jueves, marzo 04, 2010

Lo virtual y lo real, como la carne y el alma, son lo mismo...

Yo qué sé... ponés un pie en Haití y lo que menos te da ganas de denunciar es la presencia de Estados Unidos. Antes te da ganas de denunciar la presencia de La Miseria. (4 y media de la matina arriba de un camión de UN que reparte alimento rodeado de voces que no se sabe de dónde gritan '¡food, food!' no se le desea a nadie, pero eso es lo que la presidenta celebró en su discurso días atrás: el desempeño de los cascos azules argentinos. Haití tiene derecho a ser Puerto Rico, y después, más decentemente, para cumplir el sueño de las canciones estalinas, decretar el inicio de la guerra civil que finalmente lleva a la clase obrera al paraíso. O sea, primero tiene que haber clase obrera.) Me cuesta leer el modo en que se hila lo Natural con la Historia: nadie está preparado para que de pronto todo lo sólido se disuelva en el aire.

¡Terremoto en el Congreso! Y sí, algo tenía que pasar, en algo se tenía que hacer visible el desplazamiento social del 28J. El kirchnerismo no se hizo con material anti-sísmico: cayó la torre, como dice Pichetto, "en el seno del Senado". Confieso que de chico me costaba entender la existencia de dos cámaras. Y no era una vocación prematura contra el "gasto político", pero no se desprendía una cámara de la otra, no reconocía diferencias, hasta que empecé a percibir que el Senado arrastraba un tono, un color, un olor, un sonido, mas señorial. Hoy vi caer a un Señor: Miguel Pichetto. Caer y levantarse. Mi último mes en degradé de Haití a Argentina devuelve el fervor de un razonamiento que más o menos se dice así: tenemos todo para ser un gran país. Y que si se juega hasta las últimas consecuencias termina en: el problema de Argentina para ser un gran país son los argentinos. Y sí, bajo estas banderas milita medio mundo. Es como la bandera del ¡vayan a laburar!, ese gran trapo que lleva de una punta a la otra de cualquier avenida gente que ni se mira mientras camina o maneja.

Siempre un país es algo que se está haciendo.
Siempre un país es algo que puede desaparecer.

Recomiendo como se recomienda un peliculón la entrevista en Posdata, de C5N, del Negro Oro a Duhalde. Duhalde tiene una versión de energúmeno (casi siempre radial o gráfica) y una pose de estadista (mas televisiva). Duhalde hizo una línea en el medio de la mesa y puso de su lado: manzaneras, clientelismo, políticas de Estado, y del otro lado puso a los cagones. Habló del kirchnerismo (mal) con la suavidad de quien desprecia algo que prácticamente cree acabado, y se dejó llevar por la metralleta de preguntas del señor Oro, cuya conclusión fue de sentido común kirchnerista gusano: "este año ya avisé, no animo más fiestas de Fundaciones, yo quiero más Estado". Obviamente... loas a Pepe y Lula, pero Duhalde aún obstinado en rescatar también la figura de Cardoso, aunque quizás sea su reflejo por ubicarse en ese ciclo evolutivo de gobiernos. La secuencia Cardoso - Lula es una continuidad trabajada por muchos: D'Elía la ponía como hipótesis al recontraprincipio (Kirchner es Cardoso y De Gennaro será Lula). Duhalde reducía todo a su tamaño: se consideraba un Cardoso de año y pico que había sentado bases para un futuro Lula. Duhalde dijo algo que mostró todo: la ventaja es que el pueblo pobre brasileño no tiene memoria de haber estado mejor. Claro, claro, claro. Los nuestros recuerdan, hasta 1974, la existencia del Estado Benefactor. Literal. Ninguno pudo decir que esa Memoria es capaz de explicar la raíz conflictiva de la política argentina. El conflicto construye Bienestar. El conflicto construye Estado. En fin, un día de terremoto virtual, mientras mucha gente militó a full la bandera del ¡no me rompan más las bolas!

5 comentarios:

Merck dijo...

"Duhalde hizo una línea en el medio de la mesa "
Ah, era una metáfora para dividir los temas de los que habló el cabezón!. que nadie se confunda........

horca dijo...

Acabo de ver en TN a Blanck y Van Deer Kooy entrevistando a un pibe cuyo nombre no recuerdo, autor de un libro sobre Kirchner y la clase media. Parecía inteligente. Después de pasar revista el fin del romance que reinó durante 2003-2007, los periodistas le preguntar cosas más generales, del estilo "cómo estamos de cara al Bicentenario". La respuesta del pibe fue muy simple. "No hay mucho que festejar. Argentina es un país devastado desde el 76". Lo cual es cierto. Pero como decís en el post, hay que dar vuelta la pregunta habitual de "por qué nos peleamos tanto, si tenemos todo para estar bien". La gracia es que todo este quilombo no existiría si estuviésemos completamente hechos mierda. Quedan algunas neuronas mnemotécnicas en el pueblo pobre. A esto hay que sumarle que cada nueva generación de pendejos tiene ganas de hacer algo en política, y si las condiciones no existen del todo, se las imaginan releyendo discursos de Evita. Porque siempre hay un 10% de pendejos que quieren existir aunque sea simbólicamente. Y si en el gobierno hay al menos dos tipos que los representen, ya les alcanza.

¿Se acuerdan de cuando había vuelto la política? Eso, ahora se nota, significaba: volvió el Estado, o por lo menos un espectro que se le parece mucho. Y el Estado solamente puede volver con un grado de violencia bastante grande. No por nada las grandes críticas al kirchnerismo, o sea, las que puede hacer una inocente ama de casa, pasan por el "autoritarismo", "fascismo", o sea, fenómenos completamente superestructurales. Como no hay censura, ni persecución política, ni disidentes con las costillas al aire, el autoritarismo es "gestual" o un asunto "de modales". Es que el Estado Benefactor que volvió se mueve también al nivel de los modales: todos sabemos que no tenemos un Ramón Carrillo ni una Eva poniéndole muelas en la boca al niño desdentado, y aun así... nos gustan los "gestos" de un bienestar que se parece al que recordamos o leímos. Dejando de lado que se hicieron cosas efectivas por el bien del país, lo más importante de todo es esta reaparición espectral. Se discuten a muerte comisiones, decretos, o sea, cuestiones de burocracia. Que no hay que desmerecer en pos de los temas "de la gente de a pie". Las crisis son parlamentarias. Los problemas son el trigésimo séptimo diputado. La clase política, incluso con ademanes pobrísimos, está resolviendo qué hacer con el recuerdo del Estado Benefactor.

horca dijo...

La última frase debió decir: con el fantasma del Estado Benefactor.

Anónimo dijo...

Una cosa más: la gran idea de Kirchner fue que el Estado sólo podía volver con plata, muchísima plata.

Anónimo dijo...

bueno lo de horca.
l.