domingo, noviembre 29, 2009

sábado, noviembre 28, 2009

2010

No hubo buenas noticias esta semana. No hubo malas noticias tampoco. Mas allá de todas las cosas malas a las que ya nos acostumbramos. La economía crecerá, crecerá mas en el 2010, y será el año olvidable de un bicentenario agrio: estará tan lleno de palabras y solemnidades como aquel primer centenario. ¿Se repite en algo? La diferencia será que cien años después la basura no está bajo la alfombra. Argentina es un país que finalmente pone todo sobre la mesa. Y reparte: palos o torta, depende. Imaginen ese 1910: ¡qué pocos años después iba a estar todo patas para arriba! Era la ceremonia de despedida de un siglo en el que su corolario no había podido respetar la sentencia de Cané: “cerrar el círculo y velar por él”. ¿Esos palcos se estaban velando a sí mismos? La modernidad entró a upa de esas multitudes a los gritos, cantando, a los tiros, avanzando y retrocediendo durante décadas. Buenos Aires: ciudad de integración y desorden, y la anarquía de su arquitectura sigue siendo esa relación (¿excluyente?) entre capitalismo y tradición, entre progreso e historia. "Que vele por tu hermosura un ángel agricultor", canta en la bella zamba de abajo Liliana Herrero. La grabación es del año 1973. Y sí, un ángel agricultor velará el 2010. Un año de museo. Un año de porcelana. Y uno imagina que la fragilidad de la niñez se cuidará con los rigores del ingreso universal. Pero el país no alcanzó a poner en la vidriera mundial todos sus niños sanos, y un balance final podría ser que no se hizo todo lo que se pudo para salvar a la mayoría. Habrá que ir en familia y acampar en la avenida de Mayo. Y mirar cómo pasan los bellos carruajes de dicha y cartón. Quizás hasta Néstor pondrá la cinta a correr sola en el gimnasio de Olivos y se irá a mirar el desfile. Quizás el país duerma algunas noches y esa cinta corra sola, ergo: que Néstor también duerma. Cuántos mensajes por día recogemos que nos dicen que hay democracia, que no hay pueblo, que hay futuro, que no hay futuro, que sí-que-no, que hay continuidad, que hay que empezar de nuevo.

viernes, noviembre 27, 2009

Yo no creo en Pagni, ¿no?, pero dice que (el PRO) tiene cinco mil afiliados. Y yo te digo: es un afiliado por centímetro de subte.

(todo acá)

martes, noviembre 24, 2009

La década será juzgada por su final.
Los sesenta terminados en 1972.
Los setenta terminados en 1982.
Los ochenta terminados en 1989.
Los noventa terminados en 2001.
Fueron juzgados por su final.

La década será juzgada por su final.
La década será juzgada.
La década.
El punto impone el sentido.
Por eso la desesperación. Nadie recordará jamás los días felices de 2003.
Nadie recuerda los de 1983 o los de 1993.
Y si se quiere, hay que correr la cortina del caos o de la exclusión.
El proceso iniciado en 2003, la carne de la década sin nombre, será juzgado por sus restos.
La democracia se inyecta en sus venas la justicia usada contra los vencedores vencidos.
La justicia de la democracia argentina sólo puede pegarle a los caídos.
Por eso fue necesaria la muerte que purifica para suspenderle la condena al Padre de la Democracia.
La culpa que expían y expiarán los presidentes es la de haber gobernado este país.

La década será juzgada por su final.
Por sus ruinas.
Por sus hijos. Reconocidos y no reconocidos. Legítimos, naturales o adoptivos.
La esterilidad es aparente.
La década ha procreado sólo hijos que la aborrecen. Que la niegan.
Nadie quiere nacer en una década sin nombre.
Nadie quiere nacer en una década.
Nadie quiere nacer.

La lucha es por el final porque sólo el final será juzgado.
Lo sabe cualquiera que haya visto el cine mudo del juicio a las juntas.
Se puede amnistiar a un asesino pero no a un derrotado.
Lo sabe cualquiera que los setenta tienen el sello de la tortura del '76 y no el de la primavera del '73.
La felicidad nunca está en el crepúsculo de las décadas.

Nadie va a negociar con la década.
Podrán algunos encontrar cobija en lo que vendrá.
Podrán algunos esconderse o refugiarse.
Pero lo único que va a quedar es lo que no pueda ser destruido.

