lunes, noviembre 27, 2006

Pérsi-Co


Emilio se rascó la barba, recordó un verano en Gesell, hasta que dijo: "Ya no creo mas. Ni en el pacto de silencio de la izquierda sobre el pasado. Ni en los que se sientan a negociar los balances del pasado. Ni en el pasado. Porque, ya ven, esta facha de viejo miliciano palestino, esta barba, hermanos, no huele a pólvora, huele mas a un viejo habano cubano que emana desde su incienso el humo de un placer del que todos los que habitamos los montes y el mito somos socios privados, como un club.

Moisés, Humberto, y demás viejos compañeros que ponen o ayudan a poner al Peronismo de Pie, deberían saber lo simple, lo llano y lo trivial: el peronismo se arrastra y se arrastrará siempre, a lo largo del tiempo, alrededor de sus viejas ideas programáticas del tiempo histórico, su fría intuición del calor popular como una forma de apropiación plebella de lo bello de esas voluntades políticas ilustres, porque ahora es el momento del revisionismo real, de Piña no de Pigna: el menenismo (sic) fue negro, el menenismo fue la manera brutal de hacer brutal al capitalismo, y demás cosas que recién hoy podemos pensar, porque el superávit es como un gran espejo de nuestras miserias (todas las copas que queremos que se derramen son ajenas), porque el superávit es como un descanso del alma en la historia (no es en nuestras manos donde va a explotar la bomba), porque el superávit es como el reposo del guerrero, porque el superávit es como todo el tiempo que nos da Dios para reconciliarnos con los viejos compañeros. Yo sí en los '90 tomaba de la teta del Estado, pero esa es una historia amarillísima que mejor no.

(...)

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