viernes, enero 29, 2010

Estamos a diez minutos de que la gente empiece a hablar bien de De la Rúa. ¿Cuál fue mejor gobierno: el de Scioli o Solá? Una posible respuesta podría ser: dime quién fue tu ministro de seguridad y te diré quién eres. El itinerario deshilachado de Scioli es previsible: es un político sin autonomía, cercado por los alambres simbólicos del kirchnerismo (y algunas cosas más). Menos mal, diría. Un tema es el pragmatismo, que es un modo de decir que cada quien acomoda la vela más o menos como le conviene al país (?), y otro tema es el idealismo del pragmatismo… ¿qué quiero decir? Que nadie carece de ideología. Todo sujeto se mueve naturalmente para algún lado, piensa mientras oye el rugido de la leonera, e interpreta. Scioli es un político de derecha. Lo que no debería hablar mal de él en sí. Ocurre que a veces uno prefiere pensar que la política se eleva y resulta una lógica que incluye responsabilidades y agendas desprovistas de ese run-run, y que a veces se democratiza contra el sentido común. Leo una Carta Abierta de 1995 (de: “Equipos Federales de Planificación Justicialista”) donde formulan un sutil pedido de explicaciones y ofrecen algunas respuestas maniqueístas y previsibles: “La militancia peronista necesita en forma urgente un esfuerzo didáctico por parte del Partido Justicialista, en orden a sistematizar una explicación del proceso de cambios estructurales iniciado en 1989, completado en buena parte y avanzado, pero todavía en curso. En términos políticos la situación actual es, en buena medida, satisfactoria. Sin embargo, la dimensión real del peronismo exige dicho esfuerzo, ya que ciertos interrogantes aparecen como asignaturas pendientes: ¿Por qué semejante esfuerzo?, ¿por qué el pueblo argentino lo acompañó desde el comienzo?, ¿por qué ingresar en una nueva etapa de límites y posibilidades desconocidas?”. Eso: límites y posibilidades. Y desconocidas. Yo cambio 1989 por 1983, y peronistas por argentinos (¡porque soy fan del último Perón!) y me pregunto si 26 años de orden democrático no suponen ya la certeza de límites y posibilidades conocidos. C-o-n-o-c-i-d-o-s. Muchachos: esta es la agenda. La muerte de Carballo (a quien mato la PFA), el gatillo fácil y descontrol policial de la provincia de Buenos Aires, que de pronto vuelve a emerger, configuran la Bastilla del orden civil; mientras Antiguos Generales pasan a la sombra en fila emocionante. Lo que no se hace en los dos años que quedan de buen gobierno se entrega en bandeja. El último cable condenando la propuesta “moderna” de Duhalde (su ‘pirámide’) fue el del ministerio de Defensa. Pareciera que el cansancio no permite ver qué es lo que se juega en los últimos minutos de un partido: el resultado.

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