(Alejandro)

lunes, noviembre 23, 2009

Yo también, como Mendieta, banco a Natanson. Pero esta oración hablando de Tinelli ("Pero, ¿por qué eligió la inseguridad –y no las relaciones exteriores o la inflación– como eje de su discurso?") me parece que se responde sola: porque Tinelli no sufre ni la inflación ni las relaciones exteriores. La inseguridad es el gran tema de la antipolítica. Las raíces sociales de la delincuencia no alumbran todo el laberinto del problema.

Pero la metatelevisión (en la que consiste toda-la-televisión-kirchnerista, con 6,7,8 y TVR a la cabeza) cierra perfecto el sentido con cada uno de sus informes, no dejan cabos sueltos, ¡hay culpables!, y dormimos en paz con nuestra gran guerra... La conciencia de cada uno de los que forman el "dispositivo mediático" aparece asediada por un manto de corrección que hace oír cada vez mas brutales sus respuestas. Hay una presunción de "inocencia" que está perdida sobre esas figuras: de repente metabolizan la continuidad del "proceso", y su discurso deshistorizado sólo es prueba de ello. Se cumple una dialéctica entre derechos humanos y gente. En el corazón del orden democrático. Eso está aquí, allá y en todas partes. Para la gente, desde la cultura oficial, desde los medios de la nueva ley, no hay respuesta que no sea una respuesta histórica, una respuesta que diga todo el tiempo quién es quién. Hasta el programa internacional de canal 7 se basa en la línea que bajan los periodistas, que hablan bien, que reubican el mapa. La tele es eso que pasa por al lado mientras hablan. La velocidad. El "dispositivo mediático oficial" consiste en desmontar el "dispositivo mediatico privado", como un perro que se muerde la cola. Pero son dos perros distintos.

Ayer veía el programa que cumple sueños de canal 13. Eso contra lo que nada compite: que es posible construir una justicia aquí y ahora, un instante de felicidad que cumple sueños colectivos. La política, a lo sumo, puede llegar a una imagen así pero del pasado: la del peronismo, la de cuando el pueblo era feliz, la justicia social como descenso divino. Pero eso alcanzaba a todos. La tensión de la tele es su azar, su pila de nombres en una urna, allí donde se revuelven los susanos. La tele compite con el Estado por naturaleza: porque borra todas las mediaciones, no hay memos que corran por el circuito con la letra de los sueños... Hay azar, hay instante, hay suerte, y todo ocurre y la escuela de Música de Chascomús de pronto tiene todo lo que necesita, y las luces de las cámaras se encienden sobre caritas huérfanas por primera y única vez. Entonces... ¿dónde mejor que la tele para expresar eso que siente que la política retrasa todo, que las mediaciones acentúan la indefensión, que los hechos son machos y las palabras son hembras? La política es una mujer golpeada, y vive bajo el síndrome de Estocolmo con la gente. (Y ahora hay una familia entera desaparecida. Que podría estar en la Patagonia, que nadie sabe nada, que se los vio cruzar un peaje hacia el sur. Como unos Oesterheld pero que nada habrán hecho para merecerlo, los Pomar, hechos polvo en el aire. Nadie pide rescate, nadie nada. La tele no va a perdonar eso. La tele no va a perdonar que no haya radares, no va a dejar morir a esa familia en la zanja de la palabra Misterio. La tele es Estado. Y eso duele.)

viernes, noviembre 20, 2009

Cada político + su cantor. O sea, el canto que se transfigura hacia la mayor simpleza posible en la que el mundo de las ideas debe ser representado. Todo político un canto, una voz, un desprendimiento de vapores nacidos de las miserias del orden. Un canto de las mayores simplezas, el viaje de su voz al encuentro con su verdad popular. Por ejemplo, Jairo... ¿no es como si Rodolfo Terragno cantara? ¿No son lo mismo, misma rama, mismo pájaro? ¿Migración del nido de víboras del que nace toda idea política hacia la simplicidad del cielo? ¿Jairo no es Terragno? ¿Alguien los vio en una misma pieza, a una misma hora? Pero también está el canto solo. Y el político solo. Como realidades huérfanas y desoladas. La política y las viejas canciones del estalinismo democrático. Las viejas canciones estalinas con nieve tropical... ¿marcaban el camino a Viedma? ¿No hizo falta ese tren al sur, un lento tren que arranque de cuajo los restos del Estado cableado? ¿Una Brasilia fría? ¿Un vagón de ingenieros radicales rumbo al sur? Viedma era el Unicornio, ¿el último intento por construir una ciudad? 83. 83. 83. Después de Félix Luna, ¿a quién le toca seguir matando a 1983? ¿Jairo? ¿Rodolfo? No creo: ellos deben morir juntos. Un pájaro pica en la garganta de ambos semillas de sésamo... ¿Las oscuras golondrinas radicales?

miércoles, noviembre 18, 2009

El tiempo, el implacable, el que pasó...

