lunes, marzo 10, 2008

La guerra es el fantasma de estos días.


¿Qué hacía que un liberal argentino apoye, reivindique, la guerra de Malvinas? ¿La recuperación de cierto honor militar que legitime para una futura hipótesis golpista al brazo siempre armado, excepcionalmente político, de su clase? El partido militar es el tema. El fin del partido militar, linealmente, es el comienzo de la democracia, y la democracia es el principio de una crisis de representatividad que dura hasta hoy, aunque no siempre bajo las mismas formas ni intensidades. Gobernar no es hacer feliz al pueblo. Los partidos, que no eran carmelitas descalzas antes del orden democrático, se mantenían igual bastante afines a sus principios originarios, y tuvieron que ser, definitivamente, a partir de 1983, algo que sustituya al partido militar. Tuvieron que aprender una nueva tecnología de poder de manera irreversible. Es decir, atender a la necesidad de articular y adaptar a los ciclos mundiales una economía dependiente, todo, bajo el manto de la continuidad democrática.

La guerra trituró al problema histórico Malvinas, por empezar, deshistorizándolo, envolviéndolo en la bruma del alcohol y trasnoche militar. En fin, mas allá de la compleja trama diplomática posterior y del protocolo oficial de siempre, vivimos en un país cuya única guerra moderna implica que tengamos que decirle a esa vaga figura que recorre los pasillos de un tren vendiendo calcomanías, gracias. Gracias por perder. Gracias por perder la guerra. A esa derrota le deberíamos la democracia.
La otra guerra es la guerra interna, es la guerra en la que, a sus ex combatientes hoy, nunca les diríamos "gracias por perder". Es decir, a un ex detenido desaparecido que pasó temporadas en el circuito represivo "Atlético-Banco-Olimpo", a un ex combatiente de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, nadie le diría "gracias por perder". Así como, lentamente, se fue abandonando el "gracias por ganar" a los militares que ganaron, con la picana en la mano.

Y sin embargo, en la división de inocencias y responsabilidades, en esa proyección de colimbas que temblaban en las trincheras tarareando km 11 y oficiales que venían de los sótanos de la ESMA a los gritos, hay una proyección del NUNCA MÁS: el intento por juzgar abusos, violaciones a los DDHH, en los mismos términos de "genocidio" en que fueron juzgados en la guerra interna. Fuimos a la guerra con todo lo que teníamos encima, con todo lo que teníamos adentro. Con el guerrero Giachino que entró pateando una puerta como en un allanamiento y no encontró a un guerrillero durmiendo.

Guerra interior llama a la guerra sucia Verbitsky en su libro La posguerra sucia. Ahora afina en este tono: la guerra sucia que los militares le declararon a la sociedad civil. Las afinaciones de la cuerda de esa guerra, parecen marcar un solo bando armado. Ya dijimos que no a la "teoría de los dos demonios" el mismo día en que condenamos al nazismo, a la conquista de América y del Desierto, etc. Y sin embargo, la palabra guerra, siempre atada a la locura, vuelve y persiste. Un país es una guerra incesante, tenemos fe de eso. (A mi me parece bien llamar al proceso político iniciado en el golpe del '55, guerra.)

El orden democrático es un orden en el que los Ex Centros de Detención (que todavía subsisten como evidencia jurídica) serán señalizados como en una ciudad europea las huellas del horror que vivieron los civiles, y la guerra seguirá siendo reivindicada (y sus soldados) bajo el peso de la imagen brutal del contexto social y político en el que fue llevada a cabo. Y así, esas dos formas de guerra que hicieron parir esta modernidad, este orden, contienen a esas dos extrañas figuras sobre las que vamos a pensar toda nuestra vida: los ex detenidos, los ex combatientes, alrededor de las cuales damos sentido a un montón de preguntas, dudas, incertidumbres y certezas, por ejemplo, en este humilde blog nacional y popular.


