lunes, julio 06, 2009
Cartas que llegan del pasado. (A propósito del conservadurismo gonzaliano.)
El mundo avanza mucho más rápido que que los que queremos que sea un mundo más justo. Tan rápido que incluso la palabra justicia quizás ya no sirva para indicar el destino deseado. Todavía usamos un mapa viejo y roto para guiarnos por una ciudad nueva. Todavía miramos el futuro con los ojos del pasado, con ojos cansados, con ojos gastados. ¿Y qué diferencia hay entre avanzar más lentamente y estar quietos? Al lado del sendero bucólico que transitamos con paso cansino pero orgulloso está la vía sobre la que pasa el tren del mundo, del país, de los barrios. Un tren que no para, que no para en nuestros pueblos hechos de ideas caducas y valores vencidos. Al frente de batalla llegan cartas del pasado. Cartas ya leídas, cartas ya jugadas. Cartas, precisamente, abiertas. ¿A quién se le ocurrió repartirlas de nuevo? ¿Quién creyó de verdad que esas cartas derrotadas en la noche por los anchos de espadas y de bastos iban a darnos de mañana la victoria aunque fuera con la suma del envido? Hoy el juego es otro. Hoy se juegan otras cosas. Hoy se juega a otras cosas. Asumámoslo, Carta Abierta es a la política lo que la generala es a la play station. Un bello testimonio de modos pasados de estar juntos, de utopías tan puras que hasta admitían o buscaban la revolución. Hace un tiempo se lamentaba, González, de "la cancelación del idioma social de la política que formó generaciones enteras de ciudadanos", de lo terrible que es atravesar "el capítulo final de una forma del habla política argentina". Nos habla del "acto final de la lengua política recibida" y del "avance irresponsable de un conservatismo de sociedad cansada". ¿Quién es aquí el conservador? El "candidato facial" u Horacio, el bibliotecario? Cuando "en una nación fracasa la lengua articulada con la que se fundó la política" hay que cremarla y parir una lengua nueva. De nada sirve alambrar las ruinas y hacerlas un museo. De nada sirve, tampoco, usar las armas enterradas por el tiempo en una batalla para la que son sólo adornos. Quizás González tenga el más conservador de los oficios intelectuales. Más ligado a la administración de las palabras escritas que a la creación de nuevos lenguajes. Las palabras nuevas se ríen de la biblioteca. O no saben que existe. En todo caso no entran en ella. No tienen páginas ni tapa. No tienen autor. Son nacidas de anónimos y colectivos. Los epistolares defienden al gobierno como los granaderos rígidos de Balcarce 50: con los símbolos de un tiempo pasado. No, no. No digo que la explotación y la oligarquía no existan, pero ellas cambian más rápido que nosotros. No hay. No hay una esencia perpetua contra la cual pelear en todo tiempo y lugar. El bien y el mal no son siempre lo mismo con ropajes diferentes. El bien y el mal no están anclados, no tienen fronteras. Cambian. Cambian. Cambian. Y ellos se confunden. Acusan a todos los demás de ser parte de un partido del orden. Ya quisiera yo que tuvieramos un orden, que fuéramos capaces de crear y ordenar las fuerzas nuevas. ¿De dónde sale ese tono de justificación? ¿Por qué tienen compasión por el gobierno? ¿Por qué concentrarse en armar una retaguardia intelectual cuando en el frente las balas perforan el blindaje? ¿En qué atardecer despliega sus alas el Búho colectivo? La restauración conservadora que temen los cartistas ni restaura ni conserva porque salta hacia adelante, hacia nuevos lenguajes que el bibliotecario desprecia por su forma, por su ruptura con la tradición que él custodia con oscuridad y recelo. La realidad hace tiro al blanco con la poética del nostalgismo. Un blanco fácil, que se mueve lento y siempre para el mismo lado. No se puede pelear con sus palabras. Tienen la pólvora mojada, se traban al disparar. Son bombas que no explotan. No quiero. No quiero armarme con esas armas que tienen el filo gastado y el mango roto. Vámonos de acá. Vámonos a hacer blogs y buscar palabras nuevas. Vámonos a los barrios y aprendamos las palabras que todos los días nacen para contar un mundo que cambia. Se viene el invierno, quememos los tesoros para calentarnos un poco. Que alguien desactive las minas que quedaron de otras guerras. Nuestros padres pasean sonámbulos y pisan las espoletas. Hay que hacer política sin padres. Vamos a rendirles todos los honores, vamos a ponerle sus nombres a nuestras calles porque ellos trataron primero. Pero para hacer el camino traigan una topadora. Antes de que sea tarde. Tenemos que hacer nuestro horizonte. El de las postales que mandaste desde Ezeiza, papá, tiene los colores gastados. Mamá, convoca más un pastor evangelista que tus sueños postadolescentes de liberación. Ellos buscaron palabras nuevas y armaron hasta en los pabellones. Los únicos que tenemos el cielo vencido somos nosotros. No se preocupen en quemar las naves, ya no sirven para nada. Ni siquiera para volver. No hay nada que conservar. Hay que soltar las amarras. Ir a otros lugares. Hay que mutar. Somos anfibios que todavía no podemos sobrevivir en una nueva tierra. Tenemos que crear nuestra barbarie, ser más rápidos que ellos. No es juvenilismo, no. No tiene que ver la edad, tiene que ver con hacia donde va la mirada. Si te das vuelta te convertís en una estatua de sal. El mundo está fuera de quicio. Todo se tambalea. Yo no quiero quedarme quieto. No quiero rezarle a los dioses que murieron. No quiero que me aplasten las columnas de templos vacíos.
sábado, julio 04, 2009
viernes, julio 03, 2009
jueves, julio 02, 2009
miércoles, julio 01, 2009
¿Hay relato para el que no usa la palabra "relato"? ¿Hay alguna carta que no sea "abierta"? ¿Se le iba a ganar a Clarín con metaperiodismo? Quedan dos años y medio para, inteligentemente, "seguir haciendo daño".
martes, junio 30, 2009
lunes, junio 29, 2009
Por muy poquito...
"Que voy a hacer un cambio, por una vez en mi vida..."
Se cerró un ciclo. El ciclo político que quizás para algunos se abrió en el voto "no positivo", quizás para otros en la dinámica inicial de la 125, quizás para otros (mas sutiles) en la campaña entre Rovira y Piña, etc., pero lo cierto es que en el transcurso del 2008 pasó algo "grave": se había vuelto demasiado viejo el resultado electoral del 2007. El magma se movía bajo la superficie. La profundización del cambio (consigna electoral del 2007) entendida como institucionalización, y, a su vez, entendida esa institucionalización como canalización burocrática (y no como ofensiva en la conquista de nueva legalidad) fue barrida por un huracán de energías sociales inesperadas. Quiero decir: el proyecto de retenciones móviles, una posible nueva ley de medios, o la estatización de AFJP's, podían ser interpretadas como "profundización institucional" por unos tanto como "salto al vacío" por otros. Ganaron... los otros.