La política es conspiración. La política es debilitar al otro. La política está antes que la democracia. Hubo política cuando no hubo democracia. Y a pesar de eso, las reglas de esta democracia, digamos que sus reglas constitutivas, no han sido forzadas. Esta democracia es hija de esa gran conspiración llamada 2001, crisis que a través del kirchnerismo asumió una forma. Hay un problema: es el gobierno nacional quien siempre se ha movido al límite. Y ha empujado al límite a todos. ¿Por qué? Porque ha querido cambiar las reglas de juego. ¿Volverlas a aquello que en los '80 fue puro espejismo? El orden del que somos deudores, y del que todos serán deudores, es el orden que concentra mucho poder en lo político. Ha vuelto el parlamento, algunos años después de que volvió la autoridad presidencial. ¿Qué razonan los que exigen mayor democracia y la entienden como debilidad política del Estado? Porque si hay un hilo que ata los jamones opositores es ése: menos Estado es mas democracia. La gran conspiración que amenaza al gobierno hoy, se basa en un rumor masivo que masculla la impopularidad del gobierno. Y el gobierno basa su (casi) última legitimidad justamente ahí, adonde todos llevan su velita: las instituciones. El gobierno sólo se ampara en su institucionalidad, se funde a ella, y eso hace tan delicada esa escena: adquiere el tono alfonsinista de que si me lastiman, lastiman a las instituciones... ¡porque ya el gobierno no es otra cosa que esa institucionalidad! ¿Qué hace el gobierno con su propio vacío? ¿Con sus años, meses, días, horas y minutos de mandato? Ese tiempo, ese tiempo preciso que al gobierno le queda, es lo que obsesiona a todos. Queda tiempo, queda tiempo, queda tiempo. El boxeo democrático siempre es por puntos, nunca por nocaut. El gobierno sigue siendo el mismo, y tiene la birome del presupuesto. Y hay una cultura política y tradición realista que compacta la duración de los ciclos políticos con la duración institucional: todo ese tiempo en que la estrella de un gobierno está muerta y que "le queda" es un infierno. Hagamos la prueba: ¿qué gobierno no tuvo conspiraciones? ¿Qué gobierno duró mucho mas que su estrella? ¿El kirchnerismo va a confirmar la realidad de los fantasmas que agitó? Sí, existe el terrorismo anti-estatal y anti-democrático de aquellos a los que dedicó los mayores esfuerzos estatales para destruir. Pero el clima de pasillo es el de funcionarios de segunda que miran sus PC's con cariño, secretarias que chatean. Y la rosca de siempre. Y el quilombo para el que están cansados muchos porque... sí, gestión es lucha de clases. Construir 100 mil puestos de trabajo es declarar la guerra. Las conspiraciones, las brujas, los brujos... los hay. Hay un antídoto: el desarrollo del proyecto es la trama de las cosas. La vida es gestión. Se pierde mucho tiempo en discutir las reacciones naturales, fascistas y golpistas de quienes fueron declarados así. ¿Qué esperabas?, es una pregunta pertinente para gritar desde Maipú, cuando el bondi arranca.
Sin ser tanguero de ley puedo imaginar los prejuicios que pesan sobre Horacio Molina. Un tanguero energúmeno no lo pondría en su batea. Tiene pinta de cirujano, una modulación impecable y las facciones de su neurosis sobre una bella cara. El caso de un tanguero que hizo terapia. Y sus arreglos pulcros no podían sintonizarse en la radio que se encendía en una comisaría cuando se encendía la música que iba a tapar los gritos de... Quiero decir: sin la elegancia glamorosa de los Grandes Valores, sin el Tango Chabón, el tipo se las arregló para ser mimado por diosas como Walsh y Sosa. ¿Es la figura viva mas importante del tango? Yo digo que sí. En 1981 ya grabó a Eduardo Mateo... hasta en francés. Cantando es el mas gardeliano de todos, se dijo, y yo creo en eso. Uno podría imaginar una asunción presidencial de Binner matizada por dos o tres canciones de Horacio Molina, y el brillo de las lágrimas -que apenas se dejan ver en Hermes con la banda puesta- cuaja perfecto con la sutil melancolía que se tiene por una tierra y un tiempo que jamás existieron. Y sin embargo, algo del orden de la elegancia se extraña en la política argentina. Que vuelvan los lentos.

