¿Crisis? ¿Qué crisis? Hablo de los cuadros que me gustan, algunos que iré posteando en lo sucesivo. ¿La campaña? ¿Qué campaña? El único patea-tableros es Jorge Telerman; quien, aprendida toda la genética de la democracia televisada (que incluye un pequeño museo de militantes), se dedica a alterar con leve taquicardia la superficie. Casi que su pasión sísmica aturde a quienes obran de acuerdo a los parámetros del nuevo orden: todo es gobierno vs. oposición; no obstante, sus diagonales, sus tocadas de culo, ya dijimos, no generan mas que atracción por este hombre. Yo-no-le-creo-nada, sí, pero tuerce el forzado entusiasmo polarizante de unos y otros. Macri y Carrió, seducidos y abandonados: decir que no se tiene ideología es una pésima forma de ordenar las tropas políticas. Pero en Lilita hay un síntoma -al menos sano, al menos no tan psicótico- que revela los alcances y las profundidades de su coalición cívica (un experimento para imaginar jugadas impredecibles totalmente predecibles): su pacto con el diablo, su vuelta larga para finalmente pisar la tierra baldía de la única interna, la única decisiva al interior del Partido único. La negativa de Lanata papelonea, che. Pero arrimarse a Telerman está bien. Ahora sí, desde acá, nos empieza a gustar un poco mas la cosa. Esto es política.
1 comentario:
Es increible lo que hace la desesperación en los políticos. Hacen cualquier cosa, menos proponer un plan de gobierno en favor del pueblo.
Saludos
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