Hasta el día de hoy, ¿cuáles fueron los enemigos del gobierno? Haciendo enumeración del proceso que arranca el 25 de mayo de 2003, podríamos pensar que se tratan de las Fuerzas Armadas, la Iglesia, el FMI y algo así como “la década del 90”. Estaban servidos en bandeja por un saldo histórico que, desde diciembre de 2001, y con la fuerza narrativa del “campo popular” (tal vez una de sus únicas fuerzas), hacía y hace de esos diversos actores, los protagonistas del
neoliberalismo y la
globalización. Quiero decir: son los actores que actuaron para disciplinar y moldear un modelo social de exclusión del que es imposible desprenderse en el corto plazo. La dura roca de pobreza estructural no fanatiza a nadie para pensar, y menos, a la mirada cortoplacista de un político, en un país en el que hombres de sotana o de ridícula boina verde se dan el lujo de mirar a mas de 10 años.
No importa si en estos últimos 30 años hubo o no democracia, no importan sus formas de legitimidad, no importa nada a la hora de seguir atando al carro del presente histórico el pellejo de esos actores cuya "culpabilidad" no niega nadie. (Aunque sí importan, pero la efectividad de veto con la que se opera no da tiempo, todo debe ser pensado y juzgado ya.) Así las cosas, el ejército, por su ejecución de la “disciplina social”, y la Iglesia, con su complicidad teológica, hacían una entente a la que, desde hace algunos largos meses, la “puta oligarquía” venía a sumarse por inercia simbólica, para completar el cuadro. Junto a la cruz y la espada se albergaron siempre los “dueños de la tierra”. Figuras como Martínez de Hoz, que recogían las orejas de los indios más bravos a quienes las tierras les eran arrancadas.
El gobierno, peronista al fin, parece ser de todos los gobiernos peronistas, el mas afín a la amplia y heterodoxa corriente historiográfica “revisionista”. Perón, en sus primeros gobiernos estatizaba los trenes, y se llamaban
Mitre, Sarmiento o
Roca. Éste gobierno, cuyo sueño ferroviario es un tren bala, aparece como un sujeto decidido a romper la malla de significantes históricos, haciendo pie en las sabrosas muletillas revisionistas.
Pero los enemigos que desde 2003 para acá se combatieron, básicamente, no
medían; por el contrario, carecían de fuertes soportes internos, de articulaciones políticas, de legitimidad, de bases amplias, masivas o populares. Todo se desarrolla con la amabilidad de un libro rojo, los enemigos son los enemigos históricos de la patria, y hay un simple telón de fondo de una formal oposición política dominada por temperamentos diversos y poco ambiciosos: Carrió (en los eternos partos de sí misma), el radicalismo (“que se dobla y no se rompe”) y Macri, quizás, el único con futuro incierto y peronista, agazapado en la ciudad.
Esta vez la batalla tuvo una cita con un actor al que era fácil, desde esa perspectiva de aparente consistencia, subordinar y arrodillar, ejerciendo el veto histórico. El campo, los dueños de la tierra, la oligarquía, etc., al que una amplia literatura de la usina nac and pop alcanzaba para neutralizarle su posible potencia. Pero la realidad, que es la verdadera carga de historicidad de las cosas, parece requerir de sutilezas, de apreciaciones menos creyentes y mas frías, que permitan entrever eso que el dirigente Buzzi llama “sujeto agrario”. Y que es un auténtico producto de la economía K. (La soja,
ése yuyo..., milagro que alcanzó hasta a la lírica castrista, era la alfombra verde bajo la que se barrió años de economía agraria, y de basura: trabajo infantil, desmonte, sojización, daño ambiental, concentración... Junto al yuyo, comiendo del yuyo, crecía, volvía, la industria... Pacto sencillo, acuerdo de base: nunca serían coronados los vencedores del tiempo, y sobre los que se podía ejercer la prepotencia del Estado.)
Es decir: el gobierno enfrenta esta vez a un actor vivo, con productividad “política”, actualizado, renovado y rico, capaz de articular sectores mas amplios que sus fósiles del museo del holocausto argentino. Con imaginarios robustos, pero con raíces nacionales y sociales atendibles.
La distribución del ingreso es la continuidad de la política, no su clausura. Hay demasiadas contradicciones, incluso, en las voluntades gubernamentales, como para atar el carro a una realidad binaria. Y las contradicciones, menos que de un
estado deliberativo de políticos y funcionarios oficiales, aparecen en ese mismo núcleo duro de donde manan las decisiones. (¿Tranquilos? No hay superación política, como la que tuvo Menem con la Alianza. Y ese límite, además de revolver los peores fantasmitas de atajos, produce un efecto nocivo. Siempre creí que alguien desde “adentro” iba a romper el pacto de silencio y de gobernabilidad. Eso hace Das Neves, y algunos mas, con tonada jocosa, pero es prematuro.)
Que la energía social del campo desborda por los cuatro costados a la muletilla de la “oligarquía” no caben dudas. Hablar la lengua de la guerra en tiempos de paz, es un síntoma torpe, de debilidad. Hay que negociar. Hay que mostrar una mesa. La tercera posición (eterna salida de apuro que inventó la vida) era la Federación Agraria. Pero ya es tarde. Buzzi y Miguens son amigotes ahora. Claro, un tipo con el que te pasás el día hablando… te familiarizás, conocés a la mujer, le contás la peli que viste anoche. Al gobierno le sobran actos, le faltan asados. Charlas hasta la madrugada. El cuento de que las vaquitas son ajenas ya se lo contó a nuestros pobres el cancionero, y la intemperie de siempre, urbana o rural. El gobierno, la gestión, no es un lugar de denuncias, no es un lugar testimonial, es desde donde se esperan respuestas. El Moreno de este mayo no sirve para que la carne sea mas barata, aunque sea un jacobino estético, aunque le lastime el orgullo a gente indigna, hija de puta. Pero la fórmula del equilibrio centrada en la confrontación tuvo su límite. El ejemplo de Blumberg sirve, aunque sirva a Hal también para astillar. Darle la razón a alguien para quitarle la palabra y la acción. Su inercia lo llevó a medirse electoralmente, rodeado de mierda. Esto es distinto, ya sé, y justamente, en esa distinción es que hay que estar parados: la sintonía con la "opinión pública" (obsesión albertista) y la construcción de fuerza social eran los ejes centrales de la preocupación política. El descuido de las formas arruinó o minó el primer eje.
¿Existe el kirchnerismo? como no duda Mendieta. Siento soledad oficial, aunque estén rodeados. El gobierno despertó la política, sí, y ahora se me representa,
en esta noche, en este mundo, como una política excluyente, un lugar de precisión simbólica y vacío real. Hoy en Salta había mas pobres que en Rosario, ¿pero eso qué dice?
No vaya el peoncito a la fiesta del patrón la noche anterior a la elección, ¿se acuerdan?
Salten las tranqueras, salten las tranqueras. El campo es un hijo de puta, Miguens, y cía, también, ¿pero qué hacemos? ¿Qué significa eso, saber eso, ahora?