domingo, noviembre 15, 2009

Morfes con Leónidas

no hay mayor estupidez que un tipo que está jugando pero no sabe a qué

Como Horacio en su emisión de esta noche, acompañemos con esto al Viejo en su ascenso:

viernes, noviembre 13, 2009

Los años que pasaron hasta que D'Elía y Moyano se sacaron una foto explican la política. Para la mayoría de la gente "son lo mismo", para ellos no, no lo fueron, quizás no lo sean en un futuro, pero la política es mas lenta que la gente. El kirchnerismo, acaso en su ocaso, ¿en su ocaso?, haya ordenado la crisis. Es decir, ha construido las transparencias de esa crisis. ¿Y cómo se llama esa crisis? ¿Se sigue llamando 19 y 20? Llamemos a la crisis orden democrático. Tenemos a todas las corporaciones como 100% luchas en un ring. Ya se sabe quién es quién. El kirchnerismo fue mutando, y sus consensos ajustados a la clase media dominante fueron provisorios. La fórmula, como dice Diego, era "mas clase media y no menos clase media". ¿Y por qué se acentúa el mayor error político: enfrentar a Marcelo Tinelli? ¿D'Elía vs. Tinelli como lucha entre Mito y Realidad de la palabra Pueblo? La estigmatización kirchnerista de la palabra "consenso" ha ido demasiado lejos. Un gobierno de vocación popular que perdió popularidad, ¿qué necesita? Necesita volver hacia atrás. ¿Buenas medidas? Sí, pero esos anuncios que ofrecen la intensidad efímera de una cadena, ¿y después qué? ¿Después las colas de pobres para inscribirse entregadas a la intemperie de la noche urbana? ¿No hay promotores del amor al prójimo, remeras fosforescentes oficiales, una enorme carpa que sirve mate cosido en vivo y en directo? ¿No hay una ministra recorriendo esas colas entre la mayoría de la gente que prefiere ese disparo directo al bolsillo que el microemprendimiento de azúcar negra? ¿Por qué se toca y se abandona todo tan rápido? ¿No hay nada mas para decir que lo que se anuncia y fija en el texto de un decreto y el discurso de lanzamiento? ¿No hay nada mas para decir de esa asignación que eleva un grado mas la condición humana de millones de argentinos? ¿Esa fugacidad, acaso, no es lo que reviste esos efectos de gatopardismo, de "decreto para que nada cambie", el vacío que sigue a todo anuncio? Ahí es cuando el kirchnerismo se vuelve ajeno a todo lo que en la sociedad se mueve, y empezó a jugar el papel mezquino de su propia representación... ¿Y las millones de guerras cotidianas que se libran contra el hambre y la exclusión? Yo quiero el kirchnerismo estado y juez: el que deja jugar, el que desata fuerzas y decide. Justiciero que llega a la escena del crimen. No el que lo comete. Pero es una noche triste, se acaba de morir el Enorme Poeta Leónidas Lamborghini. La concha bien de la lora.

miércoles, noviembre 11, 2009

Ya no hay clase obrera. Hay sindicatos. Lotería sindical para el pueblo. Algo de eso cuando salía en Ciudad para los de locación, no sé bajo qué criterio, una obra social... Había que ver cuál tocaba... Por supuesto que muchísimos sueñan con el convenio de Moyano. Esa es la mayor fortuna de Hugo: el sueño obrero de su convenio (y eso se defiende el 20 de noviembre también). Pero... me parece que hay gente que ya hizo todo para merecer su sindicato. Uta puta como yuta/ si los laburantes no te eligen/ por algo será...

martes, noviembre 10, 2009

Esto debería estar prohibido.