Hay en la sociedad enquistada una idea de que la palabra institucionalidad remite a un imaginario mucho mas conservador, de fortalecimiento de "lo que hay", mas que de creación de nuevas estructuras. Y los modos protocolares y legislativos (oratorios) de Cristina caminaban en esa dirección: la presidenta llegaba para emprolijar la narrativa kirchnerista en un clima de foros mundiales, e "inventaba" una palabra (s i n e r g i a) que parecía un signo de los tiempos. Como si a Néstor le hubiese tocado hacer "la tarea sucia". Ya lo dijimos alguna vez: Néstor en sus 4 años eligió enemigos "externos", y consolidó una minuciosa estabilidad económica, un verdadero "clima de negocios". En el 2008 se eligió un enemigo que aparecía tan "lógico" como los otros (como el FMI o los militares genocidas) pero que estaba adentro de la sociedad. La alianza de la vieja Oligarquía agraria y la nueva burguesía agraria, mas todo el tejido agroindustrial (siempre subestimado), estaba demasiado viva como para componer el papel de un viejo actor del Seminario de Liberación Nacional: la "puta oligarquía".
Se cerró el ciclo de precipitación social: la sociedad avanzó sobre el kirchnerismo. Lo reetiquetó. Le puso su nuevo precio popular. Los índices del Indec se invirtieron: también el gobierno creyó en un índice de popularidad que no existía mas. La distribución del ingreso adquirió un status diferente, abstraído de la conflictividad social de las pujas distributivas, algo de lo que balbuceamos acá. Cambió la versión de los hechos: ingreso universal, un Estado sin intermediarios, la vuelta a un cauce institucional natural. Quién hubiera dicho que "la vuelta del Congreso" iba a ser la marca de Cristina.
"Río profundo" dijo Alberto, el que nunca se tendría que haber ido. "Va a asomar el río profundo", le dijo a Néstor.
Quizás comenzó el gobierno de Cristina, no el gobierno que hubiera deseado, sí el gobierno que debe administrar una crisis política sobre una superficie económica envidiable para muchos ex presidentes, el gobierno que debe solucionar el Indec, que debe sacar de escena a Moreno, que debe "cajonear" algunas pequeñas revoluciones, la disolución definitiva del kirchnerismo en peronismo. Y la vuelta a una nacionalidad política: qué difícil era mirar globalmente los resultados, unir el resultado nacional en el medio de todo esa cadencia de territorialidades.
El kirchnerismo perdió apego con la sociedad, una sociedad que se relanzó a conquistas materiales y espirituales después de una crisis, y que llevaba un mapa genético tallado en la década a la que el kirchnerismo había decidido demonizar: la del '90. La mala lectura de lo que pasó allí, la mala lectura de lo que la sociedad sufrió (no en términos victimistas) en esa década, de los cambios, de lo que llegó para quedarse, arrastró un vaticinio voluntarista: la salida trágica de la convertibilidad no significó un cambio tan cultural como el que pudo ser leído dentro de ese universo simbólico tan vasto, que incluía la "caída de las Torres", la degradación bushista del Consenso de Washington, etc. Las proteínas ideológicas con que se quiso alimentar a un cambio de época fueron excesivas. Sí, hay que decirlo, en los '90 Kirchner, el gobernador, ocupaba el mismo lugar simbólico que hoy ocupa un ferviente gobernador sojero, enamorado de su regionalismo. Kirchner era un sojero de aquellos años, un sojero del oro negro, y es casi una reivindicación decirlo.
El voto a De Narváez es lógico: la sensatez mercantilista que regresa a ajustar la política, que "economiza" la política, que la devuelve a su cuota suficiente. El kirchnerismo se enamoró de una palabra Pueblo, una palabra que ya la sociedad abandonó, que mandó a algún museo metalúrgico que visita gente (como uno): consumidores de la cultura de los vencidos.
Pero bueno, esto es un poco canalla: ordenar las ideas críticas en una noche crítica. Lo cierto es que las sensaciones se cruzan al igual que los pensamientos, como ráfagas. Por ejemplo: el "estimulante" triunfo de Pino lo sería mas si no hubiese sido tan celebrado por Macri y si no hubiese estado basado tanto en reponer el supuesto imaginario degradado por las políticas kirchneristas. Porque por mas Artemio que uno quiera, la campaña de Pino se basó en contrastar la raíz del pensamiento nacional y popular con el "kirchnerismo". Yo haría un ejercicio googlero: ¿cuántas veces nombró y a partir de cuándo Bonasso los glaciares o la Barrick? Después de cinco años encontraron la baldosa floja. ¿No hay en el triunfalismo de Pino otro aire mas de la "vuelta de los 90"? ¿No fue el kirchnerismo una buena lección de cuánto y hasta dónde se puede gobernar una sociedad "por izquierda"? ¿Me estoy volviendo conservador? Sí. En los términos temporales en los que le gusta pensar a nuestra pastoral social: lo que empezó en el 76 es también una marca "modernista" de hasta dónde puede ingresar la política en la vida de la gente. La sociedad del 76 / 01 es una sociedad que se quería sacar a la política de encima. ¿Cuánto cambió hasta hoy? Pero sobre todo: ¿cómo se cambia eso? (El kirchnerismo no es la política on line con Derechos Humanos, ni es cortamoelbacalao.blogspot.com, ni la venganza de los blancos evangelizados en las aguas servidas del conurbano contra los blancos de la transparencia que creen en Dios. No: el kirchnerismo es un estado crítico.)
Ahora Cristina tiene dos años y medio, pero no para "empezar todo de nuevo", sí para demostrar que la democracia es esto: el espejismo de que todo cambia para preservar una cada vez mas sagrada continuidad.
domingo, junio 28, 2009
sábado, junio 27, 2009
jueves, junio 25, 2009
Y casi al final...
De Narváez
miércoles, junio 24, 2009
Cosas que uno aprende
Teorías Conspirativas: un pensamiento frívolo.
("Yo te digo la posta, papá, a Juez y a Pino los banca el gobierno.")
TC: "como las brujas".
No hay "almas bellas".
El voto a Pino: a la larga sirve si eso saca de juego a Carrió.
Lo dijo Pinti: la izquierda es kirchnerismo.
Pino + Pinti: Carrió.
(¿Por qué tanta melancolía? "Había una vez un pueblo, una lengua..." Perdonen un poquitito mas a la sociedad en la que viven. Un pueblo que no está en la palabra pueblo, una memoria popular que no es popular. La única aventura intelectual debería pasar por reconstruir los puentes de la continuidad, como dice Alejandro Bárbaro: ¡esto se llama Frente para la Victoria! ¡Es el tren de los que están podridos de perder!)
