jueves, junio 21, 2007

Eso pasa por joder con las palabras: si Kirchner es fascista, Macri es nazi


17 comentarios:

SL dijo...

crispaciones de campaña para proyectos no tan distintos, donde también tendremos que leer las continuidades. en cuánto se diferencian el capitalismo de amigos (lavagna dixit) del hombre que viene a hacer negocios con el estado?

Martín dijo...

Gobernar una ciudad, está claro por lo menos de De la Rúa para acá, permite diferenciaciones menores, superficiales, de estilo, que no atacan el núcleo duro de las políticas nacionales (con el ABL no se hace una reforma impositiva, etc.). Macri, no obstante, es ambicioso, y lo obligarán o querrá él mismo, jugar fuerte y astillarse en temas no menores como la autonomía plena de la ciudad en donde aún no está consumada, o sea, la policía. Imaginemos que alrededor del cómo será esa nueva policía virgen girarán todas las discusiones ideológicas posibles en terrenos donde unos y otros miden sus verdaderos sesgos (en unos los DDHH, en otros la seguridad). Los tipos de capitalismos, así, estigmatizados como los sugerís, sí, no muestran diferencias. Serán otro tipo de decisiones mas quirúrgicas, digamos, sobre el tipo de cambio (hasta dónde sostener la irrealidad que vivimos, dirán unos), sobre la estructura impositiva, sobre los bloques internacionales, etc. No veo antagonismos extremos, en un mundo que -salvo que tengas petróleo- no los permite. Pero incluso iría mas allá, pensando en lo político que sí el triunfo de Macri altera. Kirchner lograría cumplir su profecía: una figura de centro-derecha pasible de carpetazos, condicionable, pero capaz de dar legitimidad popular a sus proyectos (como López Murphy no, como Lilita tampoco, como Lavagna -revelándose hasta ahora como un pésimo político- menos); y aún así, aún favoreciendo Macri el relato, la estructura del relato kirchnerista, se divisa como un serio riesgo potencial. Hoy Macri surfea el signo de los tiempos.

Martín dijo...
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Jaramillion dijo...

Bueno, Paniagua. Igual si leo tu comentario y lo contrasto con la ferviente campaña kirchnerista que emprendiste desde hace un tiempo en este blog, no termino de entender en qué punto conciliás tu creencia en la inexistencia de antagonismos extremos (admitiendo, casi junto a Llach, que no hay prácticamente diferencias entre los proyectos de ambos candidatos en el orden de lo económico) con la toma de partido por Filmus.

Además otra cosa: seguimos discutiendo (pero sobre todo analizando) política de cúpulas, desplazamientos en la dirigencia, y nos olvidamos de mirar lo que pasa por abajo: cómo se interpreta el sentido de lo político en el electorado o, para el goce del club de fans de la jerga marxista, en las masas.

Te saludo atentamente.

Unknown dijo...

Supongo que serán esos "verdaderos sesgos". Aunque sólo en condiciones de extrema pobreza política -las promotoras de Macri, las viejas promotoras de Ibarra- eso no alcanza para justificar una toma de partido. Sí, me parece, que cuando uno acepta que no vivimos en coyunturas pasibles de extremos antagonismos, la toma de partido se da sobre esas diferencias menores in crescendo. En esta, mi semana democrática y pluralista, empecé a aceptar casi todas las posiciones. Incluso empecé a "entender", a la manera jesuítica, el voto en blanco. Pero hay que sentar un piso inviolable e inteligente de discusión, y es que aunque vivimos en una homologación terrible de las diferencias políticas -que no son diferencias de sesgo, no, son diferencias estructurales, allí radica, creo, el nacimiento del "ladriprogresismo" como sintáxis de un fracado sedimentado en el incumplimiento de sus normas consuetudinarias avant la lettre- hay ciertas diferencias que radican justamente "en lo menor" y que tienen que ver con lo que dice Jaramillo pero un poquito más abajo todavía. Eso hablando de la "toma de partido" no de las crispaciones. Cada pueblo tiene la campaña que se merece. Hasta ahora venimos discutiendo sólo eso y es una mierda porque, si hay diferencias entre F y M, pareciera que son diferencias tan chotas que uno se quiere afiliar al movimiento 501 si en lo más hondo no creyera que eso lo hacen sólo los pelotudos con sensibilidad de graffitti. Hablando en serio, la mayoría de los militantes sociales son jóvenes menemistas hormonales que gustan vestir chombas rosas, mover la cadera en una fiesta con bombon asesino y comprarse el último modelo del nokia. Si cortamos la herida, casi casi importa más el comandante que sus soldados, como nos enseñó la Historia. Es Gramsci. Yo, por lo pronto, ya me cansé de la campaña.

Martín dijo...

