miércoles, diciembre 16, 2009
Del yo en política
El debate sobre la futura vocación vetadora... me aburre. Me aburre cuando la política se estanca en alguna palabra: Kraft, subte, inseguridad, veto... Al veto no lo inventó Dios, ni los Kirchner. Por ejemplo, Macri vetó la prórroga de la ley de emergencia habitacional de la ciudad. ¿Para qué? Para poder desalojar ocupantes de inmuebles porteños. Dime qué vetas y te dire quién eres... Y ese veto ocurrió contra la propia voluntad de sus legisladores, quienes votaron a favor de la prórroga de la emergencia que suspendía desalojos. Y ese veto le permitió a Rodríguez Larreta ufanarse de uno de los mas estruendosos logros de su gestión: los desalojos silenciosos. Veto de esa ley + vaciamiento del IVC + reacomodamiento de las competencias de la Corporación del Sur + etc. suman una política articulada que camina en la dirección de una ciudad mas cara y menos poblada. Los poderes chocan, mas allá de las representaciones de las fuerzas, está en su naturaleza una cierta colisión, un cierto roce, ¿no? Toda tarea legislativa es una tarea de conversación, con tiempos mas dilatados muchas veces, y con tratos cotidianos tan intensos... que "forman parejas". O sea: el consenso es una palabra parlamentaria. Pero lo ejecutivo, siempre, desde el municipio Las Acequias de Córdoba hasta la ciudad mas importante del país, es una política mas a cara de perro. La pifiada de este tiempo es grosera, como trillado repetirla: juzgar en las formas todo lo democrático que se puede ser... encima si eso no deja bien parado a nadie. ¿A quién le gustaría un 2010 con cien proyectos vetados? Ni siquiera al corredor de cinta de Olivos y su sed de venganza. Pero el parlamento es un sitio de madurez, no es un juicio oral y público permanente. Hace rato que el kirchnerismo actúa muchas veces como si una vasta obra de gobierno precipitara una dialéctica de lealtad, como si toda la agenda kirchnerista tuviese adentro todo lo que la sociedad necesita para ser mas justa... El ingreso universal estaba ahí, afuera. El kirchnerismo mejor era siempre una idea de representar "algo otro", un otro, pero alcanzó con un par de cacerolazos para que vuelva a fijar domicilio en la realidad: peronismo. Dream is over porque hay peronismo. Como escribió Juan Domingo Alberdi: ¿dominar el desierto sin el hombre del desierto? Pero... la tele dice que todo lo sólido se desvanece en un minuto de aplausos, en un minuto de aplausos de intendentes, en un minuto de aplausos de intendentes que en junio hicieron campaña por el otro candidato "pero voté por usted". El Parlamento 2010, amenazado por el nubarrón del Veto, pone a prueba la conversación política y, sobre todo, la capacidad para seguir empujando una agenda que siempre estará mas allá. (Detrás del pueblo el pueblo.) Y al final, cuando el kirchnerismo termine, en una oscura conferencia de prensa, a alguien le tocará la amarga tarea de confesar que no, que finalmente las sospechas eran infundadas, que el kirchnerismo no tenía armas de destrucción masiva.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
Muy buen post.
Hace unos días un compañero me dijo una gran verdad: "en el 2005, en la cresta de la ola, el que plateaba abrir el juego a otros sectores, era un estadista. Hoy es un traidor".
Estamos jodidos, no?
Quien se queda a aguantar los trapos pos 2011?
saludos bandoneónicos
El kirchnerismo siempre nadó contra sus propias corrientes.
Publicar un comentario