Está en la pared escrito aún hoy (ni las nieves, ni el granizo, ni la sequía borraron). Estaba escrito que así sea. En una pared del barrio de San Cristóbal, y a unas cuadras de la sede de la UNIÓN FERROVIARIA, estaba escrito su nombre: sin diminutivos, a secas, como la imagen pálida del rodete congelado a un tiempo demasiado escolar, como debía ser su tiempo interno, donde a fuerza de golpes las cosas se podían domesticar, decía: Isabel jefe: leña a los rebeldes.
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