miércoles, enero 24, 2007

Capitalismo en serio

Ahora sí, parece que se meten con peces gordos, ahora sí: después de la mafia del oro, de la venta de armas, todo era pantalla para tapar la espera de esta batalla final. En fin, por ahora, por lo que se lee y se sabe, lo que están controlando son los galpones y depósitos que funcionan como intermediarios en la cadena productiva que inician los cartoneros y que desemboca finalmente en grandes papeleras. Esto: 1) le ponen mafia del cartón, en una típica triquiñuela, para agrandar al enemigo que quieren enfrentar; 2) esos galponeros vienen a ser, en gran medida, viejos cartoneros que conocen el paño, se hicieron de un espacio/galpón/terreno, conocen el modus operandi de la cosa, se instalan los depósitos/galpones muchas veces en los mismos barrios humildes donde viven los cartoneros (lo que hace a su control un poco mas delicado para esta policía fiscal); 3) cumplen como pueden las medidas de seguridad obvias (un disyuntor, un par de matafuegos, no mucho mas); pero son un pequeño salto de formalización, aunque le compran al cartonero en negro, y habrá que ver cómo le venden a las papeleras. O a veces le venden a depósitos mas grandes. Este eslabón que hoy atacan, en su actividad, ni siquiera afecta un poco la materia prima (cartón, papel, plástico) mas que en su enfardamiento, en tal caso. Tienen balanzas truchas que garcan un poco el peso de lo que los cartoneros llevan. De ahí la técnica de humedecer sutilmente el papel y cartón. ¿Qué provoca el cierre? Jode a los mismísimos cartoneros que deberían juntar un mes entero para venderle a las papeleras, amén de contar con alguna enfardadora... Mi opinión es que todo este ruido, mas que habilitar a que el Estado saque una tajada fiscal, sólo realza el estigma que recubre hoy (lejos de la crisis decembrista) a la figura del cartonero (figura que supo ser la contracara amorosa y laboriosa del piquetero de mierda). En la ciudad, acabada la crisis de la media, sólo una política de control social y limpieza se visualiza en el horizonte. Hacia una ciudad sin cartoneros, parece ser una consigna de vuelo chato y municipal, vestida hoy de "articulación inter-institucional" metropolitana. Recuperar el espacio público para la vieja que hace cagar a su perrito y que pasea a su nieto con la ropita de Cheeky, recién salida del horno donde la cuece el hijo del cartonero, en un oscurso sótano de su barrio.

Perdonen, hoy tengo mi día cristianuchi: todo me parece obvio, didáctico, revelador.

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