia quiso que la primera demostración de fuerza callejera la lideraran los sindicatos con Moyano como orador final de la jornada. ¿Paradojas? Difícil tarea para el “análisis”. Es claro que nadie sustituye a nadie, pero el gobierno de Macri ya logra condiciones objetivas de una unidad impensada cuatro meses atrás: la unidad en la acción. ¿Ahora los bloques opositores de raíz peronista votarán todos al unísono? ¿Se volverán a unir? ¿Saldrá de esa multitud un nuevo liderazgo? Todo improbable. Pero quizás es hora de pensar que la inversión simple de que ahora sólo es oposición lo que antes era oficialismo y viceversa también hace agua: ahora hay un nuevo mapa político. Las divisiones sindicales y políticas en torno al cristinismo vencieron el 10 de diciembre y tardaron pocos meses en reconfigurar un nuevo y provisorio mapa que lo democratiza todo: porque todos juegan un juego de conveniencias pero la marcha del viernes mostró un límite social y que la calle, el palacio, no lo guiona nadie exclusivamente. ¿Por qué? Si el peronismo tiene un punto de reconstrucción lo tiene, en parte, por esos poderes intermedios que fueron subestimados: sindicatos, intendencias, organizaciones sociales, provinciales. Los votos donde se vota. Diríamos, por un rato, “es de abajo hacia arriba”. Primera marcha de la resistencia al macrismo en las que se distinguieron casi exclusivamente las pertenencias gremiales, mientras las identidades políticas estaban diluidas ahí (el FR, el FPV, el PJ, todos). Las fábulas que sólo se explican el 29A por un fracaso maquiavélico del gobierno (“¿qué quieren en verdad los sindicatos?”, se preguntan algunos como si descubrieran la pólvora cada vez que un sindicato no es todo lo “solo vandorista” que creen), digo: esos razonamientos usan lo “político” como forma de tapar lo social. Este fue un hecho político construido por actores de carne y hueso, el sindicalismo realmente existente, en el aquí y ahora, porque se tenía que decir lo social. Porque se tiene que decir a tiempo. Y porque el disciplinamiento que desean tiene fatal contradicción ahí: en el sindicalismo argentino.
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