jueves, mayo 04, 2006

La Cofradía de los condenados al éxito

El equilibrio entre la verdad que nos hará libres y la que puede derrumbar todo. La decisión. Entre lo que la familia podía ser , y lo que fue. Y así todo.

Y el bendito de que la familia, de que había verdades de la sangre. La decisión. Yo vi temblar las paredes, ¿lo recordás?. Dame una casa donde dormir, dame un tiempo para pensar. Pasé el día entero afuera.

Sos el duhaldista de la casa, me dijo. Y sí, eso significa: suponer que una crisis es un momento donde todos tienen razón, de que no hay que perder la moneda local, la moneda del menudo candor, que hay que ajustarse a la situación, que vamos a salir, con arreglo o sin arreglo, que las heridas supuran y no cierran.

No es una plaza lo que está incendiándose. Ni la única iglesia que ilumina es la que arde. Naturalmente, llevo hacia atrás las cosas de mi pasado. Ya hice el gesto. Siempre pensé que la única democracia es la que lleva las discusiones hacia el fondo (verdad abstracta número 5). Pero hay que saber parar.

Extraño la bandera de la paz entre nosotros. Cambié, pero no hubo tiempo. Me estoy despidiendo con la última moneda en la mano: un sol peruano no, un guaraní.

En el horizonte, dije: una convertibilidad piadosa, 10 años mas de paz armada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

?????????????????????

Anónimo dijo...

la convivencia por sí misma debía recostruir a sus miembros ... no en todas las casas restauró los espíritus pero todavía queda en la mano su otra cara, fue alimento de la buena voluntad.