lunes, diciembre 21, 2009

Leyendo a Tomás

Recordé este post sobre las verdades de la democracia (sobre todo la número 9). Quizás envejeció, quizás envejecimos, porque estos tres años no fueron cualquiera. Creo que en lo que plantea Tomás hay un solo problema: y es que el relato da cuenta de una suerte de intervención espontánea de la clase política, como si ese umbral al que asomó la gente no hubiese sido creado también por una cadena de hechos mas o menos visibles que mantuvieron las ilusiones conmovidas y cuyo actor fue esa clase política. Duhalde perdió en 1999 por muchas razones, pero por una sobre todo quizás: porque dudó un poquito acerca de la continuidad del 1 a 1. Hay que dar una vueltita de tuerca mas: ¿hasta dónde el 19 y 20 no es la ruptura originaria de gente y política que permite de manera cabal construir esa escena institucional que pide Tomás?, ¿hasta dónde el 19 y 20 no es restauración del orden democrático y todos esos hechos "delirantes" no encadenan la verdadera alianza de clases que fue el duhaldismo?, ¿por qué no es posible ver que lo que se reclamó en esos días es el lugar que piensa Tomás para la política?, ¿por qué creer que tanta gente de verdad estaba dispuesta a tanto, a convertir el fin de año en una semana de mayo, que en cada cacerolero había un asambleísta? Quiero decir (y porque sólo se nota que pasa el tiempo cuando uno es capaz de hacer este tipo de lecturas) que se puede ver en esos días un reclamo por la representación, se puede ver que el "estallido" asumió protagonismos múltiples y "policlasistas" pero en favor de una restauración de las prioridades de una sociedad ya sólo democrática, que rompía su lazo de continuidad del proceso militar. Esa "horrible clase media cacerolera" no se sacaba de encima a un gobierno peronista, sino a un gobierno cuyas figuras habían sido sus estrellas, es decir: ponía la política afuera, condición para que en parte ocurra la "profesionalización" que pide Tomás. La mano invisible de esos días eran los movimientos tumultuosos del peronismo que volvía a gobernar el país empujado por la clase media, esa es la escena montada, esa articulación de los hechos: la clase media que lleva a Duhalde a gobernar, esa normalidad mínima alcanzada por dos entes que no se correspondían (podríamos decir que ni Menem era tan impopular en los sectores medios). En esa asimetría, en esa distancia entre una "clase media" y un presidente peronista fruto de la "pura institución" de la otra clase, la clase política, se cocinó una continuidad, y a la vez, una especie de distancia decisiva e infranqueable de la política. Nada mas burocrático que el gobierno de Duhalde. Lo que pasa es que las asambleas fueron como el árbol de esos hechos, una versión que trastorna lecturas de lo que se movía por debajo. Hasta el kirchnerismo nació con la virtud de leer una herencia progresista de ese tiempo y hoy se dibuja en la efeméride 19/20 una suerte de caos original del "ánimo destituyente", como si las cacerolas del campo fuesen la conciencia para sí de la clase cacerolera nacida en 2001. Quizás el fracaso del kirchnerismo, y de todo proyecto político, sea el intento de volver a juntar lo que 2001 separó para siempre: la política y la gente.

Las verdades eran estas:

1) Dentro de la democracia todo, fuera de la democracia nada. (Demasiado abstracta, pero es la primera).
2) "El ejército vencedor se juzga a sí mismo".
3) Cada nuevo gobierno gozará del derecho (a una retórica) para Refundar la República (cimentando sus logros, finalmente, en la continuidad).
4) No hay guerra popular, los pueblos aman la paz.
5) El peronismo es el progresismo posible.
6) La política de la democracia es el fin de la política como continuación de la guerra.
7) No hace falta decirse progresista para serlo.
8) Cada político se encuentra a la izquierda de sus bases (la democracia solidifica).
9) La sociedad tiene una sola clase: la clase política.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

yo que vos cerraria el año con este post.
brillante
l.

Pablo dijo...

Algunas ya caducaron. Suenan viejas. Otras no, para nada. Y la 9 es conservadora y realista.

Anónimo dijo...

impresionante Martín... como dicen arriba... descansa hasta el año que viene...

un saludo

Tomas B.

Tomás dijo...

Muy bueno, Martín.

Yo creo que es cierto lo que decís, aunque parezca contradictorio con lo que yo escribí. Recién alguien me escribía un mail planteandome algo parecido: la política no es solo institucionalidad sino también acontecimientos. Quizás lo mío es una reivindicación demasiado absoluta de lo institucional.

Mi respuesta es el contexto.

El contexto donde escribí lo que escribí: un blog. Sin crispar a nadie, digo: a veces, en determinadas situaciones, cuando la balanza está muy para un sólo lado, la única forma de plantear un debate justo es tirarla lo máximo posible para el otro.

Un abrazo, excelente el post.

Anónimo dijo...

Sí, man, con este post cerrá el blog!!!

pablo ch. dijo...

Martín: un saludo grande; Maternidad Sardá es más grande que este saludo; quería escribirte pero no encuentro tu correo; si tenés ganas, pasámelo, mañana estoy en un rato y salgo unos días de Buenos Aires. El poema dedicado a Vitali es ese rap que a veces el único que encuentra sos vos.
abrazo.

Martín dijo...

Estoy de acuerdo Tomás, aunque no veía la balanza últimamente inclinada para ningún lado, este es un momento horrible de la blogósfera, tá todo astillado. El año que viene, sin elecciones y con crecimiento, va a haber menos paz todavía: ay las comisiones investigadoras de todas las licitaciones y contratos... Por eso hay que pensar en un futuro y una amenaza: ¡cacerolearemos contra la ingobernabilidad! Aunque sean esquinas menos delicadas, con un poco de menores ingresos.

Tomás B.: buen año, quizás me despida con este blog, sí. Veremos.

Y Pablo Ch.: ¡escribime al de mateo!