sábado, abril 05, 2008

La continuidad también tiene sus rupturas

Rupturas y continuidades

La mayoría popular que eligió a Cristina Fernández sabía que estaba votando una continuidad política, administrativa y económica. Los días siguientes a la elección, y al crudo de sus resultados, participamos públicamente de la disección analítica del voto, en términos estructurales, fundada alrededor de un cierto escándalo: los votos vinieron del conurbano, del interior, pero no de las ciudades. Y muchos se disponían a narrar la hermenéutica del voto a través de lo que parecía una imagen inapelable: son esas ciudades (las grandes ciudades) las que no quieren al modelo K. Pero la rebelión, ay, vino del campo. Aunque hallando en la ciudad su eco, migrando hacia ellas también, su capacidad nerviosa.

Parecemos vivir días de rupturas. Cualquiera que sigue el pulso de la política argentina, podía observar que estaban en estado de latencia. ¿En qué quedó aquella consigna de la presidenta sobre la sinergia entre el campo y la industria cuando su campaña hacía pie en un pacto social? Su pacto social, ya que estamos, mas que hacer pie en las alianzas de Capital y Trabajo, lo hacía operando sobre posibles reconciliaciones, y la presidenta decía que la industria y el campo, el modelo industrialista y el modelo agrario y ganadero, a expensas de un momento internacional excepcional, debían superarse a través de una síntesis, de una “sinergia”.

Pero en los discursos de estos días, advertimos una muletilla: a las razones urgentes por las que el corte de ruta rural debía ser levantado (evitar el desabastecimiento que amenaza sobre todo a los mas humildes) se agrega el desabastecimiento de insumos a las fábricas e industrias. El campo interrumpe el circuito productivo industrial. Es decir, aquí se repone la realidad binaria del campo y la industria. Introduciendo una dimensión mas a la clásica apelación que parece encolumnar, no masivamente, mas sí ideológicamente en estratos intensos y nerviosos, a quienes detestan la política de Derechos Humanos, los juicios y castigos. Al gobierno lo enfrenta la vieja Nación: la que aman los militares y los grandes terratenientes. Y algo de eso hay.

Campo vs. Industria

¿Pero qué sería del kirchnerismo sin esa restauración discursiva de la sociedad binaria? Por más buena voluntad y carestía discursiva electoral la realidad es que el kirchnerismo en la confrontación mide su apuesta de equilibrio. No hay política sin enemigos, dice su biblia. Incluso algo más, la memoria popular podría decir: cuando el país tuvo esas dicotomías fue cuando vivimos mejor. Pero reducir la sociedad de hoy en una realidad que no existe mas, parece un acto de cobardía o pereza intelectual. Sin embargo, ¿a ese mundo de oposiciones es al paraíso perdido que el arca kirchnerista nos quiere devolver?

La sensación es que el kirchnerismo es el sostenimiento de un esquema económico ganador (el campo, pensémoslo en bloque una vez mas, ¿no es uno de los beneficiarios privilegiados?) pero el corazoncito político K detesta a los ganadores. Es una gran política que hace ganar a quienes odia, y no "gratuitamente". Sigue siendo una forma de arbitrar en favor del modelo de un orden democrático que actúa como en los Derechos Humanos: la hegemonía cultural de los vencidos. El ganador moral es el derrotado, pero el derrotado histórico, o sea, el obrero, el empresario nacional, el militante desaparecido, sus familiares a quienes se adeuda justicia. Así de simple: su narración es simbiótica a la del campo popular (que mas que popular, parece un campo de significaciones).

Vayamos por partes: ¿qué está en juego?

Cristina y Kirchner tienen una comunicación directa mejor: mas fina por gruesa, digamos (gruesa porque ordena brutalmente las cosas, para salud del orden alguna vez perdido). Pero en una pelea tan puntual, con tantos matices, como ésta, el liderazgo de Cristina adquiere una relevancia por la necesidad de sutileza narrativa. Las retenciones, además de recaudar para el estado, reducen los precios internos de los alimentos, gasto por excelencia de los sectores más postergados. Las retenciones reducen el ingreso de los propietarios de tierras (éstos no necesariamente viven en su mayoría en el interior, a raíz de la mecanización del campo la mayor parte de los propietarios hoy viven en ciudades). La pregunta es: ¿cómo se distribuye el ingreso? Los productores de soja pagan retenciones en compensación a una política de tipo de cambio que los favorece enormemente y por la que ellos no hicieron nada. Veamos, si se reemplazaran las retenciones por un impuesto a las ganancias más alto, no habría reducción de precios internos de los alimentos. También al poder cada productor vender cualquier cantidad que quisiera en el mercado internacional a precios internacionales querría venderlos en el mercado interno al mismo precio. Queridos liberales argentinos: Uribe le cobra retenciones al café. ¿Qué tipo de cambio tuvieron Japón y Corea durante su industrialización? Cristina quiere defender el consumo y no dejar que todo lo que se produzca se exporte. Ni mas. Ni menos.