No sé por qué me acuerdo de algo que dijo Aníbal Fernández: mi padre era algo que ya no existe mas... era un gran silbador. Es verdad, se silba poco. ¿Los que silban, silban en el pasado? Igual, pienso que aún existen grandes silbadores. Nunca me va a dar lástima una persona que silba: ternura sí, fastidio también. Pero no lástima. Y justamente quiero hablar de ese sentimiento: de la lástima. Hay cosas que me dan lástima, mucha, y podría definirlo así: cuando es posible ver el límite de una persona. Podrían ser como esos manotazos tipo: "disculpame, ¿vos me llamaste?, ah, no, porque me apareció un llamado tuyo...". Esa persona le está dando su última forma a la desesperación. Esa persona empezó a mostrar las cartas. Una de las cosas que mas lástima me da es cuando a alguien se le nota que son sus primeros días de trabajo. ¡Qué días en ese mundo extraño, lleno de códigos secretos, esa bruma que se irá disipando lentamente! Ese nuevo seguro que no silba. Porque silbar es poseerse y expandirse. Silban los patrones, o los laburantes que saben que no los van a rajar nunca, silban los resignados (un hombre-empanada silba camino a su casa), silba el delegado yendo a una asamblea donde tiene todo atadiiiito. Silban los seguros, silban los de la Azul y Blanca, no creo que silben los de la Violeta. (¿Pero te imaginás el tupper del nuevo, con esa tarta que se calentó un poco antes de salir de su casa a las 7 de la mañana, mientras come solo porque no conoce a nadie?) Volvamos a empezar: tienen que prohibir esto. ¿Qué es esto? ¿Cómo decirlo sin que suene a los que ponen el grito en el cielo y escupen para arriba? No lo pondría en los términos de "este es el límite", como si no hubiese ahora mismo, en este mismo momento, formas horribles de explotación, y como si no estuviésemos viviendo en un orden en el que ya no sabemos siquiera cuándo empezamos a aceptar "lo intolerable". No, de verdad, no tendría que existir este trabajo. ¿Existen peores? Seguro que sí, pero insistamos en pensar la novedad. La novedad que ofrece y que revela éste. El pibito que cartonea, que se para sobre el carro, sobre la pila de cartones, y que su imagen puede fijarse en el adhesivo del Mas por Menos... Algo que en él ya se hizo hombre se ofrece como fuerza y ya hizo retroceder la humanidad de medio mundo: su imagen compone el mundo de millones. Florecen las mil flores del mercado y la miseria. Pero volvamos un instante a la timidez, a la prudencia, esa vacilación ante todo que distingue al nuevo en un trabajo. Se nota por ejemplo en un negocio. Un kiosco. "Disculpame, ¿las papas fritas de jamón serrano?". "No, no, no hay", dice, bajito. Y se escucha detrás, al dueño, que mientras apila alfajores dice: "sí, hay", y deja lo que está haciendo y va hasta la canastita donde están las nuevas de jamón serrano y te las da en la mano, y vuelve callado a hacer lo suyo, y el nuevo lo mira y te mira durante esos pasos, y es como si todo su cuerpo y toda su cara dijeran: "¿qué estoy haciendo acá?". Todas las respuestas del nuevo son rápidas, y ante cada cliente el impulso por sacárselo de encima y el temblor de la voz precipitan las torpezas. Y se vuelve evidente tu sobreactuado agradecimiento que patetiza mas la escena: "mil gracias, che", le decís al pobre novato. Porque vos querés agradecer y tapar el ruido que hacen los pensamientos del jefe: "lo que me va a costar que aprenda este mogólico...", eso dice por dentro el jefe y la manera en la que se escucha eso es un silencio de mierda. ¿Qué sienten o piensan los primeros días las mujeres sobre las que se sirven porciones de sushi, rodeadas de tipos horribles, de los José María Listorti's de este mundo? No quiero hacer su lamento. ¡Que rimen su lamento con lírica de género! La velocidad del mundo la decimos con señas. El capitalismo sofoca con nuevos modos de producción a viejos modos de producción. El capitalismo no duerme en los laureles. Y la precipitada música de Goodbye Lenin, una y otra vez, una y otra vez, empalma como trompada con la escena en la que esa chica que vive su primer día como se vive una clase de catecismo obligatorio, al llegar a su casa, anota en el diario: "¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara."*

