1) Retomando el tema de las reuniones militantes en los parques, me parece pertinente evocar un concepto que Perón formulara en ocasión de las constantes disputas internas en el justicialismo de los 70’. Planteaba una especie de anamorfosis de lectura temporal, “están los retardatarios y los apresurados”, decía el general. Desde cada posición es muy difícil apreciar con justeza la visión del contrario, entonces unos podrán pensar que lo que se hace es poco y habría que hacerlo “YA”, y los otros pensarán todo lo contrario. Fijar los tiempos del vector de acción política es un dilema de difícil solución, el tiempo justo lo debería macar la conducción del dispositivo.
2) Quisiera aclarar que entre una dieta desgrasada propuesta como cambio para el Estado, y mi temor de un kirchnerismo deshuesado prefiero mejor salir de ésta encerrona de metáforas culinarias. De todas maneras, con o sin huesos, mi temor a la ruptura está lejos de disiparse.
3) No veo aún quién pueda activar el sistema auto limpiante con los que venían equipados los viejos peronismos, no veo siquiera a algún Cafiero de reemplazo que pueda sacar a pasear al peronismo por fuera de sí mismo, y volverlo a traer sin extraviarse, ni perder demasiados componentes en la maniobra.
4) Nos abrazamos al gobierno de Néstor cuando, a poco de andar, vimos que hacía “cosas peronistas” y acompañamos con entusiasmo todo este tiempo. Pero 12 años de un uso intensivo del poder es más de la medida recomendable tolerada por el peronismo. Llega inevitable el momento en el que hay que enfrentar un dilema. a) Dar el salto emancipador, hacer la revolución, “ir por todo”. b) Iniciar las maniobras de negociación aceptando las limitaciones que impone el “marco democrático”. Una conocida encrucijada de los peronismos, aceptar esa democracia liberal burguesa que nunca podría contener al desbordante movimiento nacional.
5) Las distintas formas de organización de cuadros quedan como testimonio de esos traumáticos pasos no dados, organizaciones nunca del todo territorializadas, ubicadas en un lugar impreciso entre el Estado y la sociedad, al final son las víctimas propiciatorias de todos los reclamos y resentimientos por fuera y por dentro del movimiento (sean la UES de los 50’, la JP montoneros de los 70’ o la actual Cámpora), sobre ellas sobrevuela la sospecha paranoica de los que le imputan el haberse apropiado de un goce excesivo, los mayores anatemas del anti peronismo caen sobre éstas organizaciones.
6) En una época muchos soñábamos (esperábamos) el cambio de piel megafoneano, planeábamos la conformación de esas organizaciones libres del pueblo, tan denostadas por el campo filosófico, que serían el núcleo articulador entre los conceptos de pueblo y nación, sin duda ésta fue una irrupción novedosa en el campo de la política (anotación al margen: me gustó la propuesta de Capitanich de una “Internacional justicialista”. ¿La primer filial sería Podemos, de España? ¿Vendría con bendición papal incluida?).
7) Creo que éste sería el momento para que las organizaciones militantes encuentren nuevas formas orgánicas, tal vez deberían buscar centrar su acción en las “periferias existenciales”, encontrar formas organizativas y de acción político-social lejos de las determinaciones del activismo político y, por lo tanto, más lejos aún de las necesidades de una disciplina verticalista. Así cada militante podrá disponer de su bastón de mariscal según su deseo, en un terreno fértil para las “mil flores”.
8) Anudar el peronismo en torno a ese significante vacío que debería ser la conducción no es tarea fácil, el que ocupe ese vacío central entre dos alas deberá tener la habilidad de un piloto de tormentas, sumando a esto el hecho de que el peronismo no vuela muy bien por fuera de Estado.
9) Si podemos trascender su dimensión religiosa, tal vez el término “misericordia” se constituya en un gesto virtuoso que podría marcar el punto en torno al cual se fijaran los criterios de unidad y, entonces sí, archivaríamos la lista de torvos reproches que todos tenemos para formular, y así sacar nuestras tessera hospitalis, para reconocernos y admitirnos, recibir a todos los compañeros del movimiento nacional, ya sean los bien acostillados, con sus bríos asamblearios, o los que llevan todo el peso de la herencia simbólica y quieren apurar la filosa autocrítica o, incluso, a los que se manifiestan como una simple, aluvional, y deseante grasita ontológica en busca de un poco de felicidad.
1 comentario:
Gran texto compagno Martin:
* Si podemos trascender su dimensión religiosa, tal vez el término “misericordia” se constituya en un gesto virtuoso que podría marcar el punto en torno al cual se fijaran los criterios de unidad y, entonces sí, archivaríamos la lista de torvos reproches que todos tenemos para formular, y así sacar nuestras tessera hospitalis, para reconocernos y admitirnos, recibir a todos los compañeros del movimiento nacional...*
Amen.
Fraternalmente, ahora mas que nunca.
Rojo y Negro
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