viernes, julio 25, 2014
jueves, julio 24, 2014
Una
vez, una mañana, básicamente: el día después al cierre del canje
del 2005, yo trabajaba en un programa del gobierno de la ciudad y
tenía que ir dos veces por semana a la sede de avenida de Mayo,
frente al Cabildo. Y esa mañana en la puerta del Cabildo me crucé
a Guilermo Nielsen (del equipo de Lavagna), me paré, él iba con
alguien más, le dije: "Señor, gracias, usted es un patriota",
y le di la mano. Casi llorando. El tipo me miró como si lo hubiera
saludado un nativo. En fin. Tengo este problema con Lavagna: no puedo odiarlo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)