*Arnaldo Calveyra

sábado, noviembre 07, 2009

Crossing the charco

La vuelta

El contexto de su originario triunfo en Morón bien podría recordarse así: la ciudad proyectada sobre un municipio emblemático, la Alianza se expandía... Y cualquiera que conoce Morón puede pensar que no era imposible el triunfo de una propuesta progresista. Pero esto de lo que se habla: del desembarco definitivo de Martín Sabatella a la ciudad de Buenos Aires, podría ser entendido como el lento retorno del progresismo al útero, luego de aquella incursión incapaz de multiplicarse o de contagiar, como un círculo que se cierra sobre una figura intachable, sobreviviente mas digno que Ibarra de los ciclos progresistas. Ciclos que finalmente encontraron su horma: el progresismo peronista, posible. La caída del progresismo en Buenos Aires tuvo su escena del crimen: un juicio político, es decir, aquello que habían reservado para sí mismos el uso de facultades judiciales para hacer política. ¿Vuelve Sabatella? ¿Vuelve un gran político que hizo años de frontera? ¿Alguien frente al cual dirán "si pudo allá... cómo no va a poder acá"? Con esa velocidad retórica, marca registrada de los que pasaron años en las escuelas de cuadros bolcheviques, Sabatella impone una migración natural cuyo ascenso bien podría ser visto -por muchos- como un descenso nacional: vuelve del conurbano, luego de no poder perforar el muro. A mi me quedan dudas de que sea tan así (¡¿un ex candidato no aseguró la otra noche que eso era mentira?!). Pero, pero, pero, imaginemos su llegada como la de un general profesional y científico que ha enfrentado a las turbas federales, imaginemos que ya en la pax porteña todas las tardes se reserva, junto a sus íntimos, alguna palabra de honor para esos viejos intendentes, celosos aún en su misma antigua tarea: construir el orden. Y el orden del conurbano es el orden de la nación. A mi me gustaba esa oveja blanca ahí, qué quieren que les diga. Haciendo ruido, contaminando un poco las cuentas claras de la prosa plebeya del orden. Aún como excepción de la regla. Sabatella ahí, rompiendo las pelotas, quizás, dicho con amor: los hacía mejor a los otros.

viernes, noviembre 06, 2009

¿Qué pasó? ¿Por qué no hay un Urquiza de la batalla electoral de Caseros que ganaron por afano? La única verdad es que no hubo un ganador peronista. El Frente para la Derrota de Kirchner es como el ALBA: una aurora relámpago que iluminó la tierra por un segundo para decirle No a algo. Pero no mostró otro camino, porque el camino es el mismo. Y los relativos ganadores de aquella vez siguen buscando la alternativa por afuera. Faltó alguien que salte sobre el energúmeno, alguien que mande un mensaje contundente a todo lo que está abajo del kirchnerismo, alguien que diga: muchachos, iremos por ustedes, los recogeremos a mitad de camino. Pero eso no va a ocurrir porque eso ya ocurrió, y no pasó nada. Las cosas se rompen por dentro. Y el único modo de hacerlo es teniendo un proyecto. Otro proyecto. Cuando se acabe el kirchnerismo se acaba el anti-kirchnerismo. Y todo será desierto, y se habrán mandado a la reconcha de la lora todas las "tensiones", "extorsiones", de un proyecto que ocupa todo el espacio de la política hoy, para terminar fijando un horizonte de medidas institucionales que... ¿cuánto interés pueden concentrar? Quizás hasta Amado (nuestro hombre, nuestra fichita, eh) termine arreglando el INDEC. Así que el kirchnerismo, inquieto y jodido, terminó ocupando el espacio de todos. ¿Habrá saldado la deuda social? ¿Habrá, finalmente, devuelto la confianza externa en el país? ¿Será celebrado silenciosamente por derecha? Todas son conjeturas sobre un proyecto político que germina odio a su alrededor como nada lo hace hoy, ni lo hizo ayer. Pero ese odio es impotencia. Para superar al kirchnerismo hay que "romperse el alma", como decía Duhalde.

Lujos

Hoy entrevistamos a Emilio Del Guercio.

