A Estela no le gusta el simulacro de fusilamiento, no le gusta la tortura química, no le gusta la idea de venganza en que avanza Montecristo. No obstante, es en esa línea donde la novela halla su impacto medular: una forma no del todo precisa, ni realista, ni controlada, de procesar el trauma de la clase media. Recuerdo ahora una frase de Alberdi de memoria: la gloria es del que sabe vencer su instinto de destruir, no del que cede miserablemente a ese instinto animal, negrita. Es que leo P & P ya como misión del evangelio en el que fui criado: saber en dónde está la fabricación de la verdad de la historia, y estar a tiempo para. Vuelve Perfil con un adelanto de la novela del compañero Larraquy, sobre la contraofensiva. La operación: gobierno montonero cultural, revisar sus raíces, cuyo motor fue dado por una previsión de que la guerra mundial tenía ciertas bases... En fin, ¿para qué decirlo? ¿El colmo? Grondona anoche hablando de los militantes de Hezbollah al pie del escenario de la contra-marcha (de la lora). Perfil: para querer ser el Página del kirchnerato hay que pretender algo mas que vivir de la teta del Estado. Las caras de los adherentes al Fondo Monetario Fiduciario es eso: un exceso del blanco que -como apunta Asís- nos pone nerviosos. Página revuelve la olla de la operación que se viene: ¿será D'Elía la primera baja, el Barrionuevo de Kirchner, que pagará con ostracismo la sobreactuada resistencia a lo que sobreactuadamente se llama derecha? El No pasarán me lo meto en el orto, rezaban en voz baja desde el púlpito sacrificial. La respuesta es NO. Kirchner descubrió, viene descubriendo, lo que Menem al promediar su tercer año exitoso: es un buen síntoma romper con la opinión pública, lo que pasa es que Kirchner no madura aún en otra de las virtudes del síntoma: te pegan bastante mas por izquierda que por derecha. Eso a Menem le chupaba un huevo. Y Pepe: quiere que Kirchner baje del avión y mire a los ojos a las familias pobres argentinas. Parece que él lo acaba de hacer, y quedó impresionado. Habla, como todos los que no saben de qué mierda hablar ni qué mierda hacer, de los cartoneros. Y Mario de Palermo, hace malabares ya: una retórica filtrada por cierto hartazgo en el signo cultural (sin correlato real). Quiero decir: la manera de zafar el cuarto año SIN DISTRIBUCIÓN de Horacio V. fue jugarse a todo o nada a narrar los entretelones de una guerra (Gobierno vs. Iglesia/ Gobierno vs. Sociedad Rural/ Gobierno vs. Duhaldismo Residual), la de Mario (casi candidato a diputado del peronismo en el '91, epa, epa, ¿alguien se acuerda de la polémica con Lozano?) es la del narrador político: la compañía de monte hace cuerpo a tierra en las alfombras rojas, el montonerismo de Guillermo Moreno habla mas de los "efectos sociales del proceso" que del.
Basta para mi.
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