Si se entendió como ferviente campaña kirchnerista este blog lo cierro ya. En todo caso, torpe, con mala ironía, pero ferviente es algo que no. Pero me preocupa mas esto: acá lo ferviente es la preocupación por pensar y/o escribir los alcances y la génesis del orden democrático, orden que, basado en la continuidad, halla en Kirchner una clave de relato continuista mucho mas hábil HOY que el híper-realismo duhaldista, o que el cualquierismo realista menemista, o que la oración laica radical. Kirchner empala a toda la tinta de campo popular con la misma pala, llena de soja. Pero lo de los antagonismos, ay, creo que los límites no los pone uno. Los poen el mundo, la mano invisible, la historia.

Anónimo dijo...

bravo maestro. Raul,

Anónimo dijo...

en casos como este el discurso llega al abismo y tiene que parar acá es donde deberíamos llegar a la posta (literal) para poder llevar una discusión su destino de conclusión. me acuerdo de las sobremesas del menemismo, en tele se cuereaban el funcionario de turno con el opositor, luchador, intelectual de turno, mientras este golpeaba la mesa, el primero acomodaba su carpetita, sus gráficos de torta y barra. ese es el arma y la poesía ausente: la estadística, el dato duro, tener en claro cuántos kilómetros de vía hay entre once y lincoln. ahora, más que nunca, nos hace falta esa crueldad. Bienvenido, Mauricio a la ciudad de tus amores.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

dos cosas. primero, el título de este post se inscribe en el sutil recurso retórico de la ironía. segundo, por qué sería "incorrecto" hacer una campaña kirchnerista, o más directamente, por qué está "mal" ser kirchnerista. me animo a decirte que el espacio-kirchner es algo un poco más complejo y dialéctico que un mero grupo de chupamedias y/o ñoquis.

Anónimo dijo...
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Martín dijo...

Raúl: salí del anonimato y discutimos.

Anónimo dijo...

Bueno, veo que no te la bancas. Dos verdades y reculas. Nada, no hace falta salir del anonimato, ya demostré lo que quería. Suerte con tus poemas y con tus lecturas.

Diego F. dijo...

Había dejado un comment pero veo que no salió: te felicito por la caricatura que posteaste, es la síntesis perfecta de la estrategia de campaña de Mauri. Una vergüenza que un 60% haya caido. Es como la canción de los redondos: "(la libertad) ha visto tanto hermano muerto, tanto amigo enloquecido, que ya no puede soportar la pendejada de que todo es igual, siempre igual, todo lo mismo".

Saludos

Jaramillion dijo...

Digamos que van apareciendo aquí cuestiones que me resultan muy atractivas para seguir pensando la política. Más allá de la elección porteña, claro, cuyas resonancias se irán perdiendo con el correr de las semanas.

Pero acá seguimos nosotros rosqueando en los contornos de un sentido esquivo, una explicación imposible (al menos para mí) acerca de un difícil conglomerado de tesis y comportamientos concretos en el campo de la política. En primer lugar estoy tentado de responder algunos comentarios, pero digamos que tengo un problema de enunciador que me impide identificar a quién iría dirigida esta respuesta. No sé si "paniagua" es "porque sí", y tampoco vamos a darle mucha bola.

Da igual, y vamos al grano: es necesario, como dice alguien por ahí arriba, que hay que llegar a la posta literal. La poepolítica contamina más de lo que clarifica. No estoy de acuerdo con el último post de este blog: la poepolítica es excluyente, es el lenguaje de los entendidos, una operación de segregación, la marca de un límite al que "el pueblo" no entra. Y esto no quiere decir que sería deseable que entre: que cada uno se dé la forma política que le venga en gana.

A la clase media, pequeña burguesía, chicos bien de Barrio Norte o del centro de Neuquén Capital, se la educó en el discurso como forma de comprensión de la política. No necesita salir a la calle: frente al periódico su cabeza funciona bien (y comprende).

Pasando por una amplia gama de etapas intermiedas, llegamos a aquellos que encuentran la política en una forma más primitiva: no soy demagógico si digo desposeídos, excluídos, caídos de las grandes ligas de la decisión.

A la poepolítica Kirchner no la ve ni cuadrada (tampoco le interesa) porque está ocupado en cerrar acuerdos comerciales, mantener bajas las tarifas de svcios. públicos, y un largo etcétera que acá ya se comentó. El interlocutor de la poepolítica no es el poder: somos nosotros, muchas veces peleando por ver quién la tiene más larga, por ver quién logra un mejor efecto de juissance (poepolítica otra vez) en el cerrado auditorio al que se dirige.

Me gusta cuando la cosa se simplifica, cuando trabajamos con el barro del asunto: "¿Está mal ser kirchnerista?", se pregunta alguien acá arriba. Ese es un buen principio.

Discutamos.

Martín dijo...

"Porque sí" es mi hermano Martín Armada, poeta lírico municipal.

Jaramillion dijo...

¿Eso significa que habla de temas municipales?