Sin arraigar el concepto de izquierda a su significación histórica, podríamos decir que "correr por izquierda" ya, a esta altura, significaría radicalizar la propuesta, lo que es decir, casi, cumplirla. Frente al combate gremial por los despidos municipales, diría que Macri está corriendo a su propio electorado, a su "base", por izquierda: está llevando hasta las últimas consecuencias una pulseada que contaría con el aval del humor de la gente (la misma a la que Carrió convocó a "liberar a los pobres"). ¿Cuántas veces dijo que él quería atacar el "clientelismo político" encarnado en miles de contratados de estos años? ¿Se completará la obra coronando con la existencia de una meritocrática carrera administrativa, etc.? Bien, aunque viendo unos días antes las caras, algunas, de la protesta por la suba discriminatoria del ABL, uno podría decir, ay, es a los mismos que apoyan su catch, en esta reforma tributaria, que los "corre por derecha". Ay, las palabras y las cosas (uno podría ubicarlas exactamente al revés). Invertidos los ángulos, claro, y es que venimos de cuatro años de reorganización democrática que rompe con aquello de que "si digo lo que voy a hacer no me vota nadie", reconvertido casi en campañas menos hipócritas aunque mas grises, donde sorprende la absoluta audacia de quien cumple lo que dice que va a hacer. Macri, no es un 100% lucha, está sólo aferrado al manual de un tibio vandorismo circular: fue -justamente- por la Obra Social para sentarlos a negociar los despidos... (¿Qué es un burócrata? Alguien que alguna vez luchó, y que "esa" vez demostró el peso histórico de su fuerza, y que puede pasar años de boliche en boliche, oficina en oficina. Amor -sutecba- le dijo a Arrechea -ate- : no vengan, no está garantizada su integridad física.) En la mañana milagrosamente fresca de hoy el ruido de los bombos provenía de esa vieja caverna intacta del sindicalismo argentino y que confirma una vaga desilusión macrista: lejos estará de presentarse, si sigue así, como variante de una derecha peronista restauradora (lo que soñaba un Puerta, o cualquier duhaldista), mas cerca, sí, de las usinas y el fermento de la Coalición. Un buen enemigo eligió Macri para arrancar: el sindicalismo puro y duro. Como Kirchner, que arrancó pegando a los últimos viejos del Partido Militar, corriendo por izquierda a, uh, quienes no lo habían votado. Como gimnasia, como práctica, Macri parece querer recuperar el vigor de una suerte de "kirchnerismo diluido", del que era su mejor intérprete (una política de apelación directa a la gente). Un hombre que dice que no hay que mirar hacia el pasado. En las cándidas tardes del Newman jamás habrá soñado con tener en frente a esos tipos con tantos billetes que se comen las eses (y unas cuantas cosas mas), y que movilizan a miles como racimos, pero mas y mejor que la izquierda: a miles que saben a qué van, por qué, para qué y hasta dónde.
Hoy, como pidió Maia, fui a la marcha: un bombo tiene el tema del verano.
6 comentarios:
Habría que rastrear todo esta película en la Ciudad y analizar como fracasó, o mejor dicho defraudó allí el progresismo.
Pienso escribir algo de esta historia porque la conozco
No acepto que la movida de Macri de empezar rompiendo con el sindicalismo sea inteligente. Macri piensa que su legitimidad electoral le va a pasar por arriba a los muchachos. es lo mismo que pensaron Alfonsín y Mucci con la Ley Sindical. Alfonsín aprendió que impopularidad del sindicalismo no es una carta a favor. Al contrario. Como los tipos no dependen de los votos ni les importan las encuestas, tienen un margen de maniobra mucho mayor.
¿Cuánto tiempo requiere Macri? ¿Cuánto van a aguantar sus electores no poder casarse, registrar una patente, escuchar su programa de radio favorito, tener la calle limpia, etc.? Menem tenía el gobiertno nacional. Macri tiene la ciudad más importante de la nación. Son dos cosas grandes, pero una es más grande que otra. Aparte, hasta ahora no he visto mucha muñeca de Macri, ni én éste ni en otros temas, ni él ni sus operadores.
Lo cierto, y es lo que voy a decri en mi blog es que Macri va a diagnosticar bien un problema que el seguramente piensa solucionar por derecha.
En el Estado Argentino no hay concursos, salvo mascaradas de tales en algún caso, y eso no va en resguardo de los intereses populares, sino todo lo contrario.
Por supuesto que en la apuesta del Isidoro Csñones posmoderno hay un sentido ideológico, no de enfrentar a la burocracia sindical, sino a los sindicatos como herramienta organizativa
Alfonsin no tenia al PJ pero macri tiene muchas partes del kirchnerismo de su lado: UPCN (andres rodriguez, enfrentado a moyano y hombre "de" alberto f)hace rato que viene poniendole el ojo a la ciudad, sus cuadros han jugado historicamente y territorialmente en la ciudad, tienen unidades basicas o "modernos centros de estudios" emplazados en muchos barrios y barriadas.Es vox populi que tienen un interes especial por aportarle a la ciudad su modelo de sindicato republicano norteamericano (con matices nativos) contra el mucho mas autoctono gremio de genta. Compromiso K, que viene a ubicarse en la vereda contraria a Alberto F en la interna de gobierno, por la propia naturaleza de su composicion "presta" cuadros para la gestion de Isidorito (Juan Puigbo, historico dirigente peronista, hijo de un heroe de la resistencia; es el nuevo director de "ciudad abierta") y el niño mimado de alberto F, Diego Kravetz, un tipo que empezo entregando sus saberes de boga a las empresas recuperadas, despues olfateo el negocio, hizo guita y salto a los brazos de un alberto desilusionado con su primogenito nico trotta. Diego es confeso amigo de santilli y confeso novio de Acuña; y como es un tipo sensible, su corazoncito lo "obliga" a darle quorum en la legislatura a todas las movidas del macrismo.
El que imagina una reedicion de la lucha entre la barbarie peronista y del interior vs la civilizacion portuaria y gorila, va al cielo de los giles.
Hay algo en el aire, una especie de escandalización, tipo: ¡hay un gobierno de derecha! Ese malestar me embola. El problema es que para lo que seguimos llamando "derecha e izquierda" preservamos un arsenal de matices que duelen. Por lo pronto: no estar convencido de la "libertad sindical" no te hace un burócrata; no ver con horror al vacío una política racional sobre los empleados del estado no te hace menos de izquierda.
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