viernes, marzo 23, 2007

Columna Sur

Cuídate del hacha, Eugene
Por Horacio Fiebelkorn


Fracaso financiero de la MGM con Zabriskie Point: dos años de producción, para algo que les hizo perder un montón de plata. A los yanquis no les gustó nada. No les gustó a los patriotas que un italiano venga a mostrarles sus llagas y conflictos. No gustó tampoco en la comunidad contestataria, ávida de precisión documental.
Sólo tuvo buena recepción en Europa, con mejor capacidad de digestión para la ficción lenta, morosa, a veces algo aburrida, de Antonioni. Y en esta parte de América, en la época de su estreno, integró el lote de películas "prohibidas para menores", tajeadas por censores que nos protegían de la "love scene": un lírico garche colectivo y lisérgico en medio del Valle de la Muerte. Fracaso para Pink Floyd: del montón de tracks que grabaron en Roma a pedido del director para la banda sonora, sólo tres fueron incluidos en el film. El resto, bochado: material de archivo para coleccionistas.
Más desastres: el actor principal, Mark Frechette, reclutado al voleo por el director, murió estrangulado en una cárcel en 1975. Había caído por participar en el asalto a un banco en el que murieron dos personas, poco tiempo antes. Film maldito de Michelángelo Antonioni, la carátula miente un poco, para variar: más que anticipar la frustración del sueño hippie, pretendía exponer las contradicciones de USA, pero terminó mostrando el callejón sin salida de la rebelión estudiantil. El meollo de un asunto que empujó al suicidio al cantautor Phil Ochs en 1975 . (Uno que se inmoló. Volveremos sobre la cuestión). Kerouac, ya en el 69, estaba en cualquiera, apoyando a Goldwater y la lluvia de napalm.
Aquí el Cordobazo le contestaba a Franz Fanon: eran obreros bien pagados de la industria -y no los condenados de la tierra- los que le patearon el culo a Onganía. No hay hippies en Zabriskie Point, sino alumnos furiosos contra el establishment, que competían para ver quién es más revolucionario, y un par de personajes enojados con no se sabe bien qué. Sí es hippie, psicodélica, su banda sonora, que también es el sonido de la época, aunque no un comentario musical injertado en las imágenes, como pasó con Easy Rider.
Pero basta por ahora. La cultura rock y el activismo se han encontrado siempre, aunque la potencia y el alcance del cruce es mayor cuanto mayor es la sutileza del vínculo, por fuera de lo obvio y declamativo. (Nada más insurreccional, a veces, que un tema instrumental, o un pasaje largo sin voces ni palabras: la zapada de "Hola pequeño ser", de Pescado Rabioso, por ejemplo.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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