miércoles, marzo 10, 2010

En su repiquetear...

Che, una cosa: el nivel de politización de estos tiempos (para casi todo el mundo: desproporcionado) pone a la luz un resultado: que los opositores reales son los políticos reales. O sea: Solá, Morales, Lilita y varios, por más canallas que parezcan (M y L), muestran lo que hay que tener para ser algo en política. De Narváez o Macri (entraría Scioli en un punto), que vendrían a ser como del batallón de políticos "artificiales", no tienen la más puta idea de qué carajo hacer o decir en una "crisis" como esta (que no es tan crisis, pero es igual). Solá, que se tragó dos sapos en su última campaña, siempre supo que se iba a terminar imponiendo por oficio, por prepotencia de trabajo, por identidad. El tipo dice: represento al Peronismo Federal, o sea, al Peronismo Disidente, o sea, a los Horribles. Y hasta tiene margen de enamorar a Lilita. Digamos: para las campañas y la seducción de la gente siguen funcionando mejor los políticos más descremados, pero para el ritmo que el kirchnerismo mete en la política sólo les queda hacerse un poco los boludos, atados al lugar común del momento, perdiendo protagonismo por afano frente a los que tienen agallas y saben que ya tiraron la honra a los perros. La cara de Solá esta tarde, mientras los micrófonos se acomodaban, era la de alguien que mira un punto fijo, pierde la mirada y calcula para dónde acomoda la jugada... ¡teléfono a Morales! Lo que las urnas pidieron el 28J fue traducido por Tenembaum a una lengua re difícil: "bajemos un cambio, ¿qué carajo nos pasó?". (No obstante y sólo en comparación: un libro mucho más útil socialmente que el de Majul.) Pero para hacerle bajar un cambio al gobierno hacen falta políticos. Sería algo así: no se puede entrar a rescatar a la ovejita en puntas de pie, no, hay que hacerlo como energúmeno, la mediatización y Clarín no excluyen una fuerza física necesaria, el Sumo. La lógica judicialista, policial, paranoica y moralizante de la oposición linda con el cuento de que la sociedad sufrió un secuestro extorsivo, que la sociedad no está donde quiso ir, que fue empujada a patadas en el culo. Y dos brillantes frases fijan los límites de esta época: la democracia es gris (Beatriz Sarlo), la sociedad no existe (Horacio Verbitsky). En algún punto esas dos frases se rozan, se tocan, chispean y alumbran: ninguna de las dos es tan así... pero algo de eso hay. Flash tachero: la sociedad es una cosa que queda un poco "en el medio", que tiene bastante que ver lo que piensa con el modo en que se gobierna. Cada tanto crece una pregunta que se formula de mil maneras: ¿qué mierda hace esto acá? Algunos construyen la fantasía de que pronto se van a impulsar los juicios contra los que festejaron los goles en el mundial 78. O sea, se preguntan, ¿dónde termina el kirchnerismo? Algo que nació del juicio político de la sociedad a la política (2001) y que pareció invertir el orden: el kirchnerismo aparece como una interpelación permanente a los lugares comunes de la sociedad, un juicio político a la sociedad que se sentencia en la frase de Verbitsky. La sociedad no existe, existe sólo el campo de intereses. Bajo ese saldo es que naufragó el periplo de la transversalidad: ya no hay transversalidad si sólo hay campo de intereses duros. En esa frase verbitskiana se hundió la personería de la CTA. Si no dio para un país en serio, dio para una política en serio. Los opositores a este gobierno van a necesitar de verdaderos políticos para sacar la política del lugar en el que la puso Kirchner. Se necesita mucho huevo, creatividad y sacrificio para eso. Es conmovedor, en esta tarde gris, así las cosas, y así interpretado el terremoto 28J, el papel de mierda que hace Solá. Alguien que viene de ahí, para sacar a la sociedad de ahí. El 2001 no terminó. Lo que viene (si viene) después de Kirchner es siempre peor.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido: después del Kirchnerismo, la hecatombe, la debacle total. "La democracia es gris" y "La sociedad no existe" son frases ciertas, y viejas también, se saben desde la época de Hobbes "el mal menor". Pero con respecto a lo de huevo y creatividad... a vos te parece que la oposición realmente necesita "huevos" o "creatividad" para ganarle a Kirchner? La gente vota a un mono vestido con saco y corbata, a los dos meses de asumir Duhalde, Solá, Reuteman, Cobos o el que sea, la gente se va a olvidar de los 8 años de los Kirchner y volveremos a los 90.

Tomás dijo...

"La sociedad no existe" resume bastante.

La relación del kirchnerismo con el resto -con TODO lo que no es esa pequeña mesa de decisores + sus ejecutores- es estatal. Es, también, desigual (como todas, diría yo). Es el jacobinismo del que habla Rosanvallon, pero no jacobinismo en un sentido simbólico, sino en términos de praxis, en términos instrumentales: los jacobinos disolvieron los clubes, los cafés, todos los cuerpos intermedios. Porque la relación es del Estado con sus ciudadanos. Sin mediaciones.

Muy bueno Martín.

Anónimo dijo...

bueno no se si es tan sin mediaciones, es cierto sí que la presencia simbolica y real del Estado se ha acrecentado y mucho con este gob.
pero aún asi como todo gob. peronista gestiona, articula y negocia por intermedio de los sindicatos, las organizaciones territoriales y las intendencias. Claro que siempre en algun punto no hay demasiada reciprocidad genuina con los q hacen de facilitadores, si no mas bien encerronas, apretadas, pero asi es la politica.

a lo q te referiras vos es q toman las decisiones macro o las importantes en un nucleo cerradisimo?
porque gobernar y aplicar ciertas politicas lo han hecho con nexos bien nitidos que despues se han vuelto o no partes del dispositivo estatal es otra cosa
l.

Tomás dijo...

Sí, quise decir lo del segundo párrafo. La sociedad civil está mucho más organizada en Argentina de lo que se cree, me parece.

Anónimo dijo...

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Ezequiel dijo...

Muy bueno.
También hay que poner en la balanza el hecho de que se ven en la gestión, y ahí bajan las acciones de los Carrió, los Juez, los Macri. Suben los Solá y los Morales. Se necesita oficio para lidiar con el Estado Argentino. Si no, no se entiende este editorial de Pagni:


"Hay una pregunta de mayor alcance. ¿Qué legitimidad tiene la constitución de un frente homogéneo a partir de la mera negatividad? ¿Cuál es el límite político de esa experiencia? ¿Hasta qué punto el mero anti-kirchnerismo puede relevar a los rivales del Gobierno de elaborar una propuesta y de construir un consenso positivo alrededor de ella?"´

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1242557

Por supuesto, la pregunta interesa más que la respuesta.

Un abrazo,
EM