lunes, mayo 04, 2009

Por suerte existe "el poder de la última palabra". O sea, un día de silencio radial, bajo el reino del voto compungido o feliz o victorioso o culposo o indiferente. Eso ocurrirá un 28 de junio soleado, con una mañana fresca. Mi mujer va a estar tensa, nerviosa, votará por primera vez. Nacida en el exilio, tres décadas después se encuentra con los documentos que afirman de dónde es, de dónde era, de dónde quiere ser, qué cosas puede elegir. No es poco. Y el 29 de junio, en muchas cosas será como el 28, porque seguramente alguien nacerá, y eso también será como cualquier día. Muchos nacerán. Algunos lo harán, por ejemplo, en la Maternidad Sardá, objeto de mi pasión barrial. Uh, me imagino las alegrías de muchas madres. ¿Puedo verlo, puedo verla, Doctor? Hay momentos en que uno también quiere ser una libélula. En que uno desea una suave veda electoral que dure varios días para situarse en la observación zen del crecimiento de una planta. Que lo público pase por el chorro de agua corriente que lava una planta de lechuga, así como en mi niñez lo público tenía el contacto del agua de una pileta del IMOS. No leer mas nada, ni siquiera leer mas blogs. O escribir blogs sobre el tiempo. Como dice Crónica: hay 21 grados ¡y es otoño! Esa es una noticia. Es una noticia buena. Es una noticia mala. No importa. Hoy me importa pensar en la mañana del 29, en la mañana del día después. Recuerdo un club del trueque en el que participé. Se organizaba en William Morris. Y era una fiesta. Y lo era por la sencilla razón de que no podía durar para siempre. Hay cosas que nacen para durar. Hay cosas que vienen para quedarse. Hay cosas que nacen y mueren. Hay cosas que nacen muertas. El 29 de junio, como el 28, el 27 o el 30 ocurrirá el milagro de la naturaleza y la cultura: nada. Será el día después de un día de esos, de esos que están buenos, en los que la gente habla de lo mismo. Y el 29... lo de siempre. Unos nacerán, otros morirán. La tierra dará su vuelta. Nos acercaremos un día mas a la próxima visita del cometa Halley... Yo quiero que el gobierno gane. Por eso lo voy a votar. Y muchos tendríamos que ir a pedir el voto para este gobierno. Ok, si leés esto, pibe, te lo pido, vení votanos. Argumentos para hacerlo hay. (...) Recuerdo ese club del trueque porque había algo de ese comunitarismo que no podía durar, por eso era tan intenso. Todo el mundo lo sabía. Pero es tan "fuerte" cuando ocurre... Hay una idea de unidad, de unidad en las cosas y la práctica, que es como un sentimiento religioso, atravesado por la sonrisa de la espontaneidad, de lo excepcional. Esto también pasará. Nada vuelve atrás. Hasta Mariano Grondona se sensibilizaba con las redes del trueque. Había una afirmación en la pobreza, conmovedora. Eso no volverá. Ese país no volverá. Un país amish, un país que por primera vez pisaba tierra, según muchos. Nos merecíamos caernos del limbo pavote de nuestros sueños. Argentina es un país que sueña ("fuimos demasiado lejos"). Pero bueno, somos un gran país. Esa es la fe que anima este blog. Dios es argentino.

8 comentarios:

Verboamérica dijo...

La misma fe.

Anónimo dijo...

http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=21933

en fin, se los dije hace unos días nomás, y se ofendieron tanto...

Alejandro

Rodríguez Berreta dijo...

time is money

Anónimo dijo...

Si lo tocan a Rodríguez nos tocan a todos.

leandrog dijo...

Belleza. Su escrito es belleza

Anónimo dijo...

Conmovedor. Es como un viajecito en el Roca. Muchas cosas me pasan cuando me subo al Roca. Imagenes que se funden con un pasado cercano y con un futuro que está ahí, al alcance de nuestros dedos.
Conmovedor, lo repito.

Mariano

Horacio Rodríguez Berreta dijo...

cierto, anónimo

Horacio Rodríguez Berreta dijo...

clarinete?