Las 5 diferencias entre lo que dijo De Narváez en A dos voces y lo que dijo en Desde el llano dos días antes, la frase en la que Ricardo Alfonsín no usó la palabra diálogo, la razón por la que Margarita nos cae bien, el día que Cristina eluda su fastidio a los cronistas para hablarles a "los que la miran por tevé", un festejo así que es siempre de los otros...
Alerta: no se encontró la caja negra del avión 70 en las profundidades del Río de la Plata.
(Lo único que nos asegura comprensión del kirchnerismo es una revisión de los años 90.)
Pino se saca la escafandra, sonríe y saluda a cámara.
No encontró la caja negra de los años 90. Ahora busca la kaja negra de estos años. ¿Ninguna época tiene caja negra? No se encuentra lo que no existe. La profundidad está en las apariencias, dijo Tu-Fú. Y otra vez dijo: caminamos por un mosaico de espejos rotos.
Usé esa frase mil veces. Nunca entendí lo que decía. Cosas que uno aprende con mas facilidad: a hablar lengua muerta.
martes, junio 23, 2009
Razones para votar a Kirchner (vía Heller)
Porque resulta imprescindible para sacar del tablero a Francisco de Narváez –su demagogia, autoritarismo reprimido y modales de padrecito.
Porque su presencia garantiza el paso al frente de Macri para la carrera presidencial, y se haga público entonces quiénes componen la banda ancha detrás del títere.
Porque la clase media lo detesta, la clase media que golpeó puertas de cuarteles, festejó a Videla, a Menotti y a Galtieri. Porque lo detestan los multimedios, los taxistas y los porteros.
Porque relanzó al socialismo pedagogo y republicano a la confrontación. Porque recordó que la lucha de clases todavía es la partera de la historia. Y porque olvidarse de nombrar a Perón y a Evita pone los pelos de punta a los guardianes de la doctrina.
Porque despejó tres dudas sin emitir juicio: el oportunismo de Solanas, el machismo de Elisa Carrió en la era de los impares, la cobardía, disfrazada de reserva moral, de los cuadros de la CTA, dispuestos sólo a dar pelea cuando sea la hora de la gesta magna.
Porque nunca se ausentó de la política ni dejó de pensar políticamente la industria de la sospecha y la psicologización de las decisiones estatales, presentada por los gacetilleros ruralistas bajo fórmulas tales como es el problema de mirar mucha televisión o ahora el entorno del matrimonio exagera su angustia con las imágenes que llegan desde Irán.
Porque si los medios se imponen sobre los fines no usa gente buena para hacer supuestas maldades, sino a muchachos malos de verdad, no a chivos expiatorios.
Porque exige una teoría de la interpretación: mediante sobreentendidos, deja adivinar lo que quiere decir, desmentir ese rumor y después reforzarlo, de manera tal que nadie crea en la noticia anunciada. Y entonces, cuando todos miran para otro lado, darla.
Porque entendió a la sociedad del espectáculo. Porque no moraliza. Porque espera. Porque insiste. Porque todavía es el único capaz de reventar el casco viejo del aparato peronista. Porque sabe que el peronismo sin la religión, no existe, y que la religión no siempre es católica, apostólica y romana. Y porque cuenta con el voto de Juana Bignozzi.
lunes, junio 22, 2009
sábado, junio 20, 2009
(En la Argentina de hoy no puede haber bipartidismo porque no existe el empate. No hay dos mitades, "dos mayorías" virtuales que intercambian su "mitad mas uno" según sople el viento. No. Tendremos este trípode de dos peronismos y un radicalismo unido. Ese es el único equilibrio de fuerzas. La derrota de Lole y el triunfo de Juez son el dato político que diluye al peronismo federal de centro, con la consecuente avalancha post-electoral de Das Neves y demás oportunistas así. Pero entre Kirchner, Macri y Scioli podría estar el 2011. Si lo de Pino sirve para algo que sea para que Lilita no llegue al Congreso. Solá, en una entrevista imperdible, advertido por Eliaschev de las sospechas sobre los "pases posteriores" y las reunificaciones a las que después de las victorias/derrotas los justicialistas "nos tienen acostumbrados", ofuscado como anda, se limitó a responder con lo mejor de su lengua: "si en Argentina hay tantos políticos peronistas será porque hay millones de peronistas". Para completarla remató diciendo que él, como decía el General, lleva el bastón de mariscal en la mochila, y que después de la 125 apuntó a Néstor y le dijo "no me conducís mas", y se fue junto al 30%, es decir, unos cuantos millones que retiraron el apoyo al gobierno. Síntesis mental de una semana agitada: el menemismo amplió las bases del peronismo, porque el menemismo mantuvo la lealtad de los humildes, pero reconcilió a sectores sociales medios y altos a una versión aggiornada y globalizada. El menemismo fue, digamos, el peronismo mas amplio. El kirchnerismo, entonces, ofrece devolver al peronismo a una mas acotada mitad + 1 (tensa, histórica y revanchista). Y por eso somos kirchneristas. Por afuera, entre los pro-peronistas y el peronismo federal, se asumen las versiones "de unidad" y "reconciliación nacional". Todos son peronistas, pero eso quiere decir poco en días como estos. ¡Compre nacional!)
viernes, junio 19, 2009
Stratocaster Boogie
jueves, junio 18, 2009
La concha de tu madre
Taxi. 16hs. “¿Y Maestro... a quién vota?” “Noooo, yo lo voté a Macri el año pasado. Pero ahora no me gustó lo que hicieron. Eso de poner a la mina en la lista. Y tampoco quiero votar a Kirchner. Los primeros años me gustaron, pero tienen que tener menos poder. Voto a Pino.”
Pino ni sabe quién lo vota. Pero esa nebulosa es nociva. No lo votan los que lo acompañarán en una gesta patriótica de hacer andar el tren para todos. Los que lo votan... ¿se imaginan en el quilombo que se meten? Pero claro, Pino instrumenta un mensaje similar al de la vieja Carrió, antes de su era rostizada. Pino actúa sobre la superficie de los efectos culturales de un mensaje enajenado de sus últimas consecuencias: es un discurso de guerra virtual celebrado por los guardianes de la paz y el orden futuro. Celebrado por-los-que-no-le-creen. Pino es la mosca en la sopa de una situación que anticipa en su descontrol un inevitable ascenso de la derecha. Voto mas, voto menos, eso es lo que va a pasar. Elección mas, elección menos, eso es lo que viene. Un duro hierro de equilibrios sociales que asusta incluso al mismísimo Ténembaum: "¿se viene el derechaje?", le preguntó a un Macri desbocado. Pino es la perfecta contabilidad de los bienes materiales con que se cocina la nueva hegemonía cultural de los vencidos, después del lapsus kirchnerista. Después del mejor gobierno del orden democrático.
