sábado, enero 12, 2008

Ese poema da por sentado que no hay nadie que esté pensando qué hacer con el espíritu de Perón; el único que está pensando en eso soy yo. No hay una agrupación política pensando qué hacer con el espíritu de Perón y qué hacer por la felicidad del pueblo. Lo que hay es un Partido Justicialista que es el único que puede gobernar en el contexto decadente argentino. Eso es lo que pensaba yo. Ahora, ¿yo estoy de acuerdo con ese gobierno? No, porque ese gobierno no tiene como objetivo principal la felicidad del pueblo; quiere vencer pero no quiere la felicidad del pueblo. Segundo: ¿por qué la importancia de vencer y permanecer? Por el cansancio de las experiencias de izquierda, de las experiencias de centroizquierda, de las experiencias de centro, que se suben a un carrousel mediático dos o tres años y después se derrumban. Cansancio. Bueno, entonces vamos a hacer una cosa, que vos llamarías leninista, y vamos a fijarnos qué hay que hacer para tener el poder en Argentina. Yo no voy a resolver ese problema porque no soy un teórico político; no soy Lenin, ni siquiera soy Perón. Pero el tema es, cuando se habla de política, empezar a plantear cosas muy claras. La política no es cambiar la vida sin tomar el poder, no es generar organismos de resistencia al neoliberalismo, que más o menos resistan como resiste una coraza de acero los embates de un torpedo lanzado por Bush. El torpedo lanzado por Bush si no te reventó en el primer embate te va a reventar con el segundo. La resistencia no sirve para nada. Lo que hay que hacer es avanzar, no resistir. Entonces, me interesaba plantear esos núcleos temáticos en forma clara e inequívoca. Eso por un lado. Después, los dos versos con los que se inicia ese poema también se pueden leer con una polémica con el espíritu objetivista del Diario de poesía que me animaba en un primer momento. Siempre se dijo que el objetivismo, según el Diario de poesía, era pictórico, fotográfico; de alguna manera creía que la verdad estaba en la apariencia. Esa verdad ligada a la apariencia se relaciona con algo que iba a venir un poco después, pero que yo ya venía manyando, que era la fascinación pelotuda por la iconografía pop del primer peronismo: las fotos, los afiches, Beatriz Sarlo escribiendo sobre la manera en que Paco Jamandreu vistió a Evita… No sé, ya llega un punto en que uno se cansa de escuchar boludeces, y entonces escribe. Ésa es más o menos la manera en la que creo se puede leer el primer poema de ese libro.

3 comentarios:

Mario Arteca dijo...

Es un muy buen planteo, Martín. Coincido con aquello de avanzar, y no en resistir como la última posibilidad de jaque mate. Resistir es tan natural como sobrevivir; se supone que vivir deba ser el punto de máxima en la vida de una persona, como tener el poder en aquellos que quieran algo más que la sobrevida. En cuanto al tema del objetivismo, bueno, tal vez la cosa no sea tan pictórica que digamos. Objetivar para ser no sólo la fascinación por la descripción, la fotografía cruda de un instante al que no se le puede buscar segundas impresiones; tal vez ese objetivismo al que aludís pueda desacralizar cierta mirada un poco romántica del poema como suceso político en sí. También estuve pensando en ello. Si nos metemos crudamente en tema, hecho escritura, tal vez derrapemos en un poco en la resolución de cualquier texto. El tuyo de Cardenal (que me parece, a veces, mejor poeta del que uno cree)toma esa poesía "exteriorista" descriptiva, epigramática, oriental, de los primeros textos del nicaragüense. Me gusta, y puede ser un posibilidad al poema. A mí se me ocurrió que una mezcla de slogans hiperreales (pintadas del guerrilla, para ser más claro), un lenguaje anacrónico que trabajase el discurso de la propaganda de clase medida, media-alta, más textos en lenguaje forense, notarial, como el acta fundacional de una ciudad como La Plata, podría darle funcionalidad y flexibilidad a ese objetivismo del que hablás, no? Lo hice en un libro que se llama 5 x 1, y que sacará Vox, en algunos meses del 2008. Tal vez sea mi aporte a esa discusión. Lo más p`roblable que sea insuficiente y que se busque otra alternativa a tu planteo, que comparto, desde ya. Again: bárbaro el poema cardenalicio.

Martín dijo...

Querido Mario: hay un detalle que se nos escapa, y que quizás es un error en el modo de postear, que es que el texto pertenece a una entrevista a Alejandro Rubio. En la última palabra del extracto que cito está para linkearlo. No obstante comparto también tu identificación matizada con la -ahora- cita de Rubio; y desde ya que creo que Cardenal es un poeta genial. Mal leído, o, abrumado por una operación boba que lo volvía algo así como el Benedetti caribeño. Raspando esa superficie de textos para agendas ecológicas hallás a un poeta monumental. No sé si leíste a Cuevas, el chileno. Somos muchos los que curtimos su lectura, por lo pronto, se me ocurre que Gambarotta, Rubio y De Napoli. Le tengo prometido a nuestro compartido amigo Fiebelkorn una antología. Un fuerte abrazo.

Mario Arteca dijo...

Martín: después que mandé la opinión me di cuenta que soy un atolondrado y vejete poblador de este sistema, que no me parece nuevo, pero que tampoco me contiene del todo. Leí a Cuevas, y comparto que es un escritor de primera fila. Es cierto: maneja esa amplitud de registros y una mirada se diría facetada, lo mismo que don Ernesto, que hace que todo lo que toque parezca venido de una segunda naturaleza. Creo que esa operación es muy difícil que se logre aquí. Cuevas está a medio camino entre un Ezra Pound extraído de Ginsberg y un Ezra Pound extraído de Cardenal, o de los pedacitos dejados por Martínez Rivas. Creo que es el escritor menos nerudiano de una fila de poetas que huyen del adjetivo como de la peste. Está bien, no lo culpo, yo haría lo mismo. Esa "operación" es muy compleja e hacer: escribir sobre lo que concierne políticamente sin que se note el funcionamiento del mecanismo, o del artificio. Si el movimiento no se nota, a eso podríamos llamar "naturaleza". El Paseo Ahumada, de Lihn, tal vez haya conseguido escaparse a esa posibilidad, aunque en un tono más pegado a la información, cosa que no me disgusta para nada. Ah, de Cardenal, por lo menos cuatro libros: Hora 0, El Estrecho Dudoso, Canta Nacional, y el que más me gusta: Homenaje a los Indios Americanos. Compartiré esa anto con mi amigo Horacio, persona querible si las hay. Otro abrazo