por Pablo E. Chacón
para Alberto Ure
Pasadas las diez de la noche de los lunes, después de disfrutar las amenas indignaciones de Jazmín Morales Solá, es el turno de ese otro humorista o mejor, de ese bufón, tan amigo de los amigos que ya es un amigo, Sergio Lapegue, pero de un par de semanas a esta parte, retornó, con modestia y al canal público, Diego Capusotto, decidido a ofrecer solamente ocho programas. ¿Quién podría negarse a unos videos de Cream, Blind Faith, The Band, Jefferson Airplane, Jimi Hendrix? El problema no son los videos: es Capusotto.
Capusotto aburre, sus personajes aburren: el borracho, el nazi, el chacarero, el rockero idiota, el señor amable y maltratado, bueno: aburren, al segundo corte ya sabés que viene en el tercero y cómo sigue la próxima semana. Arnaldo Pérez Manija, en la radio, está mejor, porque dura cinco minutos y uno lo escucha por youtube a cualquier hora. Pero justamente, los noticieros de la mañana, los radiales y los televisivos, son menos previsibles que la parodia de Capusotto o las tapas malditas de Barcelona. Hay muertos de verdad, tullidos de verdad, periodistas idiotas de verdad, puteadas de verdad. Esto es una copia exagerada y aumentada de esa idiotez milenarista pero en joda. Y si nos ponemos serios: la idiotez milenarista de Capusotto exagera tanto el costurón de la idiotez milenarista que uno prefiere al idiota que imposta la voz contra el abuso de autoridad de la ley de medios K o el derrape de la AFIP en Clarín: tanta idiotez es imposible, ese allanamiento de los cajones de los muchachos de Magnetto… ¿qué buscaban?, ¿las manos de Fermín?, ¿la certificación de casamiento de Ernestina?, ¿un papel de merca? Por favor, el país de Bombita Rodríguez sí que es un sueño de restauración conservadora, una joda lamentable sobre personajes que eran joda sin necesidad de un Capusotto que subrayara la idiotez demagógica del militante tout court. Bombita Rodríguez nunca habla de la muerte porque la muerte compromete, porque este país está sembrado de muertos y no todos los muertos eran idiotas como los ejemplares que Capusotto imita con sencillez barrial mientras acepta el Martín Fierro con los jeans y el pulover viejo que usa para tomar café en el bar de los gallegos a la vuelta de casa, en Barracas. Bombita Rodríguez es la servidumbre idiota que para salvar el pellejo, terminó colaborando con Lopecito y con el Almirante Cero, pensando cómo asaltar las Malvinas, calculando unos tres o cuatro mil muertos y después a los cuarteles de vuelta, total arreglamos con Bulgheroni y con Diego Ibañez o nos rajamos a Camboya. Pero llegó Alfonsín y metió en cana a los que pudo, porque tampoco sería conveniente (el conveniente se lo copié a Van der Kooy), olvidar que los radicales de Tróccoli negociaban la transición y para sorpresa de muchos, ganaron las elecciones y se desató la primavera que nos devolvió al humor cruel que pedía Artaud, ese que guarda al huevo de la serpiente, el de Lenny Bruce, Juana Molina, el del enorme Alejandro Urdapilleta, y si quieren populismo, pues pidamos populismo, yo quiero populismo, po-pu-lis-mo y no esta pauta chirle, semialfabetizada, correcta, alineada como Diego Gvirtz y su pólvora mojada. Populismo de verdad, a los gritos: ¡Tangalanga, Corona! ¡Vuelvan! Están perdonados. Esos tipos te dicen que un jefe de gabinete tiene que ser alguien como Aníbal Fernández o Corach. Capusotto no se decide entre Laclau o Lévi-Strauss.
Fogwill dijo hace unos días que no quiere hablar de drogas, que está en contra de la despenalización de la droga, y uno que un poco lo conoce, sabe que está hablando en serio aunque uno no esté de acuerdo (yo no estoy de acuerdo) pero es cierto que la aventura de la cabeza ahora es una industria de la aventura de la cabeza, con leyes, reglas y psicólogas para descontrolados. La gracia de Capusotto, a algunos les interesa diez minutos. Capusotto no tiene la culpa de que la de-mo-cra-cia, ¡basta con la democracia! no haya cambiado antes la ley de medios, tampoco que Duhalde haya pesificado la deuda en dólares del clarinete. Capusotto no es legislador, no es un político, es un cómico, hace chistes. Pero el aburrimiento no se legisla. El suicidio tampoco. Eso sí que es gracioso.
