lunes, diciembre 22, 2008

Defensa y Ataque de Carrió

¿Qué tiene que hacer un opositor? Oposición.

¿Cómo se hace oposición? Diferenciándose lo mas posible del oficialismo.

Es decir, es una ley invisible y tonta que tiende a generar posiciones forzadas, o maniqueístas, en el sentido de que muchas de las cosas que se ofrecen deben contrastar enérgicamente con “lo oficial”, y entonces en esa tarea lo primero que se logra es limar los matices. Hay una cosa, se le opone otra. Es necesario ese equilibrio, dicen.

Pero para eso el kirchnerismo es mas inasible que el menemismo.

La democracia tuvo sus tres ismos: alfonsinismo, menemismo y kirchnerismo. Los primeros dos ya espiraron. Y tuvieron la fuerza suficiente como para seguir dándole vida a las identidades que se niegan a morir: radicalismo y peronismo. Así que el kirchnerismo, aún viviente, y para muchos en agonía, es una de las mutaciones del peronismo, y tiene sentido histórico por esa razón.

¿Por qué decía que es mas inasible el kirchnerismo que el menemismo? Porque el menemismo ofrecía un contraste contundente. Era menos contradictorio de lo que parecía, y de lo que aún su revisión refleja. El menemismo era lineal: había alineado la política, la cultura y la economía oficial con márgenes muy sesgados para su propia dinámica. Lo contradictorio florece cuando su relato es conspirativo, pretende hablar de las traiciones de un gobierno que fue popular en todos sus sentidos. No obstante, el fanatismo neoliberal hizo sucumbir los vagos intentos de brindar matiz, muchos de ellos nacidos bajo el ala de un ministro llamado Carlos Vladimiro. El kirchnerismo, en cambio, es un gobierno cuyas contradicciones atenazan esa linealidad productiva para la oposición, y entonces, a quienes aspiran de esa pasión republicana, no les queda otra que buscar un eje de contrastación suficiente, demostrativo, ejemplar, que ponga en blanco sobre negro. No sería lo social ni lo económico. Está en lo político, en la calidad institucional. Mas precisamente: en la ética.

De allí nacerá el cálculo de ese animal racional llamado Carrió, quien no duda frente a las posibles consecuencias jurídicas de llamar “banda de ladrones” a un gobierno constitucional nacido de las urnas, porque promuve una divisoria de aguas total. Las posibles consecuencias sociales de su alarmante diagnóstico: nos gobiernan ladrones, y si la sociedad incorpora ese mensaje, sólo será necesario que a través de un pasaje moral se decida de una vez por todas a elegir a los “no ladrones”. (Pero si se hace historia se comprueba que la necesidad política de poder ha extremado su discurso hasta vaciarlo. A quien supo acompañar a Alfonsín o a De la Rúa hasta el sillón de Rivadavia, la moral no pudo ser siempre el carro delante de los caballos. Y es que en eso estamos: en la encerrona de que la moral es la oposición de la política. Necesitamos salir de esa extorsión, necesitamos que la mismísima Carrió salga de ahí.)

Pero sobre ese “derecho político” a ser oposición, que no es “apoyo crítico”, ni “oposición constructiva”, sino crudamente buscar aquello que permita transferir valores por oposición, y que asegura (y en eso la corrupción es ideal) no aclarar justamente el programa o la perspectiva de medidas concretas acerca de cosas que a la gente real le importan... digo: sobre ese derecho no se puede decir nada. Está en la catequesis democrática. Carrió intenta ser Oposición con las armas que tiene, con lo que cree posible, con el costado mas débil de un gobierno. Lo que genera que toda política fiscalista, recaudatoria, que impulse este gobierno en el contexto de una crisis internacional, se verá bajo el foquillo de un nuevo robo para la corona. Y todo gasto social será un intento por retener o acumular nuevas voluntades sociales.

El problema es la circulación del dinero. Hay una desesperación porque esa circulación excluya al Estado. La moral se preserva en lo privado. Los corruptos privados son sólo extorsionados, y serán perdonados por una banda que ocupa el Estado. Argentina comenzó a sucumbir tras la demostración de las coimas que permitían una ley en cuyo contenido, y con el favor de quienes fueran capaces de votarla gratis, anidaba el huevo de la serpiente. No importa qué ley, importa cómo se votó esa ley. A esa ciénaga de la formalidad la democracia desciende. Eso es lo verdaderamente gris. Lo gris es una zona gris.