La CTA tiene esta fe en su centro: el pueblo no es capitalista, es puro, resiste, viene del fondo de la historia... Aunque venga uno solo desde Chilecito en pleno '91 con la bandera argentina en alto... eso se llamará ¡Riojanazo!, ahí estará el pueblo, y no en la verga que vacía góndolas cuando viene la buena. Por eso cualquier dirigente (aún el mas pedorro) de la CGT se parece mas a la idiosincrasia de sus bases que los otros que “cortan la ciudad” para reclamarle al mundo un “Blindaje Social”. ¡Qué poco le sirve el clasismo a la clase obrera!
Tengo espuma.
Tengo la sospecha de que si hacés una charla en Chimbas, o en Rawson, e incluso en Jáchal, sobre la Barrick… tenés que salir con los micros de acá. Porque no va nadie. ¿Por qué no va nadie? Porque el progreso tiene olor a podrido.
Yo-también-fui-un-pelotudo-solidario-contra-la-Botnia, te lo reconozco viejo amigo.
¿Se le puede preguntar a Michetti de qué mierda sirve la influencia clerical del Cardenal Bergoglio? ¿En dónde –además del aumento de los subsidios a la educación privada- se nota la influencia de una sensibilidad que se dice cristiana? ¿En las políticas sociales que se vanaglorian de sus “desalojos silenciosos”? ¿En la focalización de la focalización de la focalización...?
martes, junio 16, 2009
domingo, junio 14, 2009
Cariátides de la civilización
Recuerdo algunas campañas en las que participé. Fueron universitarias, casi todas alrededor del clima del 2001, y en una facultad que (¡por el amor de Dios!) alguna vez debería barajar y dar de nuevo. En una de esas elecciones nosotros (un nosotros entrañable y remoto) nos habíamos apropiado de una consigna bastante elocuente y clara para lo que era el microclima del 2002: “Caminaremos al paso del mas lento, pero caminaremos todos juntos”. Una cosa rápida: la preferencia de la “retaguardia” era nuestro gesto político en un contexto asambleario, cuya consigna prefiguraba la catarsis elitista mas obvia de la izquierda: “democracia de los que luchan”. Nosotros, en cambio, optábamos por una “fórmula de consenso”: no estábamos dispuestos a renegar del todo de la idea vaga e iluminista ¡de que marchamos!, pero sí a tener paciencia con aquellas "mas opas que se quedaban al final". Portadores sanos de las condiciones de la época. Bergoglio también poetizaba la era ("ponerse la patria al hombro"). Eran años de experiencias espantosas y semi-heroicas, con una izquierda subida al lomo chivado de algo así como-una-sociedad-en-llamas. Puedo decir esto en mi defensa: después del estallido del 2001 nos quedamos discutiendo un año con el trotskismo no sólo su interpretación de “aquellos días que estuvimos en peligro”, sino su aplicación destructora sobre una institución como la carrera de Sociología. Los troscos querían introducir el voto universal dentro del sistema de elección del director de la carrera, y uno es capaz de todo, de defender el clientelismo bonaerense con argumentos épicos, pero no de soportar la comida de balero que los troscos “le hacen a los pelotudos que entran al CBC”. Recuerdos trotskistas sueltos: el consejero del PO interrumpiendo una reunión del Consejo de la carrera al grito de “disculpen, se empiezan a escuchar las primeras cacerolas, yo me voy junto al pueblo”. Estábamos en el corazón de Barrio Norte, a un par de cuadras de Santa Fe y Callao, en los primeros días de un marzo que empezaba a apagar las brasas de ese verano/12. Así que la cosa duró poco, y sólo se trató de un cacerolazo espontáneo un poco mas efímero y conciso, por lo cual, al rato, ya andaba de vuelta el muchacho en un rincón espiando las vicisitudes de esa oscura reunión que pretendía empezar a discutir el cambio del sistema eleccionario, hasta que en el bullicio se sentó de nuevo en su silla. El PO, como toda la izquierda, no tenía nada que hacer en la calle, estaba metido hasta la médula en la posibilidad de ocupar instituciones bajo el manto negro de aquellos días: vaciaba las instituciones para colarse en ellas, básicamente. Su otro aporte fue desmantelar las asambleas barriales. De eso no sé mucho, lamentablemente no participé de ninguna (aunque admito que ganas no me faltaron). Otro recuerdo. Un militante del trotskismo, uno “independiente”, hacía algo que era básicamente así: interrumpía la clase durante los “días de campaña”, se imponía con un criterio “democrático” (hacía votar levantando la mano a los estudiantes para que aprueben o no la interrupción de la clase) para luego (cuando casi siempre la clase aprobaba su interrupción) decir: “yo no vengo a pedirles que nos voten…”. Había en ese método mixto de simpatía a los estudiantes (por ser estudiantes) y de rechazo a los profesores (por ser “la autoridad del aula”) la prolongación de una complicidad adolescente de hinchar por lo mas joven, cuando lo que se hacía en realidad era pasar por encima una situación de producción que incluía centralmente al único asalariado de esa escena (el docente). En esa época era mas común que ahora oír la plegaria contestataria liberal: “un pobre hachero tucumano que compra su pan, y con el pan paga el IVA que abre las puertas a esa rebeldía pública y ajena de las universidades gratuitas a las que no entra”. Ahora que me estoy haciendo mas viejo me doy cuenta de lo que el trotskismo es: un modo muy claro en el que ciertas formas de lo político (ese intento de “dominación del otro”) se vuelven fatalmente evidentes. Costuras de la política. Quiero decir: si todo proyecto político es un proyecto de dominación, hay un ingrediente en todo trotskista en el que esa primera voluntad de dominación, y por “las causas últimas y trotskistas de esa dominación”, aparece redimida y desnuda (“sí, yo te voy a decir exactamente lo que vos tenés que hacer”). Sí, el trosco hace lo que todos quisiéramos hacer. Toda política es trotskista. Trotskismo de derecha, trotskismo liberal, trotskismo trotskista. Quiero decir: el trotskismo argentino es la forma que inventó Dios para mostrarnos el modo extremo en que la política se parece a un fundamentalismo religioso. Pero Dios nos quiere moderados. Dios tiene Criterio. Yo aprendí MUCHO de la vergüenza ajena de mirar actuar a un trosco. Y, en el fondo, los quiero. No obstante, decía, las elecciones eran un problema de conciencia: el secreto aparecía revelado, ya no eras el tipo que estaba en los conflictos, que daba el debate, que se anotaba para hablar en una asamblea, o que la aparateaba. No. Ahora eras el tipo que decía: votanos. Que le ponía “valor” a todo eso que habías hecho durante un año, renunciando a tu vida. La elección era el momento de la verdad. Era el momento en el que los demás podían decir: "ahhhh, era por eso, querías mi voto". Por supuesto que no pasaba las campañas “pensando en eso”, en el pudor por ese “arremangarse y pedir el voto”, pero admito que había un momento de esa semana, quizás apenas una tarde, en el que la inhibición me oscurecía. Se me apagaba la lamparita. Quedaba en penumbras. Yo admiro profundamente cómo un trotskista va al frente. Sí. Hay que ser un poco trosco en estos días. Y no tendría otro modo de decir cuál es mi situación, mi sensación y mi temperamento cuando de campañas se trata. Siento que pedirle el voto a alguien es demasiado. Es algo IMPORTANTE. Y soy de esos a los que les cuesta “ése” momento, no los anteriores, no los posteriores… ése.
