martes, noviembre 10, 2009

Esto debería estar prohibido.

No sé por qué me acuerdo de algo que dijo Aníbal Fernández: mi padre era algo que ya no existe mas... era un gran silbador. Es verdad, se silba poco. ¿Los que silban, silban en el pasado? Igual, pienso que aún existen grandes silbadores. Nunca me va a dar lástima una persona que silba: ternura sí, fastidio también. Pero no lástima. Y justamente quiero hablar de ese sentimiento: de la lástima. Hay cosas que me dan lástima, mucha, y podría definirlo así: cuando es posible ver el límite de una persona. Podrían ser como esos manotazos tipo: "disculpame, ¿vos me llamaste?, ah, no, porque me apareció un llamado tuyo...". Esa persona le está dando su última forma a la desesperación. Esa persona empezó a mostrar las cartas. Una de las cosas que mas lástima me da es cuando a alguien se le nota que son sus primeros días de trabajo. ¡Qué días en ese mundo extraño, lleno de códigos secretos, esa bruma que se irá disipando lentamente! Ese nuevo seguro que no silba. Porque silbar es poseerse y expandirse. Silban los patrones, o los laburantes que saben que no los van a rajar nunca, silban los resignados (un hombre-empanada silba camino a su casa), silba el delegado yendo a una asamblea donde tiene todo atadiiiito. Silban los seguros, silban los de la Azul y Blanca, no creo que silben los de la Violeta. (¿Pero te imaginás el tupper del nuevo, con esa tarta que se calentó un poco antes de salir de su casa a las 7 de la mañana, mientras come solo porque no conoce a nadie?) Volvamos a empezar: tienen que prohibir esto. ¿Qué es esto? ¿Cómo decirlo sin que suene a los que ponen el grito en el cielo y escupen para arriba? No lo pondría en los términos de "este es el límite", como si no hubiese ahora mismo, en este mismo momento, formas horribles de explotación, y como si no estuviésemos viviendo en un orden en el que ya no sabemos siquiera cuándo empezamos a aceptar "lo intolerable". No, de verdad, no tendría que existir este trabajo. ¿Existen peores? Seguro que sí, pero insistamos en pensar la novedad. La novedad que ofrece y que revela éste. El pibito que cartonea, que se para sobre el carro, sobre la pila de cartones, y que su imagen puede fijarse en el adhesivo del Mas por Menos... Algo que en él ya se hizo hombre se ofrece como fuerza y ya hizo retroceder la humanidad de medio mundo: su imagen compone el mundo de millones. Florecen las mil flores del mercado y la miseria. Pero volvamos un instante a la timidez, a la prudencia, esa vacilación ante todo que distingue al nuevo en un trabajo. Se nota por ejemplo en un negocio. Un kiosco. "Disculpame, ¿las papas fritas de jamón serrano?". "No, no, no hay", dice, bajito. Y se escucha detrás, al dueño, que mientras apila alfajores dice: "sí, hay", y deja lo que está haciendo y va hasta la canastita donde están las nuevas de jamón serrano y te las da en la mano, y vuelve callado a hacer lo suyo, y el nuevo lo mira y te mira durante esos pasos, y es como si todo su cuerpo y toda su cara dijeran: "¿qué estoy haciendo acá?". Todas las respuestas del nuevo son rápidas, y ante cada cliente el impulso por sacárselo de encima y el temblor de la voz precipitan las torpezas. Y se vuelve evidente tu sobreactuado agradecimiento que patetiza mas la escena: "mil gracias, che", le decís al pobre novato. Porque vos querés agradecer y tapar el ruido que hacen los pensamientos del jefe: "lo que me va a costar que aprenda este mogólico...", eso dice por dentro el jefe y la manera en la que se escucha eso es un silencio de mierda. ¿Qué sienten o piensan los primeros días las mujeres sobre las que se sirven porciones de sushi, rodeadas de tipos horribles, de los José María Listorti's de este mundo? No quiero hacer su lamento. ¡Que rimen su lamento con lírica de género! La velocidad del mundo la decimos con señas. El capitalismo sofoca con nuevos modos de producción a viejos modos de producción. El capitalismo no duerme en los laureles. Y la precipitada música de Goodbye Lenin, una y otra vez, una y otra vez, empalma como trompada con la escena en la que esa chica que vive su primer día como se vive una clase de catecismo obligatorio, al llegar a su casa, anota en el diario: "¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara."*

*Arnaldo Calveyra

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando veamos a la gente silbando para ir al laburo, ese va a ser uno de los mejores indicadores de que vamos bien.

Seba dijo...

