jueves, agosto 03, 2006

Y como me ha tentado siempre la claridad

Poesía para cuando no haya mas que poesía, y esté prohibido todo lo otro. Una dictadura mental que arregle en pos de un orden del orden de la literalidad: que lo que digamos sea lo que es, que no exista mas la subversión "de lo que quise decir en el fondo". Poesía en esos días. Poesía de uno de esos poetas sobre los que hay un consenso sin peligro. Poesía para los días en los que odiás al Estado Judío Genocida, y, ah, odiás el tipo de solemnidad que la guerra somete a algunos, y pensás: ojalá le dedicaran el mismo tiempo a la tragedia de González Catán. Malos días, de argentinidad enferma. Estoy enfermo de eso.

Con ustedes, el señor Edgar Bayley:

Volver a empezar

No es para tanto. Te ayudaré. Recoge los granos de maíz. Los cantos rodados. Las cartas, aquel pañuelo rojo, la hoja del diario atrasado donde se ofrece un empleo, un poco de arena o de tierra, la cuenta del hotel y la maleta desfondada. Te has quedado mucho tiempo de pie, sin tocar el timbre. Eso es todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fan/ de todo lo que nos pasó

Fan/ de estar prendido a tu ilusión