2
¡Qué aburrido es el lugar destinado a “los políticos en campaña”! Es el momento en el que vemos cómo un montón de hombres y mujeres se dejan pegar mucho. Es el momento en el cual uno siente que la sociedad no les debe nada a ellos, ni a sí misma, donde la sociedad actúa como en una gran cámara oculta. En ese estereotipo del “que besa niños”, del que se ríe de los chistes (siempre incómodos) que lo tienen por objeto, ahí, hay un profesionalismo socialmente necesario: esa imagen es la negación de la política y el poder. Se muestra al político "sujetado" a lo sociedad, sumiso, débil, pedigüeño. Una campaña es un momento en el que la política borra las mediaciones y se "ofrece". Es un momento en el que muchos desean la explosión moralizante de la sociedad. Y un día las campañas terminan.
3
Voy a hablar de mi bolilla. Voy a hablar del kirchnerismo en campaña. No de las acciones puntuales, actos, afiches, etc. No. Del sentido de la campaña. El kirchnerismo (en su versión dura) es una campaña que sigue haciendo kirchnerismo: en cuanto a que reintroduce el conflicto en el eje electoral. El kirchnerismo dice: si votás, te metés en el lío. Hace exactamente lo contrario a lo que se le pedía que haga: otorga a la campaña y al voto el símbolo de un desempate, dota de ideología a ese voto. No busca sosiego, ni la armonía secular cuyo centro ocupa la masa gris de indecisos. El kirchnerismo hace campaña con su sola mejilla al rojo vivo. Con lo cual, asegura en el campo opositor, su versión de que es necesario mostrar que el consenso se halla en el fin de esa dialéctica adversarial (kirchnerista). La sociedad pide cordura, diálogo, sensatez, institucionalidad, según la oposición. Y bajo esas palabras hay formas no sólo de atemperar el ánimo del energúmeno kirchnerista, sino una advertencia social mas profunda. Una advertencia que quiere sosegar a un ánimo social que el kirchnerismo intenta desatar. Distribución a través del conflicto vs. Distribución a través del consenso es lo que está en juego. Y en los relatos opositores pareciera que las acusaciones cruzadas sobre el oficialismo revelan la posible violación a las reglas constitutivas que éste comete. Tanto la dialéctica “contra el Régimen” del radicalismo mas radicalizado, como la sospecha estimulada y fantaseada “del fraude”, fuerzan en su relato ese suelo quebradizo y empujan los límites sobre la fe misma en el sistema. “Si los votás a ellos es porque te compraron, pero si nos votás seguro que te roban el voto.”- así reza un callejón sin salida. Lilita dice que en el 2007 hubo fraude, e insiste con el ejemplo de que en una remota mesa del conurbano un policía agarrándose el arma intimó a que el votante que decía “que faltaban boletas” vote “entre las que hay”… Decir que ganaron los otros con fraude es una forma heroica de decir que no perdí. Pero en este blog no creemos en motivaciones tan vanidosas: la oposición se plantea la desaparición del kirchnerismo violando el principio de credibilidad en las reglas de juego, volviendo invisible o vaporosa esa boleta que tiene el ciudadano en la mano, de manera de borrar por anticipado una lectura sorpresiva: los resultados que las elecciones arrojen. La oposición fabrica su artefacto del 29: si no gané, tampoco perdí. Ése es el núcleo de un fundamentalismo anti-democrático verdaderamente peligroso. No el trotskismo que se vuelve loco para que lo votes, sino el de quien niega la existencia social y electoral del que no lo vota.
4
E.M.E. en un libro de lectura obligatoria (“¿Qué es esto?”): “El hipócrita no engañaba, representaba”.
viernes, junio 12, 2009
Acá no había un blog (2)
jueves, junio 11, 2009
martes, junio 09, 2009
Nos llega
APOYEMOS LA NUEVA LEY DE COMUNICACIÓN DE LA DEMOCRACIA
POR LA INCLUSIÓN DEL DERECHO A LA COMUNICACIÓN DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS EN EL PROYECTO DE LEY
Exigimos:
-que el derecho a la comunicación con identidad sea reconocido a los Pueblos Originarios incluyendo una nueva categoría de Pueblos Indígenas diferenciada de los medios comerciales, comunitarios y públicos, respetando así los derechos reconocidos en la Constitución Nacional y en los convenios internacionales
- una Radio AM y un canal de TV abierta por Pueblo Originario.
- una FM por comunidad.
- dos representantes de Pueblos Originarios en el CONSEJO FEDERAL DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL
- dos representantes de Pueblos Originarios en el CONSEJO CONSULTIVO HONORARIO DE LOS MEDIOS PÚBLICOS
-que se respete el Libre Consentimiento Informado Previo para el otorgamiento de Licencias a Medios Indígenas. Es decir que se respete el derecho a la ser consultados los pueblos a través de sus organizaciones políticas.
Por la restitución de la palabra a los Pueblos Originarios, por el derecho de todos y todas a la comunicación
MARICI WEW, JALLALLA, KAUSACHUN, OIMEÑO ROIKO, JAYLI,!!!