miércoles, noviembre 04, 2009

martes, noviembre 03, 2009

Elsa Baldovin

Desde muy pibe hay voces que me acompañan. Voces que encantan el mundo. Quiero hablar del amor incondicional que tengo por mi abuela, cuya vida, cuya personalidad, no son nada sencillas. Si la tuviera que definir diría: es la vida de una mujer que no ha dejado nunca de pensar, de pensar en voz alta sobre aquello que le quita el sueño, que la deja despierta hasta tardísimo o que la tiene desde temprano con la oreja en la radio: la política, la vida de este país. Se trata de un capricho: un día la grabé, no hace tanto, para que me cuente su vida. Hay detalles que desconocía, detalles de su infancia, de su crecimiento, de su escuela, de sus padres, de su maternidad, de su identidad, que eran nuevos, y eso que me dediqué mucho, mucho, a escucharla. Toda ella me liga a un sentimiento muy concreto de patria. En su relato hallaba pepitas de oro: mi bisabuelo italiano, veneciano, que terminó encontrando su lugar en el sur de Santa Fe, simpatizante del Grito de Alcorta, una simpatía moderada, como las simpatías de hombres con responsabilidades y con necesidades básicas insatisfechas. Mi abuela cruza su vida mas tarde también con otro movimiento: estuvo el 17 de octubre de 1945 en la plaza. Y como una casi recién llegada a esa ciudad, empujada por el gremio de su trabajo, dice, amó a esa masa de argentinos que le recordaban el libro que había leído en la biblioteca pública de Venado Tuerto y que guardaba en su memoria como un talismán: Germinal. Mi abuela se iluminaba entre la gente, creía estar viviendo entre las páginas de ese libro, sentía que se cumplía una profecía secreta: la de ver el mundo ahí, frente a sus ojos. Y era para ella un día muy interior, un día en el que estuvo casi a solas. Lo que elegí mostrar acá son algunos comentarios que dan cuenta de su experiencia en el gremio de ATE durante los años 70, nada del otro mundo, nada fuera de serie, no se trata de un cuadro político, sino de la experiencia anónima de una mujer en un contexto donde la muerte acechaba, y en el que pasaron muchas cosas que mejor las dejamos acá. Se trata de Elsa, una abuela especial, una voz ronca, una mujer que fuma desde siempre, chinchuda, apegada a su sistema de pequeñas lealtades. Como cuando dice “las chicas”, por esas enfermeras que la eligieron delegada en el hospital odontológico. Es por ellas, dirá, como si no hubiera querido nunca ir demasiado lejos. Aún vive sola en su casita de Villa Tesei. Desde ahí, desde su radio, su tele, sus pequeños paseos diarios recomendados por el cardiólogo, sus cada vez menos escapadas al cine del Jumbo Plaza Oeste, sigue latiendo y pensando. Se ufana de algo tan incomprobable como “las rampas para discapacitados y embarazadas” de la avenida Vergara, reclamadas por ella, dice, ancha, durante su militancia municipal. Rampas de las que siente orgullo cada vez que se arrima al borde de la avenida a fumar. Fumar y pensar, ahí está la clave. Su voz nunca se va a apagar dentro mío. La oigo desde siempre, la oiré siempre. Cetrángolo 150. Mi abuela estuvo en el mundo. Y ahora, dice, tiene todo el tiempo del mundo para leer. Pero se está quedando ciega. Le queda leerse a sí misma, hablar, hacer memoria, cerrar los ojos, fumar. Le dedico esto a los compañeros de la revista Pampa (Sebastián, Karina, Emilio, Lucía), a muchos amigos y compañeros de ATE, y a los 9 nietos de la Yaya. Creo que habría una punta en esto para pensar la relación de ATE con el peronismo. Y le agradezco a Guido Mignogna, por todo, y a Giuliana, por siempre.



lunes, noviembre 02, 2009

Noticias del Sur

Volvió Noticias del Sur. Volvió porque cambió. Y allí pueden leerse cosas como esta:

