jueves, septiembre 24, 2009

La idiotez argentina (1era parte)

Por Pablo Chacón

La redacción de la versión argentino-latinoamericana de la revista Newsweek está compuesta, en su mayoría, por ex integrantes de la revista Noticias. Su editor es Alex Milberg, ese muchacho que toda abuela argentina quisiera ver casado con su nieta: saco blanco, sonrisa estudiada, actitud decontracté, un winner, algo grasa pero nuestro, argentino, como el bife de chorizo. Entre los columnistas locales (la mayoría de los artículos están escritos y traducidos en los Estados Unidos), se destaca el opinólogo Rosendo Fraga, hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de militares. El resto es variable, según la semana y la nota de tapa, la última dedicada a la vida después del cáncer. La ilustración de la portada muestra a una joven con los brazos abiertos recibiendo la impoluta luz del sol, se supone después de escapar de las tinieblas, las quimioterapias, las mastectomías, la peladilla y la pesadilla. La nota central -escrita por un tal Matías Loewy- es un compendio de lugares comunes y de mala fe disfrazada de voluntarismo en un número plagado de noticias horripilantes o fraguadas: la opinión de la infectóloga Dora Loria (“estamos bien”, dice sobre el cáncer, con una liviandad que recuerda a Gabriela Michetti); el hijo de Alberto Olmedo recuerda el día que se enteró de la muerte de su padre; una discusión sobre la moralidad o inmoralidad de las bombas nucleares (su uso, se supone); cómo la pastera finlandesa Botnia está regando de prosperidad la zona de Gualeguaychú-Fray Bentos; una columna de opinión de un tal Roa, epidemiólogo argentino recibido y residente en Harvard, informadísimo sobre el estado de las farmacias porteñas; un artículo sobre las obras sociales complicadas por el affaire de los medicamentos truchos: todo muy saludable, idiota, de idiota argentino. En la misma semana que trasciende que Elisa Carrió no sale a la calle no por estar enojada con la ley de medios K o con los socialistas de Hermes Binner que apoyaron con sus votos la media sanción en Diputados sino porque al parecer su estado de salud es pésimo. Y en la misma semana que Diego Maradona festeja haber perdido tres kilos en un spa romano. Pasemos a la composición de Loewy. La sonrisa, con todos los dientes de un tenista recuperado de la papa, el señor Lucas Arnold Ker, 32 años y “trayectoria respetable” cuando antes de participar de un torneo, un examen de rutina detectó un tumor en un testículo. El muchacho perdió la pieza, volvió a jugar, volvió el cáncer y empezó el tratamiento oncológico duro. Se recuperó y hoy “Arnold es una de las caras de la campaña del Consejo Publicitario Argentino y la Fundación Sales Mirá el cáncer del lado de la vida (www.ladodelavida.org)”, junto a una recuperada nadadora, Sandra Goldín, atacada por la papa en la mama. Arnold cuenta que “estaba muy mal. Tenía una depresión terrible. Me sentía al borde de la muerte”. Es lógico: no se sentía, estaba al borde de la muerte. Pero hoy es feliz, disfruta de la vida y de las pequeñas cosas de la vida, con un huevo menos, como Hitler (y como un boludo que conoce este cronista, que si no fuera por esa desgracia, se los patearía). Y que jamás ganaría, con uno o con dos huevos, con cáncer o sin cáncer, siete veces el tour de Francia en bicicleta. Se lo ve, andando por la bicisenda de la plaza Francia. Hubiera preferido, antes que sobrevivir a la enfermedad, ser un héroe de guerra: pero sólo es un radical de posguerra (de Malvinas). Pero el artículo, es para recalcar, no sólo es idiota sino una canallada: es mentira que pretenda promover esperanzas, nadie con cáncer -sea cual fuere su etiología- encaja el golpe como si fuera un sopapo de una morocha a quien se piropea con una guarangada. Y por muchos remedios y por mucha publicidad encubierta que esconda esta basura (no olvidar que los laboratorios farmacéuticos son enormes contribuyentes a las campañas demócratas en USA, y que Newsweek cultiva esa orientación política), hay miles de enfermos que no se recuperan, que no tienen obra social, que no todo es voluntad y decir sí puedo, sí puedo frente al espejo todas las mañanas, que las depresiones existen, que la muerte ocurre, que son más los que mueren que los que se recuperan y que son muchos más los que leen Crónica que este folleto cuyos diseñadores lograron transformar en propaganda ideológica y sanitaria.

