Pienso que si no hubiese ardido la bengala la fórmula caía en esta nomenclatura: K-Ibarra. Era obvio desde un punto: Ibarra fue el primer transversal, se acomodó en todas las coyunturas, y eso, eso, no es lo peor. Pero cometió el pecado de no tener militancia- y esa fue TODA una discusión acerca del uso de la palabra militancia, que para unos indica esencialmente un tipo de práctica social arcaica en la era de la democracia televisada, pero para otros: sí, en Buenos Aires, pero en ese paisaje brumoso del conurbano, en esa metafísica, en ese bosque vaporoso de pasiones estomacales, la democracia se gana voto a voto / fusil contra fusil. No sé, mi opinión: todas son versiones idealizadas de un problema que –por complejo- no se describe, se vive. Mmm. Pero no entremos en temas que se discutieron hace mucho. Ahora se trata de pensar la mejor fórmula.
¿Cristina? Ya lo dije: le falta tener ganas de seguir usando de tribuna pública la inauguración de una Obra cloacal en González Catán, un plan de viviendas en Quilmes, es decir, la base de cierta operación simbólica: ir a los barrios pobres a blandir la bandera del superávit.
Entonces, no habiendo siquiera una sola figura destacable en las filas pejotistas (¿viste que siempre los radicales fueron mejores creadores de cuadros intermedios, de tipos que después “dan el salto”? incluso: conozco la diferencia ética que separaba a un Conrado Storani de un viejo Cafiero; soy un peronista realista). Entonces, qué mejor que lo que ya dice todo el mundo: K-Cobos. ¿En Mendoza? Se están cagando a trompadas, los radicales de allá: se hacen gárgaras de bala en bares con olor a la vieja Coordinadora, los peronistas de allá: imaginan una última secuencia kamikaze.
Dejemos que el pueblo vote, dejemos que el pueblo se exprese en sus organizaciones, y que desde ahí, venza al tiempo. Pero el tiempo, el calendario electoral (para algunos la vida es eso que pasa entre mundial y mundial, para mí es lo que pasa entre elección y elección) pasa rápido: yo creo que K-Cobos está bien.
¿Cómo hacen los radicales, el partido del 2% de Moreau, para seguir siendo decisivos en la política? Doblarse, doblarse, doblarse, es su axioma. Como el de los peronistas: combatir al capital, que no es lo mismo que ser anticapitalista, etc.
11 comentarios:
uh, se calentó antonio de la rúa. todos los que leen blogs son burguesitos, pelotudo.
Para mi, lo mejor que puede pasar con la UCR es algo parecido a lo que paso con el PJ: duahlde/K haciendolo pedazos en la elección de 2003 para reincorporarlo a otra cosa en la próxima elección. Hay un solo problema, que vos Martín conocés mejor qu yo: ¿será el corazón radical, el sentimiento del votante radical que siempre vuelve, capaz de votar a, digamos, un Diaz Bancalari?? Saludos
Leé stubrin en el clarín del viernes. Dice el ideal radical: un país girando alrededor del debate del partido. El partido en el corazón de la escena. El partido educando, volviendo a su usina pedagógica, sin abrirla. No está mal. Pero es asumir la derrota histórica con todas sus letras. Amo a ese partido centenario. Díaz B. está de este lado, además. Pero sí: tienen un pragmatismo sacrificial. O sea: lo votarían en una amplia boleta.
"Amo a ese partido centenario"
¿Cierto gusto por la necrofilia?
No, un amor antropológico, ponele. Y algo mas.
Sí, bueno, entiendo ese amor, pero está cada día más cerca de la antropología forense.
Igual, creo que el desenlace puede tener una carga simbólica fenomenal. Contra lo que dice la derecha malpensante, la mejor jugada (y el más inteligente legado) de K es ir terminando con las viejas cuentas de la política nacional.
Muerto? Está el país, bah, la ciudad, latiendo al son de su interna.
¿Te parece? ¿Cuántas charlas domingueras pudo haber disparado la interna radical? Ni hablar de charlas apasionadas.
Bueno, bueno, Hal, pero ¿cuántas charlas domingueras pudo haber disparado la política? Confesemos que estamos solos. Saludos.
la UCR terminó como proyecto con poder de gobernar, en el mismo momento en que se terminó su realidad de no- exceso como poder, frente a los sectores más urbanos. Ya no es el partido de la pedagogía y los profesionales sino el monstruo que se despertó justo en el momento histórico en que se terminan las pedadogías y en su lugar hay absorciones, parodias, desencanto.
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