Un fin de semana horrible, sin diarios. De lo que hay que desprenderse es del blog. O sea: de lo que es mas rápido, de lo que no arma un proyecto ni literario ni de ideas. Nadie lee los archivos, entonces. Es lo mismo de siempre, un momento de autoconciencia para desenrollar los planes definitivos: armar una revista política, fundar un "criterio" editorial en la mejor parada de la poesía, revisar las razones del cuerpo: su cueva metafísica llena de malas palabras políticas, malas no por groseras, malas por su perversa inutilidad histórica, por su fugacidad pedorra. Creo necesario ensayar la crítica de nuestra historia, del momento en que la historia funda su máquina cultural mas apropiada, con sangre. Hoy un amigo de 18 me habla de Moris, yo desde el tren lo escucho, me dice: me gusta cómo habla del fin de Onganía. Moris habla del fin del rock como proyecto, del fin de muchas cosas. No me di cuenta que no hablo de Moris hace rato, cuando durante años mi canción favortia era "Pato...". Un amigo de 18 me habla de Moris, percibe que soy la clase de personas con quien hablar de él. No todo está perdido. Algunas cosas del plan están cumplidas, incluso.
La carnicería vino después, y con ella esa máquina del mensaje directo. No sé.
A la hora en que los '90 se nos revelan con toda su verdad política miramos a V como a alguien del pasado. Bien.
Leer pocas novelas: Carne Picada (Asís), En otro orden de cosas (Fogwill).
Leer: Iglesia & Dictadura(Mignone/Verb, a escondidas supongo).
Escuchar a Bergoglio, y para siempre, la mansedumbre de la noche entra en nosotros. Somos verbo en carne viva. A esta hora en que todo me lastima menos mis dolores: los guardianes sobrevive a las operaciones en el púlpito sacrificial, a las nuevas operaciones perras (cuando vi eso, preferí dejar el Página para otro día). ¿Hablarán de los 20 minutos de error alguna vez, de ese cálculo menor e infinito, para matar a? ¿Hablarán alguna vez de la embajada cubana, del perro y el gato negociando la línea? No hay un poeta que escriba sobre esto, porque ése hombre es el ideólogo más lúcido del orden democrático..
Toda la noche pensé en ese otro hombre, Seineldín,
y en su operación retórica mas genial
(la única genial):
fuimos los montoneros de Menem.
Todo está en su lugar.
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