ORGANIZACIONES DE PUEBLOS ORIGINARIOS: OCASTAFE-CONSEJO DE CACIQUES DE LA NACION GUARANI-ASAMBLEA PUEBLO GUARANI-FEDERACION PILAGA-PUEBLO KOLLA DE LA PUNA DPTO. YAVI-INTERTOBA-CONSEJO DE LA NACION TONOKOTE LLUTQUI-KEREIMBA IYAMBAE-UNION DE LOS PUEBLOS DE LA NACION DIAGUITA-CONFEDERACION MAPUCE DE NEUQUEN-ONPIA-COORDINADORA DEL PARLAMENTO MAPUCHE RIO NEGRO-MESA DE ORGANIZACIÓN DE PUEBLOS ORIGINARIOS DE ALTE. BROWN-MALAL PINCHEIRA DE MENDOZA-COMUNIDAD HUARPE GUENTOTA-ORGANIZACIÓN TERRITORIAL MAPUCHE TEHUELCHE DE PUEBLOS ORIGINARIOS SANTA CRUZ-ORGANIZACIÓN RANQUEL MAPUCHE DE LA PAMPA-ORGANIZACIÓN DEL PUEBLO GUARANI-QULLAMARKA-ORGANIZACIÓN 12 DE OCTUBRE YOFIS WICHI -CONSEJO DE CACIQUES WICHI DE LA RUTA 86.
viernes, junio 05, 2009
Orden y progresismo (5)

jueves, junio 04, 2009
miércoles, junio 03, 2009
martes, junio 02, 2009
Orden y progresismo (2)
Lobo es un infiltrado de ETA. Lobo tiene problemas económicos y es tentado para hacer la tarea sucia. Lobo comienza como simpatizante de una “causa justa”. Pero Lobo tiene un problema antiguo como la humanidad: no llega a fin de mes. Y el camino a la traición tiene el condimento moral y subjetivo con que se cuecen todas las traiciones: Lobo cuestiona los “medios” de ETA para llevar adelante su guerra. Que es, o era, la misma guerra de Lobo. Lobo comparte los "fines etarras". Lobo tiene un plan: subir por las ramas hasta lo mas alto del árbol. Lobo llega hasta la cúpula etarra. El filme muestra que Lobo no es el único traidor, pero sí el único infiltrado. Lobo es un agente sofisticado de una situación cableada por los cuatro costados: Lobo es el ojo de un Lobo mayor llamado Estado Español. Lobo está adentro de una bomba de tiempo. Hay muchas formas de traicionar. Lobo es un filme básico: es un filme sobre la transición democrática. Sobre la bisagra por la que el aparato policial y político español entra en el orden democrático, para producir el orden en democracia. Una guerra sucia y necesaria en una España que recibía inmigrantes políticos y que era transfigurada hacia el paradigma mundial bajo la protección medieval de un Gran Rey, como es el rey español. Lobo plantea dos cosas: que Lobo tiene un plan político que reivindica su traición… ¡porque él es un vasco! Lobo, casi al final, dice algo que lo exime: que él puede arrastrar la discusión interna, ocupar la jefatura, llevar a ETA a la política, sólo son necesarias algunas acciones, herirle un brazo, volverlo “creíble”. Lobo llega a Francia y lobo redime a ETA de las armas de fuego, eso pide. Lobo pide garantías. La respuesta es implacable, tan implacable como previsible, para que el filme “cierre”: los restos franquistas necesitan de ETA. ETA da sentido. Lobo en la boca del lobo entiende el juego: no es represión para un conflicto que nunca cesará de brindar carne de cañón. Lo que Lobo ofrece (ir hasta el final y reconvertir ETA en un movimiento político que abandone el terror) es una "salida política", cuando el terrorismo sofisticado de ETA era la salida política del franquismo. El filme, entonces, narra la traición del Estado al Lobo, cuyo mensaje circular encierra la lección del Estado cuando se entrega a la democracia: no confíes en mi, no confíes en el Estado. Ese fue el mensaje distorsionado de la democracia cuando se ganó la tercera guerra mundial: democracia no es Estado. El filme es un gran filme sobre la guerra moderna, y confirma lo que se necesita para conducir: se necesita militarizar la política, la lengua. Lobo es un filme sobre la necesidad interna de la conducción para conducir: hacer la guerra. Sólo a través de la guerra se conduce como Dios manda. La fe humanista de Fogwill dicha mil veces ("si hubiese habido tiempo para discutir todo lo que había que dicutir... se salvaban las vidas") es la bisagra moral de la democracia: la democracia es el tiempo, es la ocupación del tiempo. El filme repone la traición, deposita la “conciencia hecha concha” de Lobo sobre el Estado Español que le ha pedido un favor: no exactamente destruir a ETA, sino que los ayude a saber qué es exactamente ETA. Poder es saber y saber es poder, como dicen que dijo Fu-có. Ese es el Lobo del filme: un corderito con agallas… Cuando Lobo palpa la encerrona ya es tarde. La traición es el gran tema porque la traición es el gran tema de la política y de la vida. Como este viejo y glorioso post para destronar aquello que, como dijo el gran presidente Duhalde, se reserva un día de la lealtad, entre sus 364 días de la traición.
G
lunes, junio 01, 2009
Orden y progresismo
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Si es útil votar a quien “acompañe lo bueno que el gobierno hace” (llámese ley de medios, etc.), ¿no cabe preguntarse acerca de las razones por las cuales esa izquierda social no peronista no es capaz de acumular fuerzas reales? ¿No cabe preguntarse acerca de la dependencia de la izquierda de las acciones del gobierno? No, parece que no. ¿No es necesario en este contexto brindar el apoyo decidido a un gobierno al que, como dice Recalde en relación a la política laboral, se le pueden recriminar “velocidades y profundidades”, pero no direcciones? No hablo mal del progresismo, cuya marca cultural tan amplia nos incluye a todos. Todos los que leemos Página, o “apoyamos los DDHH”, o escribimos blogs, somos progres, nos guste o no. El progresismo es una línea de tiempo, es la repetición bíblica de que los males se iniciaron “un 24 de marzo”. Después, claro, está la opción de un progresismo orgánico, partidario, puro, desprendido de los grandes partidos, que es una decisión política desafortunada, cuyo pecado central es la ausencia de raíces populares, como dice Torcuato Di Tella. El progresismo no tiene representación de sí mismo, es un virus sobre los demás.
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El voto universal debería ser una decisión gremial. ¿Cómo está tu bolsillo, tu convenio, tu editorial, tu unión civil, tu patrimonio...? ¿Cómo quedó en estos seis años?
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Quiero decir: si tenés “algunas coincidencias” con el gobierno, en las tan precarias condiciones de la política como les gusta a muchos pensar, ¿sería al nivel de una responsabilidad cívica votar por el kirchnerismo? Bien, estamos desesperados, y ansiosos: es posible que el kirchnerismo gane. Este progresismo real está basado en la tozudez del comando, que no ha abandonado banderas ni estandartes.
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Desconurbanicémonos, desatormentémonos, pensemos por un instante en algo mas que las formas duras y la atracción realista de la novela periférica para pensar en el razonamiento central del pensamiento progresista: la izquierda social y su poder de veto, su argumento hegemónico, ¡gobierna Obama! El kirchnerismo, que pone en el centro a las periferias, el kirchnerismo, que es un proyecto progresista, que corre los márgenes hacia el centro con un oleaje incesante, es un proyecto blanco y centralista: rosismo bueno. Restauración progresista.
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Son días de kirchnerismo serial. La televisión es la continuidad de la guerra (¡Gran Cuñado!), las condiciones de la guerra (¡26 TV!). Las causas de la guerra.
