1) ¿Podía la ministra de Economía, Felisa Miceli, ignorar que las empresas de los Macri están fuera del negocio de la basura en la Capital desde hace diez años? En este caso hasta es mejor que haya fabulado a conciencia. ¿Qué cabría esperar de la economía si la jefa de la conducción económica desconociera en verdad ese dato sobre los movimientos empresarios?
2) Una lista de empleados de planta.
3) Después de una década de gobiernos ‘progresistas’ que ‘gestionaron’ la Ciudad...
Las reglas de juego democráticas suponen que, en tanto ciudadanos, la indignación o temor, pueden ser, quizás, la matriz del voto; la ciudadanía se revela como gesto de indignación ante lo público, ante ciertas manifestaciones de lo público, por lo menos. La expresión del miedo de un posible resultado electoral, en este caso, no pasaría tanto por supuestas futuras nocivas acciones de gobierno, mas sí, no obstante, por el nuevo orden de equilibrios políticos que, en esto no hay dudas, la futura gestión exitosa macrista supone. En matices y bordes, podríamos asegurarnos, Filmus será mas progresista que Macri. Claro, recortándonos los blogueros, los malos poetas, etc., es decir, toda la fauna que dedica tiempo para pensar lo público acá, y no va a servir copas de leche (qué absurda lógica, mamá), podríamos decir, estar obligados a decir: ¿en qué yace verdaderamente nuestro miedo? La policía de Macri también velará sus armas en aguas mas calmas y cristalinas, arrugándose de volver sobre aquello a lo que no quiere volver nadie: esa derecha posmoderna, hará un gesto republicano insospechado, aunque cargado en sus gestos de desdén, ay, dejará todo como está (respetará el programa kirchnerista de reconciliación nacional). Ese es el mayor miedo progresista frente a Pro: que su mejor nombre es Post. La política después de la política, la política después de la paz armada, la política como fin de la guerra. Macri, además de ser vulgar en sus contenidos, reserva quizás uno de los desafíos mas inquietantes en este crucial momento de reorganización democrática: ¿se puede ser de derecha? Aprendió modos demasiado flexibles, y ya renegó de esa palabra. Tá bien. Tá llena de sangre. La nota de Lanata que linkeamos mas arriba sólo explica que el menemismo fue peronismo, y que el kirchnerismo es mas peronismo, etc. Macri se define públicamente por una diagonal que no aborda ninguna definición sobre políticas de estado: parecieran ser ellas, ahora, del tamaño de un bache, de la sustancia de un semáforo que falta. Lo que Macri sí votó o impulsó desde el Congreso, es un río neblinoso en el que nadie se baña. Una especie de santidad de los modos ofrece Kirchner como contraparte de los suyos, algo que podría volver macrista a Carrió, y eso Mauricio lo sabe. Y eso colocará en situación mejor todo: en el momento en que Macri renuncia al significante de derecha, Carrió lo asume, y así, lentamente, nos encaminamos hacia el futuro circular de una de las claves mas decisivas de la democracia argentina: reconstruir democráticamente la legitimidad de la derecha política.
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