Sin lugar para los puros
El camino electoral de este 2015 es lento y ripioso. Es una larga negociación entre viejos conocidos y nuevos por conocer. Entre kirchneristas puros y peronistas, entre macristas y peronistas, entre massistas y macristas, entre macristas y radicales. Por eso no hay sobresaltos y las PASO confirmaron más o menos las previsiones razonables: el FPV roza su meritorio 40 % de la mano del peronista menos kirchnerista y la oposición no es más ese archipiélago de fragmentos aunque el mapa de victorias locales siga siendo monolítico. El peronismo se hizo sentir en NEA y NOA, en el Gran Buenos Aires, y en el sur petrolero. Cambiemos sigue fuerte en la CABA, Córdoba, en la pampa húmeda. Y el FR (al que el lobby de Clarín, y la fuerza de la Nación, la provincia y la capital quisieron sacar del mapa) se mantiene fuerte gracias a ese voto de clase media baja metropolitano. Nadie tiene la vaca de la “mayoría” atada. Hay una circulación de nombres y discursos intercambiables, y un electorado que sin euforia vota lo que se ofrece. En la economía se sabe que algo tendrá que cambiar, y nadie quiere tocar nada del Estado social que asegura una cierta paz. Así parece definirse esta elección: en el día a día, en la negociación territorial larga y pesada, en el cruce de operaciones y gestos detrás del voto.
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