lunes, abril 06, 2009

Me escribe un amigo

y compañero a raíz de la-nota-del-domingo.

Sebastián Vázquez dijo:

Alguien que cómodamente en el sillón de su casa termina de leer esta nota, puede suponer que afuera, lejos pero no tanto, hay mujeres, madres, que apenas saben contar, y que hacen los números para, con picardía, sacarle al Estado ese “subsidio a la superfertilidad”. “Hecho el subsidio, hecho el formato familiar”. Nada que decir, ¿no?

Lo cierto es que la pensión para madres con 7 o más hijos nacidos vivos, no es un subsidio, entregado por un Estado con capacidades diferentes que premia la proliferación de hijos en los sectores más vulnerables, sino una línea de intervención estatal consagrada por ley, que rige hace ya muchos años. La razón por la cual la cantidad de beneficiarios (o “sujetos de derecho” como corrige con celo por la corrección política, la ministra de Desarrollo Social) aumentó de forma tan asombrosa en los últimos años, no es porque se haya corrido la bola y las madres se pusieron “manos a la obra”, sino que se cambió, desde el 2003, el criterio de asignación. Hasta ese año funcionaba un criterio de “presupuesto fijo” y de “altas por bajas”; es decir, para que exista un nuevo beneficiario, tenía que haber alguien que dejara de percibirlo (generalmente por muerte). Actualmente se maneja un criterio en donde no existe límite presupuestario y se le otorga el beneficio (que corresponde por LEY NACIONAL) a cualquier persona que cumpla con los requisitos, con el aumento de partidas presupuestaria que sea necesario a medida que el padrón aumenta.

Los supuestos, la ideología, la forma de entender la política, el país, la pobreza, etc., que pueden leerse en esta nota no pertenecen a un periodista intolerante, prejuicioso; son ideas que circulan en sectores bastante numerosos de la sociedad. Son ideas que sostienen personas influyentes, que manejan diarios, medios de comunicación, instituciones. Y son ideas que trascienden la concepción de la pobreza o del Estado, o de las políticas públicas, y que en esta nota se ven nítidamente, en su espíritu. En fin, mi miedo como joven, militante, peronista que banca a este gobierno no es el “poskirchnerismo” o los porcentajes necesarios para vender como victorioso el invierno de este año. El problema es como lo decía la Barcelona hace ya más de un año, algo asi como “con la mejora de la situación económica la clase media recupera sus niveles históricos de racismo”.

Nuestro problema es que nos vamos quedando sin armas para dar la pelea con los que leen Clarín y repiten, con los que secretamente le creen, con los que van más allá. Cada vez los que bancan a este gobierno se vuelven más fundamentalistas; y los que no lo soportan también. Lo que hace que este tema sea complejo es que los últimos hablan un idioma pre-político, y los primeros un léxico que cada vez se separa más de la lengua cotidiana.

Lo que me preocupa es que hayamos perdido la iniciativa política de cambiar el eje. Que al habernos acostumbrado a la atomización, a la diáspora, solo nos podamos juntar cuando alguien nos dice que hay que salir a “bancar”. Y, sobre todo, me duele que la primera vez que muchísima gente se entera que se aumentan los presupuestos para garantizar derechos de un sector social en extrema vulnerabilidad, sea a partir de esta nota.

2 comentarios:

Nico dijo...

Está bueno eso, che, hay que aclararlo.

Anónimo dijo...

¿Cuál es la ley?