martes, diciembre 19, 2006

LA SEMILLA DEL ARGENTINAZO CRECE

Durante cinco años al hilo, los capitalistas y sus políticos se han estado esforzando, dentro de sus propias limitaciones, claro, por dejar atrás para siempre el espectro de la rebelión popular.

¿Lo han logrado?

No es lo que dicen las manifestaciones sociales, que adoptan desde el comienzo la forma de motines populares.

No solamente una asamblea entrerriana corta los puentes internacionales para defender el medio ambiente, también los trabajadores petroleros cierran la llave de paso del gas para eliminar el impuesto al salario.

Los jóvenes de los ‘call centers’ ocupan sus instalaciones para poner fin al trabajo semi-gratuito y los jóvenes secundarios lo hacen con sus colegios para protestar contra el deterioro de los edificios.

Los jóvenes de la Fuba y del Comahue enfrentan a los ‘profesores’ de la corrupción que se empeñan en rifar la Universidad a las corporaciones internacionales.

La epopeya piquetera atraviesa, cinco años después, a todas las clases sociales; se puede decir que ha modelado el espíritu nacional.

Los obreros desocupados se han ganado para siempre un lugar en la historia de Argentina por haberse transformado en la leva, primero, de una rebelión popular, y segundo, de una transformación del espíritu de combate del pueblo explotado.

Esas luchas sociales, como las que enfrentan al ‘gatillo fácil’ y a la conspiración de la policía contra el pueblo, son la expresión de las reales contradicciones, que no fueron superadas al cabo de cinco años de reconstrucción del capitalismo y de su Estado.

Se trata de un Estado que se encuentra asentado sobre las mismas relaciones sociales que colapsaron en diciembre de 2001.

De un Estado que está empeñado en que la desaparición de Jorge Julio López pase al olvido.

De un Estado que se ve obligado a tolerar el amotinamiento popular, porque fracasa en ahogarlo, sea que lo intente con la demagogia, sea con la borocotización, sea, por último, con la Gendarmería.

El Argentinazo marcó un comienzo, no un final.

Sobre la base de las perspectivas históricas abiertas por ese comienzo y de las fuerzas sociales que la rebelión popular ha puesto en movimiento, llamamos a construir un gran partido socialista de la clase obrera.

El Argentinazo no fue una experiencia inconclusa sino una rebelión que cambió la perspectiva de la historia para una nueva generación de trabajadores.

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