Clase media vs. Clase obrera

El kirchnerismo, originalmente, es un producto de la clase media. El kirchnerismo es clase media, aunque sea una de sus partes. El problema, la dificultad, es que la clase media, como categoría, imanta tantos sentidos que, entonces, por amplitud, es una categoría insuficiente. No entremos en análisis estructurales de los que no salimos vivos. Pero el kirchnerismo, primero, quiso ser de la clase media, levantando en los derechos humanos, en la renovación de la corte, y en un pequeño programa de reformas políticas, el humor de un sector de esa clase. (Y la sintonía de Página 12 al relato oficial puede ser vista como una de las formas contractuales de esta alianza). Lo que pasa es que el pedazo kirchnerista de la clase media no se reconoce en la clase media. No diría nunca como sí un pequeño, mediano o grande productor a la vera de la ruta, nada en contra de los “negros villeros”.

Del discurso oficial hay un rastro pegajoso, certero, que apunta la discusión: distribuir el ingreso (frase que se va ahuecando tanto, como la apelación a los pequeños y medianos x) significa pensar en distribuir qué, los ingresos de quiénes. Porque distribuir para algunos es distribuir los ingresos del Estado (sin decir nada de la estructura impositiva). La distribución es el Estado en el Mercado.

De los resultados concretos del conflicto es cuestión de esperar que el tiempo los vaya cantando. Pero ya hay un resultado secundario y político: la aparición “a los cien días” de la forma, el contorno y la sustancia de la conducción de Cristina (aún permanecía eclipsada por la estela de Néstor) que parece mas profunda a la hora de bajar la retórica K hacia ciénagas sociales donde los “enemigos” no son tan claros, tan cristalinos o, directamente, tan enemigos. Las cacerolas, el grito de (la avenida Figueroa) Alcorta, no puede abstraernos de la realidad de que las lecturas ideológicas son, a veces, arbitrarias. Pero tampoco se puede obliterar el ordenamiento clasista que el conflicto contiene. Quizás en la Argentina subsisten clases sociales.

Una campana de palo

El documento denominado Los trabajadores y el “paro agrario”, emitido por la CGT, con la firma de su secretario general, Hugo Moyano, indica que tampoco hubo paros y protestas de la Sociedad Rural y el resto de los organizaciones rurales cuando Menem y Cavallo saquearon la Argentina (…) Pero protestaban, reclamando mano dura junto a esos mismos medios de prensa, cuando los trabajadores resistían o los excluidos, negros villeros al fin (como se escuchó ayer de los “piquetes paquetes”) cortaban rutas, pidiendo para comer o pidiendo trabajo. Pero, atento a una mirada integral del problema, sutilmente, manifiesta que el aire quijotesco que se le da a “las protestas” no dice que un poco más de 900 oligarcas detentan 35 millones de hectáreas, mientras que 137.000 productores cultivan sólo 2.000.000 de hectáreas.

Es decir, aquí hay una mirada precisa sobre el error político mas profundo cometido desde el oficialismo, y que las entidades mas reaccionarias juzgaron como la variable mas funcional al éxito del conflicto: compactar el campo, reducir su problema a una actualizada realidad binaria entre unitarios y federales, cuando el número que estos días estalla en la cara de todos frente a las “compensaciones para pequeños productores”, implica caer sobre el 80% productor del 20% de producido, de soja hablamos. ¿La Federación Agraria ha intentado separarse, al menos discursivamente, de la Sociedad Rural? Sí. ¿Y la Sociedad Rural de ellos? No. La Sociedad Rural, viejo habitante del salón nacional, olfatea de qué lado hay legitimidad.

Ahora que se calman las aguas, puede pensarse que el repliegue al binarismo, fue una apuesta con cálculos sobre correlaciones de fuerza. Los agoreros de cierta pos-modernidad, los amantes de las imágenes líquidas del presente y de lo real, tienen que entender que de uno y otro lado, la Argentina, es un país que no quiere dejar de ser lo que alguna vez fue. Aunque eso nos depare un futuro inquietante, incierto, lleno de tensiones.

(Publicado por el arte -de copiar y pegarse a uno mismo- en este semanario donde arrimo algo a la olla.)