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Después del kirchnerismo, ¿qué es un hombre de Estado? (El “problema Carrió” es que no es una mujer de Estado. Su cinismo bajo humoradas impiadosas, sus denuncias, empujan un diagnóstico (“nos gobiernan mafias, la matriz patrimonialista”, etc.) frente al que uno se pregunta, ¿adónde quiere llevar las cosas?, ¿qué quiere que haga la sociedad con el peronismo legal?, ¿no está volviendo la sociedad del precipicio del “que se vayan todos” como para asomarse a un nuevo abismo?)
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País sin kirchnerismo/ nuevo abismo.
sábado, mayo 30, 2009
viernes, mayo 29, 2009
Días de kirchnerismo serial...
jueves, mayo 28, 2009
martes, mayo 26, 2009
Las Cartas de Pablo
(P. Ch.)
sábado, mayo 23, 2009
Porotos
Una pregunta podría ser: ¿cuánto ganó y cuánto perdió el gobierno tras el conflicto? Lo que se ve en el filme no da cuenta en ningún momento del reacomodamiento de legitimidades y apoyos que el gobierno sufrió. Y que significó cuantitativamente una merma. Después se puede decir que cualitativamente no. Bueno, ese es un razonamiento interesante: el conflicto del campo destrabó las representaciones políticas, las hizo mas nítidas. Pero la pérdida existió. Por mas inevitable o deseada. Mariana Moyano da cuenta del estado de movilización social y su relación con los medios, poniendo el eje quizás en el elemento mas significativo: ¿cómo sucedió el conflicto? ¿Cómo fue narrado? Y Mariana sabe de lo que habla.
Sin embargo, fuera de estas precisiones incotrastables que apunta, hay algo en el sentido común progresista (al que pertenecemos) que me hace ruido. Hay algo desproporcionado en el razonamiento. Dicho mal y pronto: en cuanto al rol decisivo de los medios en el conflicto (que lo tuvieron), pero en la interpretación acabada de ese rol. Lo que podría reducirse a lo siguiente: los medios mostraron su producción de realidad. Eso permitía no sólo entender "el enemigo" (cosa que sí permitió), sino negar otros aspectos fundamentales de la naturaleza del conflicto. Básicamente: cuál era (es) la sociedad que se definió como anti-kirchnerista.
Hay un problema ahí: el funcionamiento mediático combina producción y reflejo de realidad. Quiero decir: los medios se asoman, salen, se "montan", sacan sus movileros (sus "punteros"), se arrojan a una tierra cultivada por ellos, pero que es una intemperie también. Salen de caza. Pero la sociedad está ahí. Mariana recupera la escena después del rendimiento de Malvinas, cuando se da vuelta el camión de exteriores de ATC, visualizando en el canal estatal la fabricación de la escena triunfalista. ¿Uno podría marcar en esa distinción el fin de la dictadura? Uno podría ver en esa escena el principio de las privatizaciones también. La idea de lo independiente es, básica y rudimentariamente, la idea de lo privado, de lo no estatal. Después... el resto. ¿Todo Malvinas como clave de disolución estatal y nacional?
Hay escenas memorables del conflicto, no en la calle, sino en la transmisión, como la de Mónica Gutiérrez y su demarcación entre “las banderas rojas y negras de un lado y las argentinas del otro”, cuyo sentido macartista y reaccionario es burdo. Clima de manifestaciones "puras", sin banderas particulares. Habría una lucha entre lo universal y lo particular. Entre lo permanente ("campo") y lo provisorio ("un gobierno"). ¿Qué se puede agregar? Se puede agregar que sí. Que esa escena existe. Quiero decir: el tipo que dice que Cristina es una montonera resentida existe, lo dice, lo siente... y no está solo. Hay una especie de indignación, en el fondo, "frente a lo que los medios muestran", reintroducida bajo el imaginario de que eso es lo que los medios producen. Hay en esa idea una fe en la sociedad, en -como dice González siempre- la existencia de un río profundo, yo diría: el de las "tradiciones populares", al que la gente viene a contaminar con sus reclamos antipolitiqueros, de inseguridad, con sus banderas argentinas vaciadas de identidades, con sus fotos de muertos por la delincuencia. Es un razonamiento excluyente, que da cuenta de una mutua exclusión: ¿todos sabemos en qué sociedad vivimos? ¿Hicimos la cuenta de lo que la sociedad es? ¿Perdonamos a la sociedad después de la dictadura? ¿Vamos a perdonarla no estar a la altura de los libros que se escriben? ¿De las memorias que se invocan?
Digamos que los medios, al igual que en el 2001, durante el conflicto volvieron a sintonizar con un humor potente de la calle. Quiero decir: la acentuación en la capacidad constructiva de la realidad no puede tapar el bosque, o sea, la preexistencia de realidad, y el factor aún continuo de cierto reflejo les sigue perteneciendo a los medios de comunicación privados con virtudes tecnológicas inmejorables. No quiero decir que el huevo esté antes que la gallina, quiero decir que esta realidad embarrada y sinuosa, mezclada entre ganadores y perdedores, tampoco permite certezas tan amplias, que no dejen “dudas” sobre lo que estamos viendo y sus causas. Se opera sobre una realidad, no se la crea solamente. Digo “solamente” porque efectivamente hay edición y montaje, hay procesos y mediaciones enormes entre los hechos y la pantalla.
El filme de Blaustein es un diálogo con uno de los filmes políticos mas importantes de los últimos años: “La revolución no será transmitida”. Sobre el golpe de estado trunco de la derecha venezolana y la CÍA en abril de 2002. Pero acá "todo fue transmitido". "Las dos plazas en directo" ocuparon las dos mitades de la pantalla. En Venezuela los actores sociales en disputa efectivamente actuaron en las sombras: unos, en el sombrío mundo no televisado, en la movilización popular sin soporte visual; los otros, en la invisibilidad de un montaje, en el recorte. Hay otro filme sobre esos hechos venezolanos (francés) que da cuenta de cómo el montaje redirecciona una bala. Un disparo filmado y un impacto filmado son atados por un puente ilusorio que los hace directos. Lo que ese filme comprueba es que se hicieron en sitios distintos, no enfrentados. Es una suerte de “¿Quién mató a Rosendo?” bolivariano. Convirtieron a Chávez en asesino a través de una imagen falsa.
