viernes, mayo 24, 2013

Voy a poner cada una en los sobrecitos de azúcar...



Cada nuevo gobierno gozará del derecho (a una retórica) para Refundar la República (cimentando sus logros, finalmente, en la continuidad).

No hay guerra popular, los pueblos aman la paz.

El peronismo es la representación política suficiente en todo tiempo y espacio.

No es partido ni movimiento, es sistema.

La clase media es el hecho maldito del país peronista.

El kirchnerismo es la lucha de clases medias.

El análisis de medios es la antipolítica de la política.

Cada político se encuentra a la izquierda de sus bases.

Menem es el padre no reconocido de la democracia.

Clarín es el PJ de la clase media.

Canal Volver es el inconciente, canal Encuentro es la memoria.

La batalla cultural es mucho bosque y poco árbol (“multiplicidad”, “voces”, canta el gallito de Morón).

Se puede politizar la economía, lo que no se puede es tapar la economía con la política.

No es lo mismo un economista que un historiador de las ideas económicas. (Tomás Borovinsky - @borovinsky)

La nueva teoría populista de ese brujo londinense que cada tanto nos visita vestido de Galtieri y nos dice que vamos ganando: el señor Ernesto Lacló.

La representación incluye en la letra chica resolver problemas a espaldas de la sociedad.

Ahora y siempre vuelve a empezar La Cosa. Y –creeme- vuelve a empezar desde un mejor lugar. Los que llegan, dejen las mochilas afuera. No le salven los muertos a nadie.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que bajarle un poco el precio a Laclau. Hablar-de/pegarle-a Laclau, en este contexto, es aburrido e inconsecuente. Más aún, creer que las opiniones de Laclau tienen algún peso en la política local es tan incomprobable como irrelevante; y es, ante todo, desconocer al peronismo. Cuando baje un poco la espuma del kirchnerismo, y la gilada deje de mechar nombres como el de Laclau o el de Rosanvallon en discusiones sobre trivialidades de la política local, vamos a poder apreciar mejor lo interesante y lo pedorro de su teoría del sujeto pueblo. Además, tengo la ligera sospecha de que a los que componen al electorado al que los políticos de moda aspiran a representar les chupa un huevo Laclau —al igual que Rosanvallon o Bourdieu, desde ya.