martes, julio 18, 2006

Para aliviar la cosa

Un poema de este prolífico hijo de la lírica, músico y pintor, amigo de la lima quiteña.


La escuela morada

Ya pasó el año nuevo con sus luces y disparos.
Pasaban los barcos, las cáscaras
de nuez en una uña; las horas del día
en que estuve enfermo, desnudo sobre una cama.
Tomaba con mis manos pedazos de madera
y si andaba por el medio de un camino
solía señalarlas con una mueca que quería decir,
"estarían buenas para la escuela morada,
o adentro de una gruta de turismo".
Buscaba el partido de la extrañeza,
la oscuridad, lo hermafrodita,
eso que no tenía mensaje por encima de las cosas:
la clave del silencio era el silencio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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