miércoles, junio 28, 2006

Yo te banco


El insomnio del guerrero.

24 comentarios:

Anónimo dijo...

hay una mejor: con brito lima, norma k., etc.

SL dijo...

al final del libro ese puse un poema de dos líneas cuyo título es su apodo. una boludez, pero va

Unknown dijo...

"La tortura es una anécdota", espetó Galimba.
Hay que tener estómago para bancar a semejante hdp.

Anónimo dijo...

la tortura es una objeción pelotuda...

Unknown dijo...

Sí, sí, sobre todo para quien la padece.

Anónimo dijo...

no, pelotudo, para quien la padece no, evidentemente...

Martín dijo...

santi: reproducinos el poema acá

Martín dijo...

ni los montos, ni ninguna banda armada iba a objetar lo que estaban dispuestos a hacer una vez llegados al poder. se tortura desde el poder, no desde la violencia insurrecta...

Martín dijo...

es un debate político largo que doy acá, pero sin chicanas

P.S. dijo...

"Lo que importa no es hablar, sino caer", decía Walsh antes de que se caiga la noche. Lástima que fueron unos pocos los que no cayeron. Y Galimberti, obvio, no cayó.
Perdón que me haya metido en el debate político.

Anónimo dijo...

no entendí PS

SL dijo...

no, el poemita sí que es bastante pelotudo, cierra la lírica con un chiste malo, veré

Unknown dijo...

organito: ¿qué te pasa?, estás como nervioso.

El cinismo de Galimberti en “El insomnio...” no tiene nombre; un pretexto para justificar sus nuevos negocios con ex represores, jueces corruptos, empresarios devaluados y golpistas (Gasparini dixit). Cuenta que hubo una guerra, aclara que la tortura es anecdótica y comprensible (si las FFAA peleaban con el Código bajo el brazo perdían) y sugiere que los milicos fueron un adversario digno de respeto porque tenían una idea de la Patria. Lástima que haya muerto, hoy podría participar en los actos que organiza Cecilia Pando.
También recuerda que -finalizada la guerra- se debe devolver la guita de los ilícitos y no vivir de ella, pero reconoce que recuperó para Born los dieciocho palos a cambio de unos mangos.
Un turro en el pináculo del caradurismo.

Anónimo dijo...

todas esas enumeraciones pueden tener una lectura anversa. basta del mito pelotudo de que galimberti hacía negocios con no sé quiénes de la cía. eso ya se aclaró, eran boludeces, de toda la mano de obra desocupada del norte que hace negocios hace 30 años en todo el mundo con el tema de la seguridad.

Martín dijo...

No lo voy a discutir desde el tema puntual de la tortura, lo discuto, sí, desde la idea mas general que se fue elaborando, quiero decir: sobre lo que se habla cuando se habla de derechos humanos. Pero dame tiempo. Por lo pronto no creo que ese epílogo pueda ser reducido a un capítulo de cinismo. Creo que forma parte de una de las páginas mas potentes y brutales sobre esos años, sobre la guerra social que vivió la Argentina. Si aceptamos que hubo una guerra, pero no por la construcción posterior del relato militar de los militares, sino por el relato militar de la militancia, aceptamos que alguien que peleó esa guerra considere a la tortura como un capítulo de la guerra. Bonasso tiene peores responsabilidades políticas concretas mas comprometidas en cuanto a su participación en Montoneros, y sin embargo construyó y ayudó a construir la máquina cultural esta que hace -por ejemplo- que un tipo como Terranova por dos o tres pavadas que dice sea -literalmente, alguna vez- censurado. Sigue, sigue, esto sigue. Dame tiempo, hermano.

Orga: no rompas las pelotas.

P.S. dijo...

Me corrijo, la cita textual de Walsh es "el pecado no es hablar es caer". No es sólo una cuestión semántica.

Anónimo dijo...

Che, boludo, yo te banco era la propaganda de el banco francès!U otro banco. Basta de mediocridad hermano!

Unknown dijo...

Hablar de una guerra es inapropiado (jurídica, política y sociológicamente hablando) tanto en los términos del relato militar como en los del relato militante. Pero, aún si aceptásemos tal hipótesis, la tortura es inadmisible. No se trata de un capítulo más sino de la naturaleza misma de la práctica represiva. Como diría Walsh: “han llegado (las FFAA) a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo”.
De cualquier manera, no es un aspecto u otro del mensaje de Galimberti lo que resulta reprobable. Son condenables todas las argucias utilizadas para justificar el itinerario que va de Montoneros a Romero Victorica, Jorge Radice, Daniel Hadad, Oscar Salvi o Jorge Born.
Es cierto, tal vez la expresión precisa para ese epílogo no sea cinismo sino cretinismo moral.

Martín dijo...

No, sigo sin entender tu objeción a Galimberti. Esperar la coherencia moral de los que fueron de alguna manera protagonistas, y en todo caso estigmatizar en él la incoherencia. Me siento mas identificado, o, a ver: siento mucho mas real e histórica (a pesar de su brutalidad) la trayectoria de Galimberti, me parece que exponía las contradicciones mas claramente y hasta mas honestamente, (porque los montoneros cuando galimberti se va de ya se sentaban a negociar con la marina, y eso no hace -en todo caso- mas que acentuar el carácter de guerra de la situación, lo que pasa es que después el discurso de los DDHH...). Te digo algo: el discurso de los DDHH es un discurso que no permite seguir pensando las cosas históricamente, es el rescate -esto diría un filósofo trucho- por lo universal y no por lo particular. Más allá, la tortura en una guerra es un capítulo, nos guste o no.

Unknown dijo...
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Unknown dijo...

Guste o no, la tortura no es un capítulo. Y un enfrentamiento armado tampoco es, necesariamente, una guerra. El derecho internacional ha avanzado lo suficiente como para exigirnos un uso menos arbitrario (o banal) de tales términos. Además, no veo ningún impedimento para pensar las cosas históricamente y rescatar el valor universal de los Derechos Humanos.
Es justo y necesario reclamarle coherencia moral a quien optó por el camino de la violencia armada. Lo cual no implica negar la posibilidad de realizar descarnadas autocríticas e, incluso, arrepentirse de haber abrazado tal opción. Pero venderse al enemigo (a buen precio, eso sí) es imperdonable. Mucho más si es a costa de legitimar el discurso de ese enemigo.

Martín dijo...

Muy bien, hal. La seguiremos mas adelante. Yo pienso que la guerra que hubo, "hubo", "fue", pertenece al honroso pasado de los argentinos; y lo del "capítulo de la tortura" no son mis propios términos, es como leo y comprendo -en tal caso- lo de Galimberti. No me interesa ninguna lección moral de los protagonistas, ni su coherencia. Y los términos que el discurso de los DDHH permite para pensar el pasado, recortan el relato. Lo de "venderse al enemigo", mmm, creo que ni siquiera va con los términos de tu análisis, podríamos entrar en un laberinto de matices que tampoco dejaría a muchos en pie. Abrazo.

Unknown dijo...

Ok, la seguiremos.
Una sola cosa más: para bancar a alguien debería importar la coherencia (ni lección moral ni intransigencia, coherencia). No creo que sean pocos los que queden en pie.
Un abrazo.

Martín dijo...

Es cierto. Yo no siento que estoy "bancando" a Galimberti, pero es cierto: el título dice eso. Un abrazo.