13 comentarios:

Diego dijo...

No da tanto enojo contra una campaña en contra del cáncer.

Decile a Chacón que baje dos cambios.

Saludos

Eduardo dijo...

"Pero el artículo, es para recalcar, no sólo es idiota sino una canallada: es mentira que pretenda promover esperanzas, nadie con cáncer -sea cual fuere su etiología- encaja el golpe como si fuera un sopapo de una morocha a quien se piropea con una guarangada. Y por muchos remedios y por mucha publicidad encubierta que esconda esta basura (no olvidar que los laboratorios farmacéuticos son enormes contribuyentes a las campañas demócratas en USA, y que Newsweek cultiva esa orientación política), hay miles de enfermos que no se recuperan, que no tienen obra social, que no todo es voluntad y decir sí puedo, sí puedo frente al espejo todas las mañanas, que las depresiones existen, que la muerte ocurre, que son más los que mueren que los que se recuperan y que son muchos más los que leen Crónica que este folleto cuyos diseñadores lograron transformar en propaganda ideológica y sanitaria."

Este parrafo es de antologia, y no precisamente por lo brillante, sino por lo idiota (y falso en lo que respecta a que son mas los muertos que los que recuperan).
Todo el articulo es una chicana tras otra.
Que pretende este tal Pablo Chacon?
Que es lo que intenta demostrar?
Que su subjetividad le hace querer creer que son todos idiotas y que el articulo no dice lo que quiere decir?

A un enfermo de cancer, con o sin obra social, que prefiere leer? Que le puede servir mas?
Los analisis "profundos" de Chacon o historias de vida de personas que han sobrevivido al cancer?

Clandestina dijo...

Pablo el título me parece incompleto. Si fuera mío diría "La idiotez y la negación argentina", con una volanta: Deporte nacional.

Creo q es bastante evidente q a los editores y autores no les pasó el cáncer ni x la esquina de la casa. Y si lo hizo son increíblemente cínicos. Esta onda new age -convenientemente adaptada al paso marcado por laboratorios multinacionales dueños de las patentes q deciden, en definitiva, quién está más cerca de la vida y quién de la muerte (¿costará mucho
adivinar hacia dónde se inclina la balanza?)- es manipuladora y mentirosa. No toma en cuenta a las personas en la medida en q es incapaz de ponerse en su lugar y, encima, les dice qué hacer, cómo, con su cuerpo, su angustia, su vida q en muchos casos sabés q pende de un hilo. Justamente ese slogan "mirá el cáncer del lado de la vida" no es demasiado efectivo para quien lo padece con pronóstico incierto -como lo son la mayoría- o para quien espera una puta confirmación. (Me corrijo: el pronóstico más cierto es, más tarde o temprano, la muerte luego de pilas de tratamientos, estudios invasivos y dolorosos, intervenciones, angustia difícil de contener -para el enfermo y su familia-, etc.)

Ya sabemos que una mirada positiva eleva o mantiene los niveles de defensa del sistema inmunológico, estimula la emisión de endorfinas. Nadie lo niega, pero no es lo único ni suficiente. Lo q cuestiono es si no sería menos perverso q en lugar de mandar slogans positivos - q obraría según el mje. como una suerte de pastor q te "cura" por voluntad y energía puesta en alguna deidad sanadora - informaran desde toda la realidad q está puesta en juego con esta enfermedad como con miles más q son mortales.

Diego y Eduardo, creo q tienen la fortuna de no tener ni familiares, amigos o ustedes mismos con cáncer. O quiero creerlo, porq lo q dicen es tan lejano a la realidad q parece q miran un partido x TV.

Da para más, concedo q más serena, pero hasta aquí llego. Y dejo bien claro q no asumo defensa alguna de Pablo Chacón q sabe hacerlo bien solo, en especial con todo el trabajo q lo respalda: ensayos, literarios y periodísticos. También digo clarito q lo rebanco.

Anónimo dijo...

Che, Eduardo, no seas huevón.

Fernando Hapi dijo...