Pero los medios no tienen entrenamiento militar, ni activan resortes automáticos, y este gran filme de Blaustein no puede contener todo eso otro que se mueve alrededor de un mundo de la producción, un mundo rural, disciplinado, tecnológico, esotérico, de la producción agropecuaria que aún sostiene una gran parte de los valores nacionales, y que los reactualiza al calor de sus revoluciones tecnológicas (acentuando en ellas mas la reafirmación de sus valores originarios). Un tractor modernísimo es una reivindicación viva del viejo inmigrante pobre de la chacra. Hablo de imaginarios. (Por supuesto que hay vietnamitas, indígenas, campesinos, combativos... pero yo pregunto: ¿cuánto duró D'Elía después de que cortó con una tijera un alambrado?) El filme de Blaustein merece ser visto y discutido, es tenaz, tiene silencios, y da demasiado la palabra a algunos que no tienen nada para decir. El filme no puede ir hasta el fondo de una situación quizás porque es una situación aún abierta, de la que desconocemos el fondo. Hay algunas líneas rectoras de los movimientos económicos que encuentran en Zaiat un narrador eficaz. Pero el filme es contado por ese viejo productor de la FAA, excepcional en todos sus sentidos, que da cuenta del “otro campo esencial”, una sombra “del ser nacional oficial”, tan “esencial” como el otro. No hay una discusión filosófica sobre la ausencia del ser nacional, hay una disputa por quién es el ser nacional.
Entre los camioneros, los obreros de la construcción, los nuevos sindicalizados de la recuperación económica y la nostalgia "del campo que no fue" por el "aburguesamiento" que trajo el efecto sojero, se mide la dimensión del ser kirchnerista. Las intervenciones de la Federación Agraria siguen una línea de contradicciones que demuestra que ocuparon el lugar central de disputa de sentido. La discusión kirchnerista con el campo es contra los pobres (o humildes) que se hicieron ricos. Pero es mas tranquilizador para la narrativa imaginar “minorías”, “grupos concentrados”, etc., como insiste Depetri, porque son términos que dan cuenta de un nicho de poder de capacidad absoluta de producción. El enemigo es el dueño de las representaciones mas fuertes. La idea de que los antiguos “fierros” militares se metamorfosearon en otros “fierros”, ya sean tractores o cámaras, es una idea que tranquiliza conciencias desdichadas, y que energiza la moral de combate que se imprimió.
Pero insisto: el conflicto del campo mas que amenazar, y este es el punto que me interesa, ordenó la democracia.
Eso.
viernes, mayo 22, 2009
jueves, mayo 21, 2009
Atomizar la butaca
miércoles, mayo 20, 2009
martes, mayo 19, 2009
domingo, mayo 17, 2009
sábado, mayo 16, 2009
Martín Armada
Dublin, 16 de mayo, 2009
...
viernes, mayo 15, 2009
domingo, mayo 10, 2009
Km 11
Pd melancólico: La pérdida de Alberto Fernández consuma la territorialización absoluta de los argumentos. Y no es que nos gustaba Alberto por "blanco", nos gustaba Alberto porque durante su era (cuando aún tenía poder) se dejaban zonas grises, audacias y decisiones conservadoras convivían "en su oscura armonía", los cierres estaban envueltos en razonamientos ambiciosos, eran cierres abiertos (¿oxímoron?). Alberto es como Kunkel: nunca "ganó nada", no tiene una espalda de votos, pero no actúa como si los tuviera. No es ahí como Kunkel, a quien definió Alejandro Bárbaro de manera implacable: un jacobino sin revolución. Alberto puede estar ahora caído en desgracia, remando una trama de lealtades incomprensibles, solo, pero tan solo como estuvo cuando hablaba de Kirchner hace muuuucho, muuuuucho tiempo.
viernes, mayo 08, 2009
Un poco de hipo brusco...
jueves, mayo 07, 2009
Hoy
Sabido es que al hablar de seguridad o inseguridad nos enfrentamos ante un asunto de difícil resolución. Intentamos complejizar el debate analizando el fenómeno desde diversos ángulos.
19hs. Proyección del film Cordero de dios, dirigido por Lucía Cedrón.
20.15 Intervalo.
20.20hs. Diálogos e intercambios vinculados a la temática.
Exposiciónes y palabras de docentes, invitados, amigos.
Lugar: Biblioteca Nacional. (Agüero y Las Heras)
Sala: Juan L. Ortiz 3er piso
Día: Jueves 7 de mayo, 19 hs.
Organiza: Grupo político-cultural “Los Fueyes”
CORDERO DE DIOS de Lucía Cedrón. La trama temporal sobre la que se articula el film se desarrolla en el 2002 y está puntuada por hechos ocurridos en 1978. Los eventos del pasado van a encontrar un eco en el presente al que irán resignificando constantemente. En 2002, en plena crisis económica argentina, Arturo (Jorge Marrale), un veterinario de 77 años, es secuestrado en Buenos Aires. Su nieta Guillermina (Leonora Balcarce) de 30 años, debe negociar con los secuestradores el pago del rescate. Para ello, pide ayuda a su madre, Teresa (Mercedes Morán), quien aún vive en Francia, a donde se exilió en la década del ’70 junto con su hija pequeña, a raíz de la desaparición de su marido. En el presente y ante las circunstancias, Teresa se ve obligada a retornar a la Argentina a pesar suyo. Guillermina y Teresa llevarán adelante las negociaciones para la liberación de Arturo. A raíz de ello, ambas reviven dolorosos hechos del pasado cuando Teresa (Malena Solda) fue secuestrada por fuerzas para-policiales y Arturo quedó entonces a cargo de su nieta. Poco a poco, Guillermina, ahora adulta, va a ir descubriendo la intervención de su abuelo en 1978 en la liberación de su madre.
miércoles, mayo 06, 2009
PITROLA PELEA EL SEGUNDO LUGAR DE LA INTENCION DE VOTO ENTRE LOS SECTORES POBRES DEL CONURBANO
Partido Obrero
martes, mayo 05, 2009
Luis
(...) Y la fórmula afrancesada: se perfuma, pero no se baña. Algunos extrañamos el desodorante albertiano, el Glade palermitano. Luis D'Elía es uno de los dos mejores intérpretes teóricos del kirchnerismo. Así como el mejor intérprete territorial es Hugo Moyano (y ese cuadrazo detrás llamado Julio Piumato, el alfarero del barro moyanista). El otro era (¿es?) Alberto Fernández. Pero Luis, un líder maradoniano (sin dudas), no encuentra, como aullaba Fito, enemigos a la altura del conflicto. Ahora, sobre la base desfondada de los movimientos sociales, pide lugar, y no tiene peso: el kirchnerismo es la política que venía a erosionar a las organizaciones sociales, a burocratizarlas, estatizarlas, cristalizarlas, fumigarlas. Pero tras la fórmula de paz social Luis se iba a eyectar como un falso "libre pensador" de conexión directa con el cólico renal del poder: Luis parece suelto, parece el tornillo suelto en la máquina, y es puro aceite. Luis es kirchnerismo flotante. Luis está en todos lados, debe estar en todos lados. Encendió el fuego para quemarse, pero no habría fuego sin él.
Atiendanló!