27 comentarios:
Naaaaaaahhhh. Es una ensalada de fruta esta che. Recatate, Chacón.
Un abrazo
no entiendo que dice
l.
Qué quisiste decir hermano? Aflojate un poco, relajate... ya se te van a aclarar las ideas. Mencionar a Capusotto para buscar llamar la atención con tu post es lo menos. Por lo menos a Caparrós se le entiende lo que escribe.
MCH
!Pablo E. Chacón, renuncie!
¿Qué es eso de "periodistas de verdad"?
Che para mi es genial.
Esos personajes "ya fueron" joda antes de que Bombita Rodríguez rescate nada, hago esta corrección en el tiempo verbal que usa Chacón.
Ese sketch es en blanco y negro, es en el pasado.
Lo bueno que tiene Bombita Rodríguez es que hace una relectura de esos años. No es poco.
Para mi es buenísimo, por qué todo tiene que ser 2 + 2= 4
Con todo respeto y solo para empezar y no seguir. Creo que si Capusotto no te divierte, te aburre e incluso no te hace cagar de risa tu problema es grave serio y de cuidar.
Saludos
Con lo que decis de la Barcelona, mostras la hilacha. ¡Sos un amargado!
Bueno, ahora en serio: puede ser. Creo que todo tiene que ver con el mayor o menor hastio que uno pueda tener. Por ejemplo, el primer programa de Capusotto fue muy bueno, y me cague de risa casi todo el tiempo. Ahora, en el segundo, casi no me rei. Salvo dos o tres veces. Por ejemplo, lo del Papa Pio fue malísimo.
Después, con lo de la Barcelona: alguna vez la venía comprando, y por ahi me cansé. Al leerla, ya no reia ni por asomo. La dejé de comprar. Pasaron uno o dos meses, y la compré, otra vez. Y ahora me da risa nuevamente.
Es es hastio personal, la inspiración ajena de los autores solicitados.
Ahora, seguramente lo suyo no da lugar a dudas.
Y quizás Chacon sea paniagua. :P
Chacón es Pablo Chacón, y paniagua es paniagua, MR. Chacón hace meses que escribe y sube en este blog. Y yo lo banco, sí.
Ok... no lo tome a mal.
¿Para cuando un personaje con Juancito Carr, Capu?
El señor Carpintero, ¿padece estreñimiento? Cagar mal amarga: mire la cara del diputado Polino.
Si la hora que aparece en el post,es la hora en que escribio.es obvio que el Sr.Chacon o sufre de insomnio o estaba en pedo o habia consumido algo demasiado pesado,sino no se entiende que haya escrito semejantes pavadas.
Pablo, te agarró el ataque panfletario contra el sentido común a lo Uriarte, que nunca entendió el sentido común. Barcelona y Capussotto están por delante de eso, porque sí entienden el sentido común.
lo de barcelona, sin ingenuidad, fue usado para completar una frase.
capusotto me aburre y también a otros muchos que conozco en esta secuencia: primera temporada, excelente; segunda, más o menos; y esta, floja y previsible. todavía veo Todo x dos pesos y sigue siendo un programa extraordinario. y la cosa, como bien entendés, no es contra Capusotto sino contra el sentido común, y quizá yo tampoco entienda el sentido común. me divierte más beto casella o ese que está con el gaterío a la noche. pero viniendo de vos, a quien respeto mucho, lo voy a pensar a fondo, o a pensar como pueda, pero lo voy a hacer. así puesto, tampoco yo entendería el sentido común. gracias.
alejandro: diculpame por responder pensando que eras vos; de pronto, recordé que no tenías blog, y que jamás hubieras dicho, sin argumentar después, que claudio uriarte no entendió nunca qué era el sentido común. claudio entendía el sentido común como lo entendía gramsci. pero no voy a explicar eso, ni las discusiones que tuvimos (con uriarte) al respecto. estas son las reglas del juego-blog: falsarios, impostores, infiltrados e incautos: igual, no corrijo lo que escribí antes porque pensé que te estaba escribiendo a vos, no corrijo nada. sólo si leés esto, una curiosidad: ¿qué pensás que claudio pensaría de los tipos que viven por delegación?
