domingo, enero 07, 2007

Olas, olas, olas, olas, olas...


1) ¿Qué duda cabe? Gobernamos sobre dos capacidades instaladas: una, la intersubjetiva, es la de la década menemaldita; y la otra, es la estructura fija del duhaldismo (que alguien me vuelva a decir las 5 diferencias entre este gobierno y el anterior, lejos del incienso y la antropología forense, pensando en la vida del hombre de a pie, que alguien me describa una patriada mas importante que la Ley de Genéricos). El problema es que alguien inventó que una vez un italiano dijo algo sobre lo que no termina de nacer, lo que no termina de morir, y así concluimos el sueño de la política... Kirchner es el mejor narrador de la época. Un universo de 200 palabras para la reconciliación del peronismo con la vida.

2) 90: la década en que el Pueblo votó dos veces al mismo, y lo hubiera votado una tercera si no fuera por esa interrupción cíclica que produce el progresismo argentino en el largo abrazo del rico con el pobre (siempre pendiente, siempre produciéndose, siempre intenso, siempre efímero).

3) Toda la inteligencia argentina discutiendo para qué sirve una Biblioteca.

4) Ayer vi la película Romero: el bodrio imaginario sobre las guerras civiles en los países nuestros, como la de Oliver Stone, Salvador. Países sin tregua, países sin días y días cotidianos, países sin indiferencia, una Gran Plaza Pública donde se bautizan con las aguas cálidas de la liberación las cabezas heladas de muerte, a 10 metros de un tanque apuntando, curita guerrillero/ esta es una larga noche. No entienden la larga marcha de nuestros pueblos hacia el secreto de la modernidad: tenemos derecho a la dignidad capitalista. La política son las reproducciones alucinadas de ese sueño: cómo pegó en el alma mestiza, el latido cerebral oscuro cuando lo alcanzan las aguas cristianas del comercio, etc.

5) Hoy pensaba eso junto a Elsa, en el Jumbo Plaza Oeste, viendo las colas, los negocios, el revuelo, los racimos de merluza de Morón y Hurlingham, y tu mirada extraña, ya sé, ya sé, abuela, esto ya lo viste. Por suerte nuestra épica sangrienta está en el origen: vivir como si no se tuviese que volver a morir nunca, eso es democracia, para eso siguen sirviendo los muertos que pone el pueblo peronista en la alfombra.

6) La guerra terminó. Ni patria ni nación: un país (en serio).

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