domingo, abril 26, 2009

Calidad institucional

En el colmo de los saldos democráticos uno podría frente a los gobiernos que hubo (y el que hay) decir lo siguiente: las instituciones no sirven para gobernar. Entrecomillemos: son tan constantes sus “infracciones” por “derecha” e “izquierda” que pareciera que estamos desprovistos de ellas, y que parecen no responder a la naturaleza "del poder". Habría una sórdida fantasía de fondo muy bien alimentada: “ellas” crean a la sociedad, la sociedad se ampara en ellas, y la usurpación de turno las manipula. Las instituciones son lo permanente, y los gobiernos una invasión provisoria que es fruto de otra distorsión: el voto clientelar. Se está desalojando la experiencia de la república. Eso cierra un cuadro mas o menos brutal, que tampoco deja en claro qué exactamente son las instituciones, o cuáles, ya que agota su visión sobre aquellas instituciones que forman al Estado, y que constituyen la única garantía de bien común ("la inercia que nos lleva al paraíso"). Y no obstante, cuando "alguien" cree que algo puede ser modificado, éso preanuncia una motivación excluyente y “política”, cuyo centro es la desnaturalización institucional. El saldo rancio da que vivimos en un país ya pensado, donde el rey político está desnudo. La pregunta que me gusta es, ya no quiénes son capaces de “respetar a las instituciones”, sino quiénes son capaces de producir institucionalidad. En este estado de cosas es que hoy se debate, a mi entender, la política: bajo la "kirchnerización" de las políticas públicas se encubre un ataque directo al Estado, o sea, la reducción de la visión del Estado como Caja, de la política como acumulación. Porque de alguna manera lo que se debate es cuál es la capacidad de acción y de fundación, habida cuenta que esta es una sociedad de movilidad social inquieta, y cuál es el margen y las colectoras con que puede y debe ser gobernada esta sociedad argentina, que respira a Baño María. Pero podemos pensar en todo el resto de las representaciones sociales que también han constituido el esqueleto institucional del país democrático, tanto Sociedad Rural Argentina como la CGT. ¿Cuáles son esas instituciones de la República? Una reunión de cuatro horas entre el gobierno y la CGT puede ser apenas reducida a: “Cristina lleva cuatro horas reunida con Moyano”, con toda la carga subjetiva que el enunciado es capaz de tener. Así que la apelación al diálogo, al consenso y a la institucionalidad barrunta también (¡y sobre todo!) alrededor de con quién se debe dialogar. Mientras todo el debate alrededor de la distribución del ingreso es excluyentemente universalista, los restos del movimiento obrero organizado son el pobre árbol que en su "esencia corrupta" diluye las verdaderas chances distributivas de los asalariados. Una pregunta podría ser si la CGT es una institución o no. La calidad de alguno de sus hombres sopla a favor y nos dice que sí.

2 comentarios:

Tonga dijo...

Compañero Martín, me permito abrir una línea para pensar la institucionalidad, las instituciones y el institucionalismo, confiando en haber entendido que tu crítica se centra en este último concepto, que podríamos definir como ese esqueleto del que hablás y al que podríamos oponerle "la columna vertebral" del movimiento. Se sabe, las instituciones funcionan y se legitiman de manera imaginaria, las estructuras de significación en las que se basan las instituciones sociales se enmarcan dentro de la construcción histórico social de cada sociedad. Esto quiere decir, siempre mas o menos ¿no?, siempre si esto no fuera una forma de tosca de decir las cosas, que las instituciones se instituyen desde la construcción de un relato que las legitima. En esta línea, podemos suponer que la lucha por el relato, de la cual considero formamos parte, y espero cada vez más sustacial, permitirá, o no, veremos en todo caso, mover el esqueleto para sacarlo del letargo o peor, de la letra muerta. La CGT está volviendo a ser una institución, si seguimos esta línea de pensamiento que propongo humildemente; De la acción sindical, y sobre todo de su acción política, es decir de su accionar no hacia el propio mundo sindical sino hacia el resto de la sociedad que en su mayoría, históricas operaciones mediante, se encuentra alejada de legitimar y de instituir a la representación y la organización de los trabajadores, dependerá la recuperación de una institucionalidad perdida. No sólo dependerá de eso, claro. La lucha por el relato se da en tods los frentes. Pero la pregunta a la que me animo es ¿Qué pasa con los partidos políticos? ¿Hasta qué punto son aún una institución?
Seguramente leíste la entrevista de ayer en página que le hicieron a Scioli (después de leerla casi me veo tentado de llamarlo "el compañero Daniel"), bien, allí hay una clave quizá. La necesidad de volver a las internas partidarias, al menos en el caso del PJ, que es lo que me interesa. En fin... caminos posibles.

Ricardo dijo...

"bajo la "kirchnerización" de las políticas públicas se encubre un ataque directo al Estado, o sea, la reducción de la visión del Estado como Caja, de la política como acumulación. Porque de alguna manera lo que se debate es cuál es la capacidad de acción y de fundación, habida cuenta que esta es una sociedad de movilidad social inquieta, y cuál es el margen y las colectoras con que puede y debe ser gobernada esta sociedad argentina, que respira a Baño María. Pero podemos pensar en todo el resto de las representaciones sociales que también han constituido el esqueleto institucional del país democrático, tanto Sociedad Rural Argentina como la CGT."

Vamos por partes:

El ataque encubierto al estado mediante la repulsa a la "kirchnerización" de las políticas públicas. Esa idea hace juego con la identificación del PJ con el estado. El justicialismo, cierto peronismo, está acostumbrado a declararse único (más apto) gestor de la cosa pública. La "Caja" puede también ser un modo de administración del estado. Uno abusivamente partidario. Es posible hacer una crítica al kirchnerismo sin por eso conceder que es necesario reducir la intervención estatal.

De acuerdo que la CGT es una institución, en tanto defiende a los trabajadores lo es. Su esencia no es corrupta, su devenir histórico sí. No hay que olvidarse de eso. Recalde puede tener cosas muy loables, pero siempre será un satélite moyanista: ¿Instituye la actual dirigencia sindical una participación de los trabajadores o ejerce una representación simbólica y un poder de hecho anclado, como lo hace el peronismo, en dimensiones profundamentes instituidas (pero no instituyentes) El escudito, la foto de Perón, tiene su potencia por la marca de fuego con las que fueron instituidas. Pero esa incandescencia se petrificó.

El tema del "respeto a las instituciones", es bueno desandarlo; pero nunca hay que olvidar que eso puede significar también tener cierto código democrático de encuadrarse dentro de las normas de juego. No puede decirse que el justicialismo esté afuera, pero camina frecuentemente por el borde. Por otra parte, un acatamiento bobo de ciertas normas y/o instituciones sólo re-producn normalidad.

El propio kirchnerismo, a mi juicio, se puso en off-side; baste recordar las promesas de reforma política, la transversalidad, etc. de hace unos años, consúltese su, a mi juicio, único GRAN acto instituyente, la institución de la corte suprema, y se verá que no están a la altura de lo que supieron, quisieron, despertar un momento.

Saludos