...y con menos chuncacos como este imbécil que quiso hacerse pasar por alejandro
Perdón, Pablo, pero sí soy Alejandro, el Maiakovski que te hizo el comentario era yo. Refinando mis argumentos: vos sabés, porque lo hemos hablado, el respeto que tenía por Uriarte como periodista y pensador de la política. Pero siempre me pareció que fallaba en entender de qué iba el sentido común predominante en cada época. Esto no es una cuestión de entender mejor o peor a Gramsci, sino una cuestión para la que hace falta, justamente, sentido del humor. El humor es una situación corporal concreta, varaiable, glandular ( el tan manido "humor social"). Comprenderlo tal vez no hace falta cuando uno está haciendo un análisis histórico de la sociedad argentinas prestando atención a lo molar, porque ahí entran a jugar grabndes factores económicos e institucionales. Pero para comprender el grano fino, que también tiene su influencia en la historia, uno tiene que ser perceptivo, rápido y no acudir demasiado al marxismo, por menos staliniano que sea. Pienso que la falla de intelectuales como Uriarte (y esto dicho más allá de las personas y sus méritos morales o intelectuales) es ese leve y determinante desajuste con los humores sociales argentinos, que termina tiñendo sus análisis con una impronta de juzgamiento moral de la sociedad que es, por un lado, muy poco marxista, y por el otro, inconducente a los fines de influir desde la prensa o la cátedra sobre esa sociedad que ya no se critica, sino que se condena en bloque, sólo salvando a algunos individuos heroicos, como Elena Holmberg enfrentada a Massera porque ella sí creía en la derecha militar, en uno de los párrafos más sorprendente de ese modelo de biografía política que es Almirante Cero. Después, sobre Capussotto: me reí con Violencia Rivas y con el 24 horas rockero y recuerdo que Todo x 2 pesos también recibía críticas por la repetición de formas y la previsibilidad. Simplemente, así es la televisión. Te mando un gran abrazo.
aclarado el punto, alejandro: me confundió no encontrar nada cuando hice click en el azul del blog. El argumento lo conversamos otro día, me puse nervioso, hay anónimos y todo eso por todos lados,
gracias y abrazo fuerte
Sólo algo sobre la ausencia de sentido del humor o el desajuste respecto al "humor social" (que a Claudio se lo llevó a la tumba): es muy distinto al chascarrillo o la mala leche de cantidad de débiles mentales que sólo pueden escribir artículos de opinión con nombre falso.
Pero aclarártelo a vos, es obvio.
Enriqueciste la discusión, de todas maneras.
Para mí, la ventaja y la desventaja de la posición enunciativa de Uriarte eran la misma cosa. Uriarte tenía el punto de vista grave y serio del pensador político del siglo XX, tal como se formó en los lugares por donde pasó la hisroria del siglo XX (estados Unidos, Europa, China, Unión Soviética) con sus grandes temas: revolución, contrarrevolución, Primera, Segunnda y Tercera Guerra Mundial. Ahora bien: ese punto de vista se enfrentaba a la percpeción habitual del periodismo y del sentido común, según el cual Argentina es una charca o un paraíso independiente del mundo. El enemigo fundamental de Uriarte no es la derecha argentina, sino el provincianismo argentino. Ahora bien. ese provincianismo intelectual es la representación de un modo de ser argentino, el que consiste en decir "vamos por el socialismo" o "vamos por el mercado mundial" pero con un guiño, como diciendo "se sobreentinede que van a ser un socialismo o un mercado mundial a la argentina": sin guerra y sin grandes costos. El argentino no quiere el lado sombrío o la pérdida que implican cualquier gran elección ideológica que va a orientar a la sociedad. Es por eso que formó dos grandes partidos, uno liberal popular y otra nacional popular, que adaptan ideologemas y nociones de las grandes corrientes ideológicas mundiales con el fin de que Argentina siga siendo Argentina, es decir, con mayores o menores márgenes de autonomía, una provincia cultural, cosa cuyo carácter deslucido le importa a muy pocos. Por lo tanto, gente como Uriarte termina diciéndoles a los argentinos: pueden ser de izquierda o de derecha,burgueses o proletarios, pero deben dejar de ser argentinos. Y nada resulta más molesto que un tipo que quiere quitarte tu "ser" (tal como lo configuró una compleja educación escolar y extraescolar que arranca desde las luchas entre Mitre y la Confederación) para ofrecerte el ser de otro.
