Haciendo rancho aparte, me gustaría discutir con esto que escribe, inteligentemente, nuestro amigo Alejandro.
Si lo forzamos un poquito, podría ser reformulado de este modo: el cumplimiento de un sueño alfonsinista.
Es la culminación del proceso de estos años, en su carácter mas duro: el de ese ochentismo radical que oponía a la reconstrucción del poder republicano aquello que visibilizaron con el pacto sindical-militar, o sea, una Argentina corporativa, cuyo frente de lucha tenía a los militares y a los gremios ortodoxos como actores principales. Bueno, este es el gobierno que "pulveriza" todas esas formas corporativas que -como dice Rinesi irónicamente- "son autoritarias por añadidura".
Capítulo aparte merecen los otros, los actores civiles invisibles, esa mano del mercado que golpeaba la puerta de los cuarteles (y que años después *golpeó* la de las unidades básicas también), aunque no es un frente monolítico, y en muchos casos está menos apegada a formas corporativas.
Lo otro que el texto de Alejandro expone, y quizás es donde ofrece otra posible lectura, es en cómo se construye la historicidad del kirchnerismo. El kirchnerismo es la consumación de una acumulación política al costo de comerla, de tragarla, de diluirla. Tiene lo que el peronismo tuvo siempre: transforma esas acumulaciones en otras cosas, las metamorfosea, las encarna, las personaliza, etc. Pero la lectura de la crisis, que el kirchnerismo hizo por izquierda (y ese es el mérito de su voluntad, ya que la crisis servía en bandeja también posibles salidas mas derechosas) es lo que quizás permita ver que ese todo-poderosísimo gobierno es la culminación de un proceso mas reciente, gestado en los años '90, en las excepciones resistentes de esos años, que apuntaba y se ordenaba alrededor del Estado, y que tenía como eje transversal la reconstrucción del Estado (desocupados, movimientos sociales, organismos de DDHH, gremios estatales, como los docentes, etc.).
Los actores políticos, a no ser la oposición, están incapacitados de jugar “a la toma del poder”. Y por varias razones. Las de la CGT son que finalmente hay un gobierno peronista. De esa convicción participa su secretario general, Hugo Moyano. La CTA está pendiente de resolver sus contradicciones internas, tiene que resolver qué tipo de actor social y político es. Los actores económicos sí tienen su influencia entre bambalinas, pero hablamos de un archipiélago de intereses dentro del cual hay grandes islas que no están demasiado entusiasmadas de que el gobierno se vaya. Es mas, están entusiasmados de que el gobierno se quede.
Y otro aspecto del texto de Alejandro es que tiene un espíritu realista, sin dudas, pero que se ha desinfectado exageradamente del tiempo que nos separa del voto no positivo, ahí cuando todos palpamos que el kirchnerismo también tenía su límite, lo cual lo hizo un kirchnerismo mas normal. Quizás estamos contentos por otra cosa: las esquirlas intensas que el desenlace del conflicto avivó no alcanzan mas que para cachivaches políticos. (Itinerario que el blog del amigo Néstor sigue con saña particular.)
Lo que el gobierno logró es que quienes avanzan positivamente en la agenda lo hagan por dentro de él. ¿Cuál es su virtud? Haber cerrado el acceso a la bic “que firma decretos”, ser una máquina de lecturas dueña de sus apasionados berrinches impulsados en ese laboratorio privado. ¿Cuál es su defecto? Haber cerrado el acceso a la bic “que firma decretos”, porque incluso para quienes creen en una meritocracia en donde la lucha y la organización pueden ser vistas como nuevas acumulaciones (es el caso de las organizaciones sociales, que prácticamente no existen mas), están por oxidar sus dinámicas articuladas, digamos, con esa correlación de fuerzas general, espantadas por el vacío al que caen sus impulsos.
¿Mostró el gobierno capacidad de asimilar límites? Sí que mostró. Pero es como un gobierno que allí actúa despechado: es el que no le muestra a la novia su dolor.
2 comentarios:
Es raro lo ochentoso, pero tenes razón
Muy bueno y creativo
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