lunes, octubre 08, 2007

El ser kirchnerista y la nada política


Hay cosas como las de arriba que merecen aclaraciones tan emblemáticas como las que merece el asalto al INDEC. Virtudes del movimiento "positivamente inmoral".
El "ser kirchnerista" se define mas por lo límites de la acción de gobierno, que por las expansiones. Los kirchneristas puros siguen habitando los márgenes de un gobierno que empieza a ser propio exclusivamente por lo "que no hará", en el buen sentido (que es lo que no hará por derecha), y son los que empiezan a mirar con nostalgia (o redención) un secretísimo voto a Pino, ya que una masa de votos brumosos del conurbano hacen invencible a Cristina (el cautiverio de los pobres hace libres a los progres). ¿Cuál sería la pasión por votar a Cristina?, ¿de dónde podría venir?
Votar a Cristina adquiere una naturalidad temible, ya que transparenta su contracara: es un voto del que parece nadie hacerse cargo, un trámite gris, una burocracia de la que habrá que despertar con golpes de efecto. Sí, la política vendrá después, como en el 2003.
Pensemos en la Pastoral: la expresión que acuñó el secretario de Cultura ("el kirchnerismo es un tacticismo atado a principios") fue el prólogo de una "pastoral social kirchnerista" que aún pulula en su umbral, pero que a la hora de los cierres sigue siendo convidada de piedra... Lo estratégico, único, es un blindaje de lo político, ése es el verdadero fantasma decembrista. Entonces, así, los silencios del gobierno son los silencios de la política. El discurso de Cristina es oracular porque la sociedad no tiene nada para escuchar. La "no campaña" tiene su soporte en la desesperación de la política por no perder el hilo de su relato. El silencio social, la indiferencia, el lobo dormido: siempre creímos acá que la política es cordero, qué duda cabe.


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