jueves, mayo 08, 2008

Carta abierta a Carlos "Chacho" Alvarez
Por Luis D'Elía


El Plan Cóndor y el Consenso de Washington, o sea el terror de Estado y las democracias restringidas, nos dejaron como secuela más inmediata el miedo, que a mi juicio es el peor enemigo del alma humana...

...el miedo derivó en egoísmo con todos sus matices: consumismo, hedonismo, individualismo, absoluta pérdida de la noción de comunidad en todos sus niveles, escepticismo, autoritarismo, xenofobia, o sea, profunda derrota cultural, a mi juicio, la más grave de todas las derrotas, mucho más que las que sufrimos como pueblo en el plano económico, político y social.

Una de las grandes medicinas para “este mal de espíritu” de las clases medias quebradas culturalmente fue el progresismo, cuya más alta expresión política y mentor de la misma fue y es el profesor Carlos “Chacho” Álvarez.

Este supone que para afrontar la crisis de los sectores medios es necesario no confrontarlos, “hacer surf” sobre la derrota y construir los consensos posibles que permitan establecer una agenda política de transformación.

El target del progresismo indica figuras lánguidas, mesuradas, que no “hagan olas”, que no propongan nada alternativo a la derrota, que se limiten a cumplir con el mandamiento que dice “no robarás En lo político construyeron herramientas, independientemente de su presente con Eduardo Sigal a la cabeza, con un profundo sentido autoritario, como fue el Frente Grande, el Frepaso, la Alianza, donde se despreciaba la participación popular, las listas de candidatos se armaban a dedo, y si alguna vez hubo elecciones, fue porque los matanceros fuimos a la justicia y obtuvimos un contundente triunfo en este sentido. Álvarez renunció antes de la catástrofe, terminó pidiendo que Cavallo fuera el jefe de gabinete de De la Rúa, jactándose de que cada día se sentía más neoliberal, es decir se arrodilló frente al no se puede, al pensamiento único hegemónico en esos tiempos.

Coincido con Álvarez en que no debemos entregar a la clase media a un proyecto conservador, sin embargo, el debate que propongo es si a esas clases medias (profesionales, chacareros, trabajadores formales, comerciantes, etc.) se las suma en estos tiempos, evitando hablar de la maniobra contraria a los intereses de las mayorías nacionales y populares, de los que esos sectores medios son objetivamente parte, aunque muchas veces se identifiquen con los sectores dominantes.

Es cierto que dejar una parte de los sectores medios y de la pequeña burguesía en manos de la oligarquía es un error que se paga caro, ya que estos terminan siendo la base social de la desestabilización de gobiernos elegidos mayoritariamente por el pueblo. Esa definición que necesitamos de los sectores medios creemos que se resolverá si se tiene conciencia del conflicto histórico que existe entre los intereses de la puta oligarquía y el pueblo, del que los sectores medios forman parte.

El progresismo argentino se fue junto con De la Rúa en helicóptero. Hoy Álvarez nos sorprende a todos y en especial a los Kirchner con un oportunismo desleal y ecléctico. Reaparece de la mano del grupo Clarín que sospechosamente lo promociona, hostigando al nacionalismo popular, denostando a Jauretche y haciendo afirmaciones temerarias que tienen una fuerte carga de desprecio cuando afirma que “no se puede convocar a dirigentes a los cuales la negritud no reconoce” en obvia alusión a mi persona.

Álvarez, la primera vez que Ud. pudo hacer una acto de masas en el conurbano en 1997, fue en La Matanza de mi mano, quien fui su primer candidato a concejal por ese distrito en primer término, donde sacamos 237 mil votos y le empatamos al pierrismo.

Tampoco me parece que quien ha abandonado el barco de la Alianza sin asumirse como referencia del desafío de esa época, sea el más indicado en poner en duda al Compañero Moyano como referencia épica.

Hoy nuestra América morena, indo-afro-hispanoamericana ha encontrado otras medicinas para el mal de amores de nuestras clases medias, donde en realidad las alternativas al modelo neoliberal conservador no surgen de los dogmáticos manuales de las izquierdas sino de la memoria colectiva de los pueblos, donde la experiencia de los nacionalismos populares revolucionarios ha calado hondo y nos ha regalado por tramos de la historia momentos de esperanza, en los que alguna vez fuimos felices. Cautemoc Cárdenas en México, Getulio Vargas en Brasil y Perón en la Argentina son la manifestación contundente de la memoria colectiva.

Hoy Chávez, Evo, Kirchner, Ortega, Lugo, Lula, Tabaré, Correa, con matices, diferencias, contradicciones e impurezas (para que no se enloquezca el energúmeno de Ernesto Tenembaun) expresan integración latinoamericana, autonomía a la hora de tomar decisiones respecto del imperio (Mar del Plata-ALCA es la expresión más alta de esta afirmación), el Banco del Sur y el planteo de Rafael Correa de repatriar las reservas nacionales que hoy están al 1,5% o 2% anual en la Reserva Federal de los Estados Unidos de Norteamérica. Que la renta petrolera, gasífera se reinvierta en los países de la región, que vayamos soñando con estructuras comunes de defensa nacional, olvidando para siempre las hipótesis de conflicto creadas por el imperio para fracturar a nuestro países. El haber podido ponerle freno al Plan Colombia-Uribe-Bush desde la OEA es la expresión de cuánto podemos hacer si recuperamos los sueños de los padres fundadores que fueron derrotados por el imperio y las oligarquías lacayas y cómplices. Bolívar murió en su exilio en Santa Marta, convencido de que había arado en el mar. Sucre fue asesinado. San Martín partió al exilio para evitar ser encarcelado o fusilado por las autoridades de Buenos Aires. Sólo podría haber regresado en 1829 a instancias de Manuel Dorrego (la barbarie), que fue fusilado por Lavalle (la civilización). Murió en el exilio.

