viernes, octubre 06, 2006

Rock de la selva madre



Todo militante de las FAP es el hermano mayor del otro, el que se queda en la pieza (en la buhardilla de su casa en Castelar, o San Fernando) componiendo sus primeras canciones tristes.

Todo militante del ERP tenía un hermano menor que rezaba de noche las canciones del Monstruo en la Laguna, y su pieza en el Once se llamó Spinettalandia, canciones con imágenes paganas.

Todo militante de las FAR tenía un hermano bajista que escribía canciones en las servilletas de Pippo.

Esta es la Tesis XI: el rock nace como hermano menor, como conciencia frágil, y como todos los que confunden el arte con la sensibilidad, se hace surrealista.

Todo hermano mayor que fundaba ejércitos de un Pueblo Imaginario, tenía un hermano menor que vivía eclipsado por metáforas torpes, creía que el hilo que unía sus vidas se traducía en el siguiente verso: Todo gigante muere cansado de devorar a los de abajo.

Todo militante montonero creía en un rock nacional con versos del Fierro. El tiro le salió por la culata: la Biblia, de Vox Dei.

El menor miraba la campera verde que quedaba colgada como de un gancho de reses. De noche la sentía gotear: no era sangre ni agua, eran los aceites mismos de la máquina que arrojaba a su hermano mayor, a las 6, desde la cama al Monte Imaginario, a la colimba, a la milicia, al prado soviético de las Canciones Cubanas.

Todo hermano menor rezaba la mejor canción para profetizar la carnicería, poseído del alba:

En el agua del estanque
flotan restos de una cuna
ya la bomba ya estalló
la guerra del final, aquí

Porque en el miedo spinettiano toda guerra es terrorista: todo hermano menor es aliado del miedo de la madre.

(Bienvenido Pablo al Jardín Primitivo)

1 comentario:

... dijo...

gracias hermano.
Es lindo este jardín.