Ya no es el Estado represor, criminal, genocida, o el Estado débil, anquilosado, bobo y monstruoso, incapaz de cumplir sus funciones sociales, ni es el Estado que asfixia las relaciones productivas… Esta idea actual, quizás, supone un Estado "de cristal" que, valga la redundancia, sólo cristaliza el contenido de quienes lo “usurpan”, y son ajenos a su verdadera arquitectura. Todo ese universo que vive bajo la sombra estatal es articulado por redes mafiosas. Algo de esto, mucho de esto, fue la arcilla de la Alianza. Habría que ver en esta visión de las cosas, en lo que se podría llamar una izquierda liberal, la debilidad intrínseca de las propias alianzas que se constituyen tras este trazo grueso de índole moral. El debate moral debería ser un debate fundamental, transversal a la política, y su abandono, la cesión de su bandera –a la vez- es quizás uno de los errores mas complejos del kirchnerismo.

Pero es necesario ver que en el campo opositor la elección de ese frente permite reagrupar bajo el fantasma de la asociación “pre-política” a actores políticos potencialmente inarticulables. Y la construcción de “alternativas de poder” implica necesariamente ir formando aquello de lo que después estará hecha la base de sustentabilidad del futuro poder. Detrás de Carrió mas que el robo de funcionarios o licitaciones truchas, por varias razones, uno podría imaginar la proximidad de una crisis de gobernabilidad. Esa es la amenaza violenta y simbólica de Carrió: ese es el huracán con el que convive en sucesivas profecías… Es el huracán de las fuerzas que son capaces de desatarse si ella también fuese capaz de hacer cumplir su voluntad. O sus voluntades.
Carrió es una política sin estado. ¿Por qué? Porque ella cree en la posibilidad de que no exista el secreto. Por eso no les conviene siquiera a las fuerzas que invoca.

¿Y de dónde surge esa carga atmosférica, ese pronóstico con alertas meteorológicos, esa fuerza natural y sobrenatural? De su deseo de que algo encarne naturalmente a esas fuerzas tras las cuales asomará el sol de un mañana límpido, porque para ella también –y por eso reza- debería caer un rayo de un cielo sereno. Esa es la fe bajo la que muchos fueron: debe suceder fuera del tiempo un sacrificio, una violencia. Como adelanto ella ofrece un relámpago de fuerzas impotentes con frases tajantes, con pronósticos vibrantes, quiero decir: es un discurso “procesista” pero no concientemente procesista, es un discurso que da cuenta de la existencia de un poder al que la democracia ha sepultado, cuya fuerza vendría (y siempre venía) a reequilibrar, y de alguna manera vive con agonía el silencio de lo que muchos callan. Carrió quisiera ser la variante democrática de las fuerzas anti-democráticas que quiere excitar, como si su restauración naciese del sofocamiento de sus propias fuerzas, del "mal menor", del "está vez no lo hagan así, no se hundan en la sangre", demos una última oportunidad. Es la reaparición de un relato de la derecha. Eso. Es la voz de lo que hasta ahora no tenía voz, la conciencia débil del vencedor. Carrió representa el drama de la derecha argentina. Alguien lo tenía que hacer. Hay derecho a que eso se haga.

Por eso lo de Carrió tiene valor. Porque se juega y juega con fuerzas oscuras que están en la vida política. ¡Sombras chinescas! Si tuviera que pedir un deseo capaz de cumplirse, sería este: que Carrió retroceda un poco. A riesgo de perder mucho, que retroceda un poco. La democracia y el país, a pesar de todo, le debe cosas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

qué complicado

Verboamérica dijo...

Muy bueno. Una par de frases brillantes y muchas ideas punzantes.
Saludos,

Politico Aficionado dijo...

Podría decirse que la gorda está como el aprendiz de brujo intentando invocar las potencias infernales de la derecha.

Sería una terrible tragedia que lo logre.

rinconete dijo...

Martin
No se cuales son las cosas que el país le debe a Carrió.
Es una gran armadora de coaliciones basadas en paradigmas morales, aunque es mayor su poder de licuación. Tiene un discurso antipolítico que calza bien con la tradición conservadora argentina y que de a poco se va acercando al voto calificado, norte último de esa tradición.
Insisto, no veo que ha hecho Carrió para favorecer el sistema democrático de nuestro país.

Saludos cordiales,
r.

Anónimo dijo...

no embellezcas a esa hija de puta

Luciano dijo...

Excelente, Martín. De todos modos, en esa desmesura a la que la "acumulación de poder" la lleva, Carrió expresa lo que una buena porción social quiere escuchar (por eso no es una "loca", en todo caso hace gala de una perversa racionalidad); el problema aparecerá cuando se tenga que hablar de la concretización de la política y los actos gubernamentales.
No sé si Carrió llegará a tener que afrontar esa situación.

Saludos.