A dos años y medio de cumplir doscientos años de historia, no escatimemos confrontar la derrota cultural de los sectores medios para hacerlos reflexionar, para que puedan reencontrarse a sí mismos, para que puedan volver a ser parte de una identidad común. Sólo así podemos evitar que caigan en manos conservadoras, ofreciéndoles lo mejor de nuestra identidad bicentenaria. Que volvamos a escuchar a las voces de Raúl Scalabrini Ortiz, de Arturo Jauretche, de Juan José Hernández Arregui, de John William Cooke a quienes tanto subestima y desprecia Carlos “Chacho” Álvarez.

Para no caer en la trampa nuevamente, la alternativa de hierro es progresismo berreta o nacionalismo popular, federal y revolucionario.

18 comentarios:

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

A chupar la mandarina. Bien en esa.
Saludos

Rafa dijo...

Aplausos. Ojalá se dedicara más a escribir cosas como éstas y menos a prestarse al rol de punching ball.

Un abrazo.

Sirinivasa dijo...

superlatif

en dónde salió?

Anónimo dijo...

No entiendo bien estas movidas.
¿Qué le pasa a Chacho Álvarez? ¿Y a D'Elía? ¿Cuál es el mar de fondo?

Gerardo Fernández dijo...

D'Elía me gusta cada día más.

Anónimo dijo...

http://www.perfil.com/contenidos/2008/05/08/noticia_0025.html
Confirmado.
Alberto Fernández está dentro de quienes mejor saben hacer política en este gobierno.

Anónimo dijo...

con matices, contradicciones e impurezas... pero va bien.

Anónimo dijo...

creo que Alvarez tiene razón y que D´elia es un impostor, no se puede confiar en un tipo de clase media que un día decidió irse a vivir a un asentamiento y empezar a hablar distinto de cómo en realidad hablaba para "ganar popularidad". No le creo nada. Pura pose. Es un mercenario. Y, además, es irritante y contraproducente en este momento del país. Este gobierno tiene razón en la pulseada con el campo y cuenta con mucha gente de clase media que piensa lo mismo, y lamentablemente tipos como D´elia la embarran, no permiten el convencimiento y el apoyo de una mayor cantidad de personas.

Anónimo dijo...

D´Elía llega tarde en todo. Llega mal y se equivoca. Toma prestadas palabras que no sabe usar; como Cristina, descree de la lucha de clases pero inventa una tesos magnífica: el motor de la historia pasa por las posiciones de las clases medias. Ahora resulta que los jóvenes nacionales y populares que pululan alrededor de este gobierno celebran cualquier perfume vintage que recuerde una épica que, muy patéticamente, intentan recuperar hoy. En la medida en que no se entienda que lo único que queda del peronismo es hoy es una estética camp y un armado político reaccionario, no vamos a destrabar ninguna contradicción.

Anónimo dijo...

norma, con todo respeto. ¿que mierda significa perfume vintage y estetica camp?
dale, explicalo que no se entendio tu post.
Sabino Navarro

Anónimo dijo...

La auxilio a Norma: significa el regreso de una retótica (peronista) de aroma nacional y popular que intenta explicar todo como si estuviéramos de nuevo en el ´45. Y la recuperación es apenas un matiz estilístico, un folklore (y si querés, pongámosle, en un sentido gramsciano: como una degradación filosófica de un sistema que antes explicaba algo y ahora hace agua). Un peronismo marketinero, vamos, de Paturuzú vs. Simpsons y esa berretada.

Unknown dijo...

Yo comparto las inquietudes del gordo Joe

Cresto dijo...

Ja, que miedo les da alguno la lucha social... de clases... como quieran llamarla.

Por un lado, la ningunean, por el otro hacen afirmaciones tales como "el motor de la historia pasa por las clases medias" (que obviamente no luchan, no?).

Sigan así, sin ver las contradicciones reales (muchas y muy complejas, pero no por eso inexistentes) que se dan en la lucha política. Igual si no las ven hoy que están explotando por todos lados... no se cuando las van a ver.

Ah, esta vez, el gordo le puso la tapa a más de uno con esta carta tan bien argumentada.

SP dijo...

chacho siempre sabe más

Anónimo dijo...

Vos decis que se la escribio Aguinis, Sarlo o Sebrelli? Puede ser.
Chacho se fue de boca, se quedo en el 95 y en su intencion de seducir clases media, es raro que no haya aprendido cuando renuncio que la clase media a la que apela (que no es toda la clase media) la mira siempre por la television.
Pase lo que pase ellos comentaran lo que salio en la tele.

Anónimo dijo...

Coincido plenamente con D´elía.

Anónimo dijo...

Quién entonces?

Verboamérica dijo...

Que la haya escrito Delía o él y sus colaboradores da lo mismo.

Esta muy buena.