Che, Chacón, tanto te molestó que Milberg no haya publicado una nota tuya -mala- hace ya un tiempo?
Mirá que fue hace mucho, eh...

Pablo dijo...

sabés que nunca le mandé nada?: sólo una oferta que se frustró y a cambio un protocolo que en caso de no haberse frustrado, era más para él que para mí. no me rompas las bolas, hapi, que tengas un buen happy end

Anónimo dijo...

y fijate en la dispositio y el asunto, hapi

Pablo dijo...

ignoro quién es eduardo y quién fernando hapi; a eduardo puedo decirle que no creo que sean todos idiotas, ni siquiera todos los que hacen esa revista; por el contrario, el tratamiento (periodístico, todo hay que aclararlo) toma como idiotas a los que padecieron o padecen el cáncer mediante estos placebos o remedos de autoayuda en grajeas; no hay todas las semanas temas de tapa y no se puede opinar de todo, todo el tiempo con probidad, y de esa especie de pasión no me excluyo, pero es hora de criticarla. Efectivamente, esta nota merece otro título, y menos nombres propios y menos trastienda. Es cierto, sin embargo, que son más los que mueren que los que sobreviven, y que los que sobreviven, a veces cuidando sus estados de ánimo de las agresiones directas o indirectas que puedan volver a disparar el caos celular, también se merecen un respeto que ningún laboratorio farmacéutico o burócrata con título es capaz de dar. El editor de Newsweek no es culpable de nada. Yo no soy un justiciero. Y todos tenemos alguna historia atroz para contar. Agradezco la intervención de Clandestina y la del administrador del blog. Denunciar, cuando se pueda, las manipulaciones del aparato médico-farmacológico no es una tarea fáustica. Para la segunda parte, en contacto con especialistas, la palabra será de quienes conocen mejor el juego, el de la sugestión, el de los encargados de tranquilizar la brújula ruta de la desesperación y el de los bioquímicos; ni nigromantes ni presiones sectoriales. Aunque los hapis y los indignados no lo crean o prefieran no creerlo, la cabeza de los vivos suele sostenerse bajo el intimidatorio peso de miles de muertos. El que prefiera leer a Deepak Chopra, que lo haga. Si eso funciona, no veo la razón para condenarlo. Pero no funciona para todos por igual. Pido disculpas si ofendí a alguien. Esta cuestión también es una cuestión política.

Anónimo dijo...
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Pía dijo...

Hace mucho que no leía nada escrito por vos, Pablo. Muy bueno.Me gustó eso de "no se sentía, estaba al borde de la muerte".
Eduardo: un gran amigo murió de cáncer de páncreas en el 89, a los 33 años...¿y sabés qué? Lo último que hubiera hecho sería leer "historias de sobrevivientes". Porque él estaba tan hecho percha que no iba a sobrevivir. Y entonces prefirió no preguntar qué corno era lo que tenía, y pensar que iba a pasar la navidad en su casa. Obviamente, se murió cuatro días antes,pesando la escalofriante cifra de 37 kilos.Feíto.

Pablo dijo...

El problema parece que no es leer "historias de sobrevivientes" o libros de oncología, rezar o encomendarse a la Pasionaria. El problema es sostener una posición y apuntalar un estado de ánimo. Esa nota atenta contra los estados de ánimo. El arte de curar no se reduce, así me lo han dicho esta tarde dos especialistas, a la bioquímica, sino también a los lazos sociales, la alimentación, el tipo y el grado de avance de la enfermedad. Pero así y todo, si la cosa es grave, hay quienes no renuncian a saber (leer el hermoso testimonio de Gabriela Liffschitz, "Un final feliz", un título tan inteligente como el texto, o las declaraciones de David Rieff sobre los últimos días de Susan Sontag, su madre). Insisto: preferiría no encontrar ejemplos ni de uno u otro caso, porque este post está destinado a preguntar qué pasa con este asunto, por qué sigue siendo una cuestión tabú, y qué juegan los laboratorios que son los mismos que le impiden a Obama sacar una reforma de salud como la que prometió durante su campaña.

pablo dijo...

http://pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-132744-2009-10-02.html

Anónimo dijo...

Chacón, como un chiste de tu triste apellido, vas a morir de cáncer de ojete.