11 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy tentado de pensar a los ex combatientes de Malvinas como mártires... no se si está bien la palabra, pero bueno, "mártires de la democracia"
como si hubieramos tenido nuestra jihad democratica, y ellos se inmolaron por ella. Esa sería una elaboración histórica reconfortante. Al menos, menos empalagosa que la del eje Tristan Bauer/Gaston Pauls

que pensas?

aguante tu blog!

Anónimo dijo...

mártires?

Diego dijo...

¿En serio Verbitsky escribió eso?

Martín dijo...

Leete La posguerra sucia de Horacio V. Tiene todo.

Anónimo dijo...

la guerra es un fantasma, estimado paniagua, es verdad. también un eje en torno al cual las cosas se mueven, desde los saltos tecnológicos hasta la usina de los imaginarios. en uno de esos pasillos largos de verano donde había una canilla para inflar las bombuchas, escuché que vivimos en un estado de posguerra. aveces una idea desordenada sobre la historia aparece como algo que dijo otro a quien no se le puede atribuir un discurso. estado de posguerra. en Argentina no es necesario andar demasiado para descubrir los resultados finales de la derrota, esa sensación de creciente entre los escombros. nuestro estado natural como latinoamericanos es la guerra, después o antes de la guerra, más o menos moderna.

Diego dijo...

Me parece una locura hablar de guerra como lo hace Vertbisky. Guerra hoy en día refiere a lo que pasó en los Balcanes o en Irak, esto de acá fue otra cosa. Gente con menos orientación que un ciego en el samba y con menos representación en la sociedad civil que el Beto Alonso en el barrio de La Boca reprimida salvajemente por las fuerzas regulares de un estado golpista. La sociedad civil estaba en otra cosa, quiso y pudo estar en otra cosa.
Me parece que lo que estamos presenciando últimamente es la construcción de monumentos que avalen autobiografías.

Saludos

Anónimo dijo...

Actualizá el concepto de guerra. Ya no hay trincheras. La guerra es microfísica.

Cresto dijo...

Ahh, asi que no hay trincheras... claro seguramente en Irak la batalla se da en lo microscópico del poder... Por eso no hay bombas... Pregunta: ¿qué es una guerra microfísica?

En serio, che, no trasladen categorías acríticamente...

Acuerdo con la visión general del post, sobre todo en la caracterización de los '70 como "guerra" (en su definición clásica, expresión de fuerzas que buscan el abatimiento una de la otra). Un matiz: creo que el esquema de contendientes (el teatro de operaciones) era un poco más complejo... Eran (al menos) 3 fuerzas... Es para discutirlo, y en realidad no es "patriminio" mio este esquema...

Saludos...

Anónimo dijo...

Un concepto como microfísica le permitió a Foucault dedicarse a sus estudios sobre el poder dejando fuera del análisis la política colonial francesa, la más brutal por la modernidad de su violencia. En su exposición del "método" deja afuera como objeto aquello que llama "las formas terminales del poder". Nadie niega que entre un maestro de escuela y sus pupilos hay juegos de poder, dinámicas, sin duda. Ahora, es inmoral negar la guerra y la represión como ejercicio último, pero esencial del poder. Quízás la trinchera como aspecto estratégico esté fuera de moda, pero todavía en la selva se escuchan tiros, se sabe.

Anónimo dijo...

DIEGO, anda a escribir tu mierdita nylon posmoderna a tu blog "dudo de todo" donde rendis homenaje a un tal "Ginzburg "(sic) que segun vos, murio hace poco o boludeces por el estilo.
Hay un grito de guerra (ya que de esto hablamos) que dice:
"ZAFA TRISTE PERSONITA GAY RESENTIDA"
Si tu mama y tu papa no te quisieron mucho o discutieron adelante tuyo, vamos, segui escribiendo tus dudas en tu blog de estudiantes de cine de la escuela de Antin, mientras tanto no te metas en este blog porque te rompo la cabeza.
el Acorazado

Anónimo dijo...

Aclaracion, era para el segundo Diego.
el Acorazado