Claudio se formó en el trotskismo, y despreciaba, antes y después de su "conversión" al peronismo, cualquier forma de nacionalismo. El peronismo de su última época era más el de Menem que el de Kirchner. Alguna vez le pedí que me lo explicara. No pudo. No quiso. No sé. Es probable que lo que nombraba nacionalismo fuera provincialismo. Y a su vez era un "provinciano": su literatura favorita era la inglesa: Evelin Waugh, Litton Strachey, Kingsley Amis. Nada de Francia. Proust sí. Es uno de los pocos tipos que conocí -y que conozco- que había leído todo Proust. Y Churchill, su ídolo político. Y Borges. Bioy era el interlocutor que Borges necesitaba, no era un escritor. Uriarte quería unir a Borges con el peronismo. Masotta quería lo mismo. Los dos detestaban a Marechal, Masotta menos. Claudio no entendía a Lamborghini. Digo esto porque es otro plano. Y creo que en ese sentido era un heredero trasnochado de Contorno. Sus brulotes antiprogresistas eran una pose. Pero adoraba a Olmedo. Extraño. No sé. Y a Wagner y a Sibelius, a quien le agradezco haber escuchado a fondo. Y también a Atahualpa. ¿Era un provinciano que quería destituir cierto esencialismo criollo, o era un universalista en un mundo diverso, con zonas periféricas, donde estas categorías de las que hablás ya no tenían sentido? Y me arriesgo a algo no tan arriesgado: ¿no pensás que en el fondo de su alma, Uriarte pensaba que Massera había sido el último intento de resolver esa contradicción? Esa nota que ponés sobre Elena Holmberg hizo que me preguntara esto. Dejo de lado la carnicería genocida y el mundial 78 porque no hay manera de discutirlo, justificarlo, legitimarlo, nada, él sabía eso. Sabía que Massera resultaba indefendible, sabía que como político (aunque latiera ese espíritu "conciliador"), era un elefante en un bazar o algo mucho peor. Pero quería subrayar lo otro y preguntártelo. Creo que había algo de eso. La seguimos.
Y de paso, te propongo nos juntemos con Martín y otros camaradas y compañeros, armar un asado y discutir y conversar de todo esto y un poco más. Si les parece, hablemos, y vemos dónde lo hacemos,
un abrazo
Es curioso que Uriarte no entendiera a Lamborghini, si estaba preocupado por la constelación literatura inglesa-Borges-nación-mundo. Tal vez tenía la impresión de que Lamborghini habiá irrumpido con el tema del peronismo demasiado frontalmente y demasiado temprano. ¿podía un trosko-borgeano convertirse realmente al peronismo de Menem o de Kirchner? Cosas más raras se han visto en el país, incluso montoneros del MODIN. Coincido con vos en que al final de su vida creía, o quería creer, en un mundo multipolar, de velocidades de inclusión en la cultura occidental diversas, pero también creo que nunca perdió su fe, tan liberal como marxista, en que Occidente es el modelo a seguir por todas las regiones periféricas. Y creo que, si había llegado a acordar con Menem, era porque éste cumplía el mismo papel que los ingleses en la India según Marx: arrancaba violentamente, sin fijarse en costos humanos, o casi, la carne muerta de un modo "precapitalista" o "atrasado" y traía a una nación cerrada el mundo. es para seguirla porque la de él era una figura muy densa. Veamos lo del asado.
ok, ale, lo vemos: vale seguir todo esto en persona,
un gran abrazo
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