Una
vez, una mañana, básicamente: el día después al cierre del canje
del 2005, yo trabajaba en un programa del gobierno de la ciudad y
tenía que ir dos veces por semana a la sede de avenida de Mayo,
frente al Cabildo. Y esa mañana en la puerta del Cabildo me crucé
a Guilermo Nielsen (del equipo de Lavagna), me paré, él iba con
alguien más, le dije: "Señor, gracias, usted es un patriota",
y le di la mano. Casi llorando. El tipo me miró como si lo hubiera
saludado un nativo. En fin. Tengo este problema con Lavagna: no puedo odiarlo.
2 comentarios:
Siempre dije que si lo encuentro por la calle a Lavagna lo paro para darle la mano (Nielsen nunca se me ocurrió :) )
No lo vas a reconocer a Nielsen. En esa época usaba el pelo largo (?). Abrazo
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