Loco lo del silbido. Hace poco, un tipo que vino a laburar a mi casa, que había estado preso, se la pasó sibando una canción de Pity, siempre la misma. Era rara la escena, hacía todo como si tuviera todo el tiempo del mundo para él, como si el lo controlara. Imponía respeto y, al mismo tiempo, eso de la letanía del silbido daba un poco de ternura, como si el tipo no pudiera salir de ahí. ¿Leiste "El trabajo", de Jarkowski. Tiene moucho de ese clima de primer día, y a la protagonista es una chica. Abrazo.

Tonga dijo...

Mi abuelo silbaba. Se peleaba con mi abuela y se iba a dar una vuelta por el barrio. En Villa Luro vivíamos. Me llevaba con él, me compraba caramelos media hora y silbaba durate toda la caminata. Y mi abuelo, si, dominaba el mundo con ese silbido. Se lo escuchaba venir, a la hora de la siesta, por ese silbido que era como la voz de Alberto Castillo.

Grado Cero dijo...

Mi abuelo también silbada, lo hacía con paciencia y calma mientras arreglaba en el taller, seguro que comprendía algo ahí.
Es muy triste el post ¿será el dolor del capitalismo que se filtra por todos lados?
Y sí, debería prohibirse el manoseo de todos los seres humanos,no sólo de las mujeres y cuidar sobretodo a los niños.
Cuando era moza había señores que ni saludaban, empezaban diciendo todo lo que tenían para mostrar en sus grandes casas, siempre alardeando y eso es algo que deja indefenso o agresivo, me parece que falta más calidez.

Anónimo dijo...

si no me falla la memoria en la película Roma de aristarain, el protagonista (sacristán)le cuenta a un pibe que cuando dejó argentina de joven y se instaló en madrid lo que más extrañaba era que no veía gente silbando por la calle...quizá se refería al viejo de aníbal, que de seguro hubiera vuelto a silbar si veía a la mina envuelta en papel film con un sushi en la flor.

abrazo.

Anónimo dijo...

siempre silbe, desde pibe
es heredado de mi viejo
yo vivia en el ultimo departamento en un piso de 6 y ya sabia que mi viejo llegaba porque apenas bajaba del ascensor se escuchaba su silbido.
esta fuera de moda, no?
en mi laburo solo silbamos un viejo y yo
y en gral te lo reprochan, como que queda mal,
recuerdo una piba con la q salia que tambien se enojaba si silbaba en la calle estando con ella caminando, planteando que eso era "individualista, parece que no estoy al lado tuyo" decia.
en gral se silba en la calle por aburrimiento, para acompañarse a uno mismo, como fumar
o por alegria, cuando algo te salio bien o tenes un buen dia, el silbido te refuerza ese sentimiento y provoca que tu estado de animo se muestre en forma de canción

es cierto que practicamente no se escucha gente que silbe, es como un oficio del alma ingenua que se perdio, vive la gente tan nerviosa y angustiada que darse ese lujo es como una falta de respeto para muchos/as

tiene muchas aristas, no siempre puede ser exteriorizacion de buen animo, muchas veces es producto de una costumbre que se copia, de tu abuelo, tu viejo o tu hermano mayor.

por lo menos asi me pasa o asi lo veo yo
l.

Anónimo dijo...

en el segundo cacerolazo por el conflicto con el campo, mi vieja tenia que ir al video y le propuse acompañarla para ver en mi barrio, caballito, el soviet clasemediero en su quinta esencia en vivo y en directo
cuando volvemos del video vemos a media cuadra a una señora de unos 40 años volviendo sola con su cacerola y golpeandola tibiamente.
entonces le propongo a mi vieja (que por su mirada intui que directamente queria correrla) que silbemos la marcha peronista
cuando la vieja nos pispeo desde adelante apuramos el paso y subimos el volumen del silbido
fue un cago de risa, la vieja termino el trayecto a su casa, unos 30 metros, trotando y dandose vuelta cada vez!
tabien mi vieja y yo somos de tez morena, seguramente eso influyo algo. No se que hubiera pasado si la hubiesemos cantando a viva voz en vez de silbarla, pero estoy casi seguro que haberlo hecho genero una suerte de sensación primitiva de temor en esa señora, como estar en un tunel humedo y negro donde no sabes que tenes atras pero todo el tiempo escuchas un silbido que cada vez se acerca mas y mas,es como el pasado atronador seco y silencioso que te tortura en un sueño en forma de cancion! y si encima tiene ese ritmo...
l.

pablo dijo...

la lástima, martín...es cierto, el silbar no conjura la ansiedad, es tranquilidad, pero no sé si la oponés a la lástima; no sé tampoco si se tiene lástima del que sufre o la lástima que se dice tener por el que sufre sólo es voluntad de poder disfrazada,

saludos

Anónimo dijo...

deberían prohibirse muchos trabajos antes que ese, martín. en serio te parece "peor" que el pibe q atiende el kiosco? por qué?

Maria dijo...

yo silbo mucho. y muy bien!
si querés te enseño vas a ver qué liberador

Maria dijo...

lo del "trabajo".. sí, es horrible