Hay dos cosas muy repetidas, nunca con buenos argumentos. Una es la idea de que los organismos de derechos humanos (todos) se habrían “ensuciado” al salir de su “tema específico”. El problema es que la defensa de los derechos humanos -los civiles, los políticos, los sociales- no son un tema “específico”, como podría serlo una reforma de la carrera de Ciencias políticas en la UBA. Son temas que se rozan con varias cosas: organización de base de los sectores que se sienten vulnerados en sus derechos humanos y que no estaban incluidos antes en las organizaciones de DDHH, difusión mediática de los reclamos y accionar de estas organizaciones, control ciudadano de la justicia y las fuerzas de seguridad, intervención en políticas de seguridad, etc., solo para nombrar los más cercanos a la ideas que se formó la sociedad de los organismos desde el 83. Entonces, ¿qué pasa, desde el punto de vista de los organismos y del medio, cuando las Abuelas sospechan que dos menores apropiados están en poder de la dueña del principal multimedios del país? O yendo más profundo: ¿no es obvio que organizaciones que reclaman la garantía de derechos que sólo pueden ser garantizados por el Estado busquen un gobierno amigo? Parece natural para cualquiera que haya actuado en política. Por otra parte, la mayoría de las polarizaciones no se producen por voluntad de uno de los polos. La misma dinámica de los acontecimientos políticos va llevando a las partes a “polarizarse”, o a radicalizarse en lenguaje leninista clásico. Esto no es en sí ni bueno ni malo para la salud política de un país, puede ser incluso necesario. Ahora llegamos a la segunda cuestión: cómo el discurso inculcado a sangre y fuego por la dictadura militar y luego aceptado por la mayoría de los intelectuales que se propusieron como tarea “construir las instituciones democráticas”, discurso que es tomado, resumido y vulgarizado por la mayoría de los medios estos últimos años, reza que el menor indicio de radicalización es castigado con una represión feroz y sin límites, por lo tanto no agitemos mucho las aguas, cualquier crispación, cualquier “polarización”, cualquier atisbo de radicalización de las demandas y la acción política del lado de los sectores sociales y los cuadros políticos que llevan la etiqueta de perdedores de la guerra sucia, bueno, mete miedo. Mete miedo aunque los sectores que reprimieron en los 70 ya no tengan la misma capacidad de reprimir, gracias al accionar de los organismos de derechos humanos y de la Justicia, avalados por el poder ejecutivo y legislativo durante los gobiernos de Alfonsín y Kirchner, por falta de consenso social y político y porque están escaldados. Y mete miedo aunque la radicalización no sea tan profunda como en los 70, cuando sectores no muy amplios pero activos y en crecimiento cuestionaban frontalmente la base de la democracia y el capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción. Temo parecer obvio, pero los Kirchner son exitosos empresarios del capitalismo local, no cuadros del PRT, ni siquiera militares interesados en las ideas de reforma social como lo fue Perón. En conclusión, no da, tu post es una piedra más en el collar de una propaganda psicológica de décadas que intenta inculcar que cualquier intento de reforma más o menos serio, de lo que sea, es inviable, porque la reacción sería devastadora. Esto, como si 25 años de respeto a ese tabú nos hubieran colocado en el lugar de España, no en el de un país destruido, social y económicamente, con una crisis de representatividad política que aún se arrastra y con un “que se vayan todos ” que demostró que aún la legitimidad del sistema no era un valor. Es evidente de toda evidencia que el deterioro de la sociedad y la economía fue lo que limó la legitimidad de la democracia, no ningún espíritu fascista de ninguno de los actores políticos en juego. No fue por imprudencia o crispación que llegamos a este estado. Con imprudencia y crispación, entonces, probablemente, salgamos.
(Alejandro Rubio)
4 comentarios:
¿Cual es el post que da lugar a semejante respuesta?
Este: http://www.politica.com.ar/blog/2010/04/30/del-escrache-al-senalamiento-fascista/
Bien por Rubio!!
De acuerdo, pero es injusto olvidar a Menem y su gobierno en el agradecimiento a quienes desarticularon la capacidad de reprimir de los sectores represores de los 70s, y hablo de los militares específicamente...
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