Estos años de lulismo fueron un sendero que por algunos momentos se transformó en cornisa, pero que de un tiempo a esta parte se fue ensanchando hasta convertirse en una autopista de varios carriles. Ese camino, zigzagueante y contradictorio, puede resumirse en el surgimiento de un nuevo nacionalismo político y económico. La tradición brasileña -y más precisamente la del propio PT- ocultan un poco esta caracterización, sencillamente porque el término nacionalismo no es parte del repertorio lingüístico más simpático para un movimiento familiarizado con los slogans de la izquierda. Sin embargo la gestión de Lula y su discurso político actual, difícilmente sea traducible a nomenclaturas de izquierda -ya sea revolucionaria o reformista, etc- y se asienta mejor en el imaginario del clásico nacionalismo latinoamericano, que tantas páginas de la historia regional nos ha legado.
Cosas que uno quiere: que Diana no represente mas al kirchnerismo. Que Diana abandone su traje de comisaria política. Que Diana sonría, mas allá de la ironía, y se vuelva inocente. Que Diana deje de creer que los hechos no hablan por sí mismos. Que Diana se vuelva un cuadro específico, alguien que se retira de la intensidad efímera de la primera línea y se convierte en la persona mas formada en… en lo que ella quiera. ¿Quién es Diana? Una persona que detesta discutir. ¿Y entonces? ¿Por qué debería ser esa persona la encargada de traducir públicamente las iniciativas oficiales, de refutar las críticas naturales y canallas que se hacen o de interpretar el papel de vengadora anónima de un proyecto político? Diana comparte comúnmente las mesas de debate televisivo con Adrián Pérez. Insistir en por qué a Adrián Pérez no lo queremos es superficial o redundante, pero cuando coinciden ambos en un debate, somos testigos de la resistencia que hace Diana para no decirle que es un idiota, un hijito bobo de Carrió, un pequeño neoliberal ilustrado agazapado en las formas republicanas para seguir vaciando la sangre del pueblo. Y Diana hasta sería capaz de dudar de su sexualidad, porque Diana parece esa clase de personas que “dudan” de la sexualidad de todos los que se muestran con “buenos modales”. Diana detesta el buen trato de ese chico, su ruego por no ser interrumpido. “Adriancito”, como lo debe llamar su jefa, es parte de una fuerza política centrífuga que ahora representa a los hijos apropiados de Herrera de Noble con la misma vehemencia con que a las AFJP. Adrián es un auténtico agente de su proyecto, de su partido, del frente electoral y de las bases de eso que se llama aún ACyS. ¡Pero Diana es capaz de hacernos sentir piedad por él! La soberbia de Diana es un auténtico síntoma de uno de los datos mas amargos: que este ya no es un gobierno popular, aunque persista su mandato popular, y que esa popularidad perdida debe ser reconstruida a base de persuasión, de simpatía, de universalidad, de predisposición a oír y precisar dudas, de mostrarse perfectamente preparado para discutir cualquier aspecto técnico, o sea, nada que Diana posea. Diana divaga. No se puede ir a un programa de televisión a sacarse la bronca. Diana no sirve para sumar voluntades, ampliar consensos, aumentar simpatizantes o para ser verdaderamente una figura ácida capaz de malherir sutilmente al otro, de dejarlo temblando durante una pausa, mirando a sus asesores con cara de carnero degollado. No. Diana debe aprender. Debe aprender cosas. Cosas que no se enseñan en ningún lado. Cosas que se aprenden en la vida. No es Luis D’Elía, no es Torcuato Di Tella, ni Agustín Rossi, ni Marita Perceval, Díaz Bancalari, Héctor Recalde, o Milagros Sala, ni Cacho Álvarez, ni Estela Carloto, por nombrar algunos que sí saben jugar el juego. Diana es una especie de Giúdici del kirchnerismo que sobreactúa su papel y que sueña encontrar tendido a Adriancito en la ruta, con su auto dado vuelta, y arrastrarlo hasta su casita retirada en medio de un bosque. Es una kirchnerista serial. ¿Lee los proyectos o los decretos por los que concurre a los programas políticos? Ella misma parece ufanarse de que no, de que no es careta. Careta el que lee, puto y cagón. Y uno la puede imaginar fumando cigarrillos negros en un pasillo del canal, a quince minutos del aire, sonriendo mientras se disipan con el humo sus ocurrencias de humor negro. Algo impronunciable y lascivo. Cigarrillo negro y humor negro. Diana: la mato y aparece una mayor. Diana talibana baila alrededor del fuego que se hace con los votos de hace algunos meses, con los votos propios y ajenos. Se agita el fuego de nuevo, se queman los números. Pero Diana es parte del problema. Y su “paso al costado” de la escena televisiva parte de la solución. Pero Diana… quisiéramos conocer tus sueños. Quisiéramos sorprenderte en una ventana, mirando la luna de día. Y que pases la tarde preguntándote acerca de la función de esa luna durante el día. ¡Del estado de las mareas mas próximas! No queremos, Diana, que te quedes. Todos somos Diana. Todos somos pura mala leche que se cuaja. El espíritu universal debería barrer con esto. El espíritu universal debería, Diana, debería también cerrar algunos blogs, ponernos una pala al hombro, salir al sol, y ofrecernos. Construir entre todos un mundo, un país, mejor. Diana, este proyecto necesita lo mejor de cada uno. Nadie conoce tus dones. El silencio y la ausencia podrían ser los tuyos.

domingo, noviembre 01, 2009

Cantemos el domingo



Jurei mentiras
e sigo sozinho.
Assumo os pecados.
Os ventos do norte
não movem moinhos.
e o que me resta
é só um gemido.

Minha vida, meus mortos,
meus caminhos tortos.
Meu sangue latino.
Minh'alma cativa.

Rompi tratados,
traí os ritos.
Quebrei a lança,
Lancei no espaço:
um grito, um desabafo.
E o que me importa
é não estar vencido.