jueves, agosto 14, 2008

Había un lugar donde podría haberse planteado todo eso: el partido..., pero lo que debió haber sido el campo de desarrollo ideológico...

Evidentemente para que cada época viva su edad dorada precisa de un soporte social que provea su fe ciega. Y esa fe ciega no siempre es lo mismo. Es el aporte de "lo mejor de cada uno". Como una pareja, como una amistad, como la vida. Y esa edad dorada no dura, obvio, lo mismo que la época. Quizás la brutal simplificación sobre la década del '90 nos esquiva la posibilidad de ver que se expresan en ella los núcleos que hoy, o que hasta ayer, se desplegaron para esta edad dorada, es decir, lo que estaba en potencia. Miremos, por ejemplo, el supuesto (no va a faltar quien lo desmienta) salto tecnológico que inicia el campo en esa década. Bueno, en los años venideros es que llegó el fruto. La cosecha no es sólo económica y productiva, también es política, porque median entre las dos decisiones o momentos del sector dos proyectos políticos que se presentan antagónicos. Me gustó -sin cinismo- pensar que ésta década ha sido "una década del '90 bien hecha", o, por lo menos, mejor que aquella. Pensar lo contrario sería iluso, es decir, vivimos un momento en que la confrontación cultural que el oficialismo imprime se trata de una acumulación, pero una acumulación que permite profundizar, sí, y además, o sobre todo, reponer al Estado, cuya contracción padecen los mas humildes. Nada indica que hoy se incuba un costo social profundo, en el empecinamiento (menos fanático que el del 1 a 1, por cierto) de este 3 a 1. Y que aquella tuvo un costo social, bueno, mas allá de la evidencia empírica, está en el imaginario, en las imágenes de su propia salida, en el parto de la historia asistido por Duhalde. La salida traumática fue positiva, si golpeó el corazón salarial tuvo como efecto ampliar la base de asalariados. El país está mejor, hay mas gente que trabaja, aunque no haya mejorado del todo, o todo lo que se merece, la "calidad" del empleo. Y un síntoma relativo de esta mejoría es la rearticulación de un relato político ambicioso. Si lo mejor de una época se basa en las invisibles fibras de continuidad compaginadas con la narrativa fundacional es, hoy, quizás, porque los años '90 no fueron solamente, exclusivamente, un ahogo social alrededor de las adaptaciones a la globalización. Nunca se termina de entrar al mundo, ¿no? Cada tanto hay que volver a hacerlo, y eso tiene su costo carnicero. Muchas veces el mismo López Murphy (una figura medular en el aparato estilístico de tinta-limón, una "influencia", digamos) hacía (hace) dos cosas contradictorias: habla de una memoria "hemipléjica" (repone la biblia), y a la vez se pregunta acerca de a qué tradición política "pertenecen" esencialmente los derechos humanos, dice: si no es a la liberal. La didáctica murphyana es demoledora e impracticable, supone una historia movida por fuerzas invisibles, irreales, abstractas, de "ideas". La historia está en el musgo de las cosas. Es esa vegetación, esa transpiración que no parece desprenderse exactamente de la materialidad de las cosas, sino en el coágulo que conjuga con ellas el clima, el viento, el hábitat, el mar y las campanas. Por eso el peronismo no es solamente una máquina sobria de la representación social, sino su exceso equilibrado, el plus para que todo parezca llegar para quedarse, para que lo que le sigue a la edad dorada esté en su reverso orgánico. Digo: si Massa, si Scioli, es la forma del futuro, bueno, se trata de compensaciones, readaptaciones al oriente Pro que tributan a los años dorados de un kirchnerismo al que hoy esa amplia sonrisa de dientes blanquísimos empujaría hacia el mar. El kirchnerismo mira las nuevas olas (¿y si esta vez hay pase de mandos sin dolor?, ojalá). ¿Qué va quedando en el medio? ¿Qué cosas empiezan a resultar solidificadas? Mi abuela vive en Villa Tesei. Pondera la gestión del Remediar que llenó de pastillitas la "salita" de la esquina, una "salita" que atiende mas horas (la gente "paga" atenciones personalizadas, un médico de cabecera). Las valoraciones de lo público se han metamorfoseado. Pino Solanas cree en la Argentina latente: es decir, en la extracción del petróleo argentino, en volver a instalar YPF, Yacimientos (Yrigoyen) Petrolíferos (Perón) Fiscales (Frondizi), porque de los fósiles de esos dinosaurios, del incendio de esos bosques, del incendio de Ezeiza y su carbonización, ¿no?, nace el combustible del mañana. Yo guardo en casa una plaquita de OSN de la calle. ¿Kirchnerismo es museo participativo de la nación? Todos revolvemos y nos llevamos cositas a casa. Pero lo que está latente es la vieja lucha de amor al prójimo y de igualdad. No sabría cómo decirlo mejor.



Argentina es nuestro hogar (que vuelvan los que se fueron)

¿Ha visto usted Palermo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como lo esconden a Argentino Luna en el video!

Néstor Sbariggi dijo...

Si Martín. La alternativa a este maremagnum kirchnerista es el PRO, si bien no se si como partido con Mauri incluído, como idea. Tal vez el peronismo que quiere volver por sus fueros se adueña de una idea exitosa.

Ahora, la pregunta es: si bien vos dijiste que el PRO es un proyecto peronista, que tiene de peronista la gestión de Macri en la CABA? Es el PRO heredero de un estilo de "hacer" más que decir, independientemente de que se hace?

Si eso define lo peronista de Macri entonces cualquier cosa puede serlo en tanto y en cuanto se define su identidad a través de una gestión que se opone a la enumeración de principios que ni abarcan ni aprietan por parte de republicanos y progres.

Un abrazo compañero.