Ah, me encantó esto: Parece que se quiebra, pero no. Parece que va a decir 5 por 1 no va a quedar ninguno, pero no. Parece que va decir “compañeros”, pero no. Lo que decíamos antes, es el permanente vaivén del kirchnerismo: llegamos hasta donde se preanuncia el clivaje, y nos quedamos ahí.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Los clasicos tenian interesantes puntos de vistas y explicaciones mas consistentes que los fisiocratas y mercantilistas. Creo que algunos de sus puntos de vistas tiene todavia mucho valor, como por ejemplo, la estrecha relacion entre instituciones y economia, hasta hace algunas decadas olvidada por la teoria neoclasica. Pero, alguna vez discuti el asunto con moseñor Pironio, tenian serios problemas y empleaban intuiciones antes que herramientas precisas. Un problema era su teoria del valor trabajo o costo de produccion, que muchas veces el mismo monseñor Pironio emplea. El marginalismo fue una gran avance. Eso no quita que en muchos temas algunos trabajos de los clasicos tengan todavia mucho interes y actualidad. Pero creo que a monseñor Bonamini se le va un poco la mano. Claro, es mucho mas facil ser marxista si uno deja de lado nada mas que la teoria del valor !

Charlie Boyle dijo...

No siendo K cfreo que hay que reconocerles , para mi el dato mas importante y mas allá del binarismo, que han sacudido el tablero político y eso siempre es bueno. Dicen los cubanos que "lo que acontece trae ventura", y comparto, tu análisis hace un par de meses atrás hubiese sido bolivariano pero es muy real hoy y tiene una distancia astronómica con alguno del a década pasada. Solo hay que ver los blogs españoles sobre política y esos están todavía en pleno neoliberalismo.
Creo que toda esta movida, pensando para bién, debe terminar con un sistema mas equitativo.
El debate que debería venir y que debemos dar es el de la canalización del ahorro y el de la distribución de la renta, o acaso eso no es política.

Anónimo dijo...

Buena nota. Ya habías adelantado algo por aquí.
Una cuestión a la que convendría prestar suma atención para "lo que viene, lo que viene" son las dos mitades de la plaza, no?
Del lado derecho, los intendentes pejotistas, la resaca del duhaldismo y el Compañero Moyano Conducción.
A vuestra izquierda, el amplio crisol de movimientos sociales y barriales kirchneristas, la CTA, el PC, el Partido Humanista, y hasta los troscos del POR!
Saludos!
Joe

Anónimo dijo...

esa división es histórica,
mirá las fotos del 1/5/74

mariano dijo...

abrazo martìn, gran nota.
me gustarìa charlar con vos un dìa de estos.

Martín dijo...

mariano: no puedo saber quién sos, no puedo entrar a tu blog o lo que sea.

mariano dijo...

era yo, elbuensalvaje.

Martín dijo...

vayamos a los reservados. te escribo y nos vemos. un abrazo.

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

Mucho mejor que cualquier cosa que se me pueda ocurrir. Mucho mejor.
Saludos

Anónimo dijo...

"Al gobierno lo enfrenta la vieja Nación: la que aman los militares y los grandes terratenientes. Y algo de eso hay." Decias por alguno de tus priumeros pasos...
Tengo un par de criticas:

1) En una critica constructiva no puede afirmarse mucho diciendo "algo de eso hay".
2) No es a las flaquezas de tu discurso a las que ataco, que como todo discurso las tiene (las mas o las menos), sino que a juzgar segun un tal Schumpeter las ideas cognosivas pre-analiticas que se tienen respecto a algo, (como por ejemplo: si algo o no de "la Vieja Nacion" oligarca-latifundista detras de las protestas del campo), dificilmente se difieran a las acabadas luego de un análisis en profundidad del elemento cognosivo en cuestion. La razon se funda de prejuicios casi en su totalidad. (¿triste no? pero cierto)
3) la idea de latifundistas oligarcas siempre a quedado flotando como una espesa neblina en la sociedad argentina desde la época de Argentino Roca, pero ya no existen las grandes estacias de leguias y leguas cuadradas, ya no existen (casi) las familias "de apellido" latifundistas, las hay, las pocas sobrevivientes (casi todas venidas a menos. Siempre existio un recelo importante para con el campo infundado en teorias como la expuesta, que lejos de ser un análisis sociologico se aproxima al pensamiento colectivo general.


Entonces aclarados estos puntos, mis puntos de vista, podria juzgar: el campo no es una oligarquia.

Sin tanta parafrasis explicativa nmo es una mentira afirmar que hundir el mercado de la soja no es una manera de favorecer al resto de los mercados agropecuarios. Mercados que podrian estar mucho mejor y con ellos estar mejor la Argentina, ya que el 40 % del empleo y la industria son generados por el sector agropecuario, si se tomaran politicas serias y a largo plazo, politicas de planificacion. No "sacar un poco de aca para tapar alla".

Las condiciones materiales estan dadas para que los mercados crezcan, hoy mas que nunca, hoy mas que ayer, hoy mas alla de que ayer tambien estuvienron. Hoy mas